(CNN) — La relación madre-hijo siempre ha tenido mucho peso. Ahora, los investigadores dicen que algunos adolescentes obesos podrían estar, esencialmente, cargando el peso de la relación con sus madres cuando eran más pequeños.
Un nuevo estudio publicado en la edición de esta semana de Pediatrics concluyó que el tipo de relación de una madre con su hijo pequeño podría incidir en las posibilidades del niño de ser obeso en la adolescencia.
Los investigadores analizaron datos de 977 niños y niñas en todo Estados Unidos, que documentan las características de la relación entre las madres y sus hijos e hijas pequeñas. Entre más débil es el vínculo emocional de la madre con su hijo, mayor es el riesgo de que el niño se vuelva obeso a la edad de 15 años.
Al analizar los datos, los investigadores encontraron que 241 hijos (o más de una cuarta parte de todos los hijos) quienes tenían malas relaciones emocionales con sus madres eran obesos en la adolescencia, en comparación con los adolescentes que eran cercanos a sus madres, con un 13%.
Los investigadores de la Universidad Estatal de Ohio encontraron que este nuevo estudio en realidad apoya una investigación anterior del grupo, que muestra que los hijos que no tenían una relación emocional segura con sus padres tenían un riesgo mayor de ser obesos a la edad de 4 años y medio.
Conociendo estos dos puntos, los investigadores dijeron que ambos estudios sugieren que las áreas del cerebro que controlan las emociones y el estrés, junto con el apetito y el balance de energía, podrían estar trabajando en conjunto para influir en la probabilidad de que un niño sea obeso.
Los investigadores dijeron que en lugar de culpar a la madre por la obesidad de su hijo, se deben hacer esfuerzos para mejorar las estrategias que tienen como fin mejorar las relaciones madre/hijo de manera temprana en la vida del niño, y no sólo enfocarse en los hábitos alimenticios del niño, o en el ejercicio.
“Es posible que la obesidad infantil pueda ser influenciada por las intervenciones que tratan de mejorar los lazos afectivos entre madres e hijos, en lugar de enfocarse únicamente en el consumo de alimentos de los niños y en su actividad”, dijo Sarah Anderson, profesora asistente de Epidemiología en la Universidad Estatal de Ohio, y autora principal del estudio.
Anderson también dice: “La sensibilidad que una madre muestra en la interacción con su hijo puede estar influenciada por factores que no necesariamente puede controlar. De manera socialmente sabia, tenemos que pensar en cómo podemos apoyar las relaciones materno-infantiles para mejorar calidad, ya que eso podría tener un impacto en la salud del niño”.