Una joven que será identificada como “Jessica”, pasaba días en internet, publicaba fotos provocativas y buscaba clientes que quisieran tener relaciones sexuales con ella a cambio de dinero.

Trabajaba como prostituta en el exitoso negocio de comercio sexual por internet. Pero no lo hacía sola, dice que tenía un proxeneta que estableció para ella una cuota de 1.000 dólares al día, la que lograba reunir con unas 10 citas.

Jessica dijo que tenía miedo al proxeneta porque pertenece a una pandilla, y que por ello tampoco quería revelar su verdadera identidad.

Desde que tenía 19 años y había escapado de su casa, ella se convirtió en propiedad de una pandilla de California, donde las prostitutas a menudo son marcadas con un tatuajes que llevan la insignia de las pandillas o el nombre del proxeneta.

La teniente Valeria Saadat, detective de policía en Oceanside, afirma que las prostitutas son víctimas potenciales de trata de personas con fines de explotación sexual.

“En lugar de concentrarnos en las mujeres que están en la calle, consideramos la razón por las que están ahí, la gente que las pone ahí”, dijo.

Recientemente, tres pandillas rivales en Oceanside, California, dejaron las armas para formar lo que los investigadores describen como un negocio rentable para prostituir mujeres y jovencitas en ese estado.

Detectives de esa ciudad llevaron a cabo una investigación de 18 meses, que les permitió descubrir que el negocio ya no estaba en las drogas sino en la trata de mujeres, y que el internet es una herramienta poderosa para lograr sus fines.

“Muy rentable. Si vendes drogas tienes que encontrar nuevos suministros, si tienes una chica que prostituyes, no tienes que encontrar a otras”, dijo Adam Knowland, detective de Oceanside.

A raíz de esa investigación, 38 personas fueron consignadas por diversos cargos, incluyendo crimen organizado y trata de personas con fines de comercio sexual.