(CNN) – “No me arrepiento de tener cáncer. A pesar de que me lo recuerdan a diario las cicatrices visibles y los dolores que expresan que no volveré a estar “entera” otra vez; no cambiaría o alteraría mi experiencia.
Primero que todo aprendí que tengo la fortaleza para hacerle frente a algo tan sobrecogedor como el cáncer y seguir con sentido del humor aún en las horas más difíciles del tratamiento. Estoy agradecida también por el excelente cuidado médico que recibí de médicos, enfermeras y técnicos que para el final de mi tratamiento eran más familia que profesionales.
Y quizás lo más importante de todo, es la familia y los amigos que me rodearon y estuvieron alrededor mío de forma tal que creo que le dieron forma a quien soy hoy.
Aunque hay un aspecto de la enfermedad que no se la deseo a nadie: infertilidad. Cuando tenía 26 años y me enteré que la única opción para salvar mi vida era una histerectomía, pensé seriamente no seguir con los tratamientos.
Los expertos cirujanos y los médicos especialistas sabían cómo tratar mi enfermedad, pero trataron mi infertilidad como un efecto secundario. Para mí el hecho de que jamás concebiría un bebé era tan serio como el cáncer. Me sorprendió que batallar contra el cáncer no fuera tan duro como batallar por la posibilidad de tener un bebé.
Me es casi imposible poner en palabras el dolor que puede causar la infertilidad. Encontré que la gente puede apoyar mucho en enfermedades como el cáncer, pero el dolor de la infertilidad raramente se discute.
No es sólo el potencial alto costo financiero de los tratamientos de fertilidad y el miedo a lo que pueda pasar, sino los comentarios bien intencionados pero generalmente equivocados y que terminan lastimando, de gente que no te conoce.
En 2001, cuando me dijeron que tendría que gestar a mi hijo con un vientre de alquiler –con la posibilidad de que el proceso no funcionase– El concepto me resultó totalmente extraño y bizarro, pero lo hice.
Estoy tan contenta que 10 años después, la maternidad no tradicional, incluyendo el alquiler de vientres o la adopción, no sean temas tan tabú. Me siento obligada a contar mi historia, no porque crea que es particularmente única, sino porque quiero transmitir que ningún obstáculo es imposible de superar si realmente se lo desea. Creo que las posibilidades no estaban a mi favor, pero el deseo que yo tenía de ser madre fue lo más poderoso de todo.
Y aquí estoy, en el medio de la noche, tratando de ponerle palabras a la esperanza y contando mi historia. Puede ser que sea delirio por la falta de sueño, pero mientras miro a mi hijo recién nacido, pienso en todo lo que me costó llegar a tenerlo aquí.
Y él está aquí gracias a la tecnología de punta, al apoyo de amigos y familia, pura fuerza de voluntad y quizás un toque de intervención divina; además de médicos brillantes. Parece que él y yo ya tenemos un montón de cosas en común.”
En la sección Factor Humano se tratan perfiles de personas que han sobrevivido a pesar de las tribulaciones de la vida, enfrentando obstáculos, lesiones o enfermedades, ellos han encontrado esa fuerza interior que no sabían que existía.
Esta semana hablamos con Sarah Werner, quien luchó contra el cáncer de cuello de útero a los 26 pero no dejó que ello se interpusiera en su deseo de ser mamá.