(CNN) — Llena de gente, dinámica y pobre, la zona metropolitana de Manila puede ser un lugar difícil para vivir casi para cualquier persona, pero si mides un metro con 16 centímetros las probabilidades pueden estar completamente en tu contra.
“Vengo de las provincias porque no hay trabajo”, dice Alejandro Doron, de 35 años, mientras observa sus manos. “El trabajo agrícola, usando equipo pesado, simplemente fue muy difícil para mí”.
Alejandro llegó a Manila cuando tenía 21 años —una persona pequeña, o “unano” como les dicen en Filipinas—, probó suerte en distintos trabajos, entre ellos en un espectáculo de luchadores en un bar de Manila.
“Ese estaba bien, pero podía ser bastante difícil”, dice. “Sólo era un espectáculo y solamente se presentaba los jueves, pero algunas veces te podías lastimar y siempre te resbalabas con el aceite”.
Ahora trabaja con seguridad en la Casa del Hobbit en Manila —un bar de blues de la ciudad con temática de gente pequeña en el distrito más descuidado de Manila—, forma parte de un grupo de personas pequeñas que planean construir su propia comunidad de aproximadamente 30 personas de la “gente pequeña”, el término preferido para la gente con enanismo.
Comúnmente aislados en las provincias, en donde pueden ser la única persona con enanismo en la localidad, en Manila son menos visibles. Trabajan y viven juntos.
El fundador de la Casa del Hobbit, Jim Turner de 71 años, dice que la gente pequeña de Filipinas sufre la misma cantidad de prejuicios que cualquier otra persona en el mundo.
“Creo que en cualquier lado (…) en cualquier lugar del mundo tienen los mismos problemas”, dice Turner, mientras se sienta en su habitual rincón en el bar, con un cigarro encendido en el cenicero. “La gente los ve y se les queda mirando fijamente”, dice, arrugando la cara mientras imita a algunas personas que los ven como algo extraño.
Lejos de explotar a la gente pequeña, Turner sostiene que el bar les da esperanza y empleo a las personas que algunas veces provienen de los peores barrios pobres de Manila.
“Les da una verdadera sensación de comunidad”, dice, dándole una bocanada a su cigarro.
El exvoluntario de las Fuerzas de Paz llegó a Manila en la década de los 60 y después trabajó en la televisión filipina en la década de los 70 cuando la gente pequeña y los travestis eran algo común en la industria cinematográfica.
El género de explotación —un periodo durante las décadas de los 60, 70 y 80, cuando el sexismo, el racismo y los llamados “fenómenos de circo” se consideraban como una receta segura para tener éxito de taquilla— se documentó recientemente en una película australiana que se estrenó el año pasado y que se llama Machete Maidens Unleashed!
El género de las películas serie B se diseñó para los autocinemas e involucraba escenas subidas de tono en donde se presentaban monjas armadas hasta los dientes, revolucionarias sin sostén o gente pequeña realizando artes marciales. Las películas de bajo presupuesto lanzaron la carrera del actor filipino y artista marcial Ernesto de la Cruz —mejor conocido como Weng Weng—, quien medía tan sólo 84 centímetros.
Interpretó papeles tan diversos como el bebé Moisés en una épica bíblica filipina hasta una parodia de James Bond, en donde apareció como el agente 00, Weng Weng se volvió muy popular en Filipinas en un género que se conoció como Dwarf TV (televisión de enanos).
Turner se hizo amigo de varias personas con enanismo y, en combinación con su pasión por el Señor de los anillos de J.R.R. Tolkien, nació la idea de la Casa del Hobbit.
Desde ese momento se volvió tan popular que abrió una sucursal en la playa turística de Boracay y ahora los bares atraen a un constante flujo de gente pequeña que busca trabajo.
“Primero aceptábamos a todas las personas que pudiéramos, pero ahora rechazamos a mucha gente”, dice. El gerente general del bar, Pidoy Fetalino, quien empezó en la Casa del Hobbit como cajero y actualmente maneja el bar, dice que ahora buscan gente pequeña que hable bien inglés y que incluso tengan título universitario.
“Algunas de las personas que hemos contratado no han funcionado”, añade Turner.
La Casa del Hobbit todavía es la primera escala de los agentes de reclutamiento de la industria del entretenimiento que buscan personas para que actúen como extras y la mayor parte del personal del bar se describe como trabajadores independientes o como gente de negocios.
El bar no sólo les da un empleo regular entre papeles, también le da oportunidad al personal de perfeccionar sus habilidades: De la Casa del Hobbit salió una gran cantidad de diminutos imitadores de Elvis, malabaristas y tragafuegos. Un miembro del personal del bar incluso recorre las instalaciones del establecimiento vestido como un guardia de seguridad con un gran danés tres veces más grande que él.
“Obtuve el papel de Santa Nino”, dice Alejandro entre risas mientras hace la forma del tocado y la capa del santo. “En toda mi vida, nunca pensé que haría algo así”.
Mientras que el sueño de iniciar una comunidad para la gente pequeña de Manila todavía busca atraer a patrocinadores financieros, Alejandro espera que el plan algún día se haga realidad.
“Hasta el momento no tenemos el dinero suficiente para avanzar mucho”, dice Doron. El grupo ya cuenta con un sitio de 16 hectáreas en las afueras de Manila, pero el costo para el desarrollo del sitio y la construcción de las viviendas es enorme.
“Lo que puedo decir es que los sueños se hacen realidad”, dice, con una risa contagiosa. “Siempre hay un Santa Claus”.