Washington (CNN) – Todos los políticos desilusionan a sus seguidores. Es una verdad implacable en Washington DC.
Hacen promesas que no pueden cumplir, dicen cosas que no quieren decir y encuentran fuertes vientos de frente cuando están en el poder, que eran apenas brisas distantes durante la campaña. Cuanto más grandes las promesas incumplidas, más grande es la desilusión.
Y a pocas horas al norte de Washington, en el estado de Pensilvania, es fácil ver la desilusión que hay entre el presidente Obama y su reelección.
“Creí en él 100%, pensé que iba a ser un gran cambio comparado al presidente Bush,” dice Andy Heller en Scranton, de 56 años, demócrata registrado, que dirige Steamtown Blueprint and Copy Center, una pequeña empresa de temas relacionados a la construcción. En 2008 Heller puso carteles de Obama, participó en eventos para recaudar fondos y esperó ansiosamente por un primer mandato que –pensó- iba a traer mucha mas cooperación e innovación, o al menos una mejor economía. Desde la asunción de Obama, los negocios han ido para peor, la atmósfera de Washington se ha puesto más tóxica y su fe en Obama se ha reducido considerablemente. “No estoy seguro de que todo haya sido su culpa, pero hizo promesas que no pudo cumplir”.
Al otro lado del pueblo, Mark Dennebaum Jr., de 31 años trabaja en 25/8 Producciones, una empresa de producción de videos. El negocio camina bien pero la sensación entre sus amigos respecto a Obama es la misma que en todas partes. “Cuando Obama habló fue muy inspirador, me encantó en 2008. Si esto fuera una relación, yo estaría hablando con un abogado especialista en divorcio. Cuando uno menciona a Obama hay un suspiro colectivo de desilusión.”
La cantidad de gente desilusionada es enorme. Hace tres años en este mismo mes, el 77% de los votantes encuestados por CNN creían que Obama uniría al país; el 68% dijo estar “encantado” o “feliz” de que haya sido electo; el 79% pensó que podía hacer un buen trabajo y el 74% estaba confiado en que mejoraría la economía.
Hoy los ratings de aprobación están el en 40%, y la desaprobación en el 50% y sólo a un 35% de los votantes les gusta la forma en que está llevando la economía.
Entre las quejas principales están que Obama se comprometió demasiado rápido, fue demasiado débil con sus oponentes y actuó como cualquier otro político en el intento de triangular una reelección en vez de ser el líder arriesgado y promotor de la transformación por lo que fue votado. “No hay segunda vuelta, -dice Dennebaum, si usted tiene 4 años para marcar una diferencia ese debe ser el objetivo”.
La ofensiva de la Casa Blanca
La Casa Blanca sabe claramente sobre estos sentimientos en la gente. Por eso ahora está lanzando una ofensiva que apunta a mover la desilusión del votante hacia la oposición. A pesar de que Obama hace bastante tiempo que no habla de bipartidismo, ahora está apuntando hacia los republicanos en forma regular, sugiriendo que son ellos quienes no hacen nada para ayudar a la economía, porque están seguros que así lo sacarán a Obama de la Casa Blanca.
En la entrevista con Steve Kroft en 60 Minutos, el presidente dio su versión condensada de cómo piensa un republicano “Nosotros nos oponemos a todo lo que quiere Obama” a lo que agregó “No hemos tenido el grado de compromiso de parte de los republicanos que hubiese querido”.
Esta táctica captó la atención de algunos de los más astutos politólogos, incluido Paul Beck, quien estudia y enseña Psicología Política en la Ohio State University. “Obama está dispuesto a enfrentarse a los republicanos, aunque el camino que está tomando no estoy seguro que sea el mejor”
¿Por qué? Beck dice que esa línea dura, esa postura partidaria ahora podría alejar a los votantes moderados que el presidente necesita porque uno de sus mensajes principales era exactamente el opuesto. “Una delas cosas sobre las que hizo campaña en el 2008 era que la política estaba muy polarizada”.
Otros, sin embargo se preguntan si existe algún otro camino. Los analistas políticos coinciden que Obama no puede resucitar el mantra del “cambio y la esperanza” porque los votantes bien podrían responder con un desdeñoso “eso ya lo hiciste y no funcionó”.
Jon Krosnick, es un profesor de Comunicación, Ciencias Políticas y Psicología de la Universidad de Stanford y dice “Obama puede ser convincente desacreditando republicanos? No lo sé pero no veo que tenga otra alternativa”.
Krosnick señala un importante matiz en la transformación del presidente: “no me parece que Obama tenga que ser otra persona, sino que –sugiere Krosnick- el discurso para ganar el voto de la gente puede ser “soy el mismo hombre al que ustedes creyeron, sólo que las condiciones son más duras de las que esperábamos encontrar. Terminar esta tarea va a tomar más tiempo y va a requerir de nuevas estrategias. Y aunque todavía creo en el bipartidismo, éste no funciona a menos que la otra parte también se suba al barco.”
El estado de la economía podría ser la diferencia
Esta parecería ser la táctica tomada por la Casa Blanca en un intento para escapar al mar de desilusión; y será sin lugar a dudas una travesía larga y dura. Seller no cree que su voto irá a los republicanos, pero cuando se le pregunta si lo votará a Obama su respuesta es directa: “tengo que ver que la economía tenga un gran cambio” dice.
Dennebaum, de la productora de videos, dice que no sabe si votará por él. “Parecía un hombre con integridad y un deseo muy fuerte de hacer las cosas de manera diferente; ahora es presidente sólo por el nombre”
Ahí está el desafío para Obama.
De alguna forma tiene que competir no sólo contra el contrincante republicano sino también contra su imagen del pasado, esa que tantos votantes creyeron y que desilusionó a tantos. En estados críticos como Pensilvania debe persuadir a los votantes para que vean más allá de su desilusión y sigan adelante o el presidente podría encontrarse con su propia desilusión personal.