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(CNN) — Mantener fuera de nuestro cuerpo los kilos de más y evitar que regresen es difícil, incluso para los más estrictos con su dieta, y los científicos podrían estar cerca de determinar por qué sucede esto.

Un grupo de investigadores encontró que los alimentos ricos en grasas causan daño en el hipotálamo de los roedores (la zona del cerebro responsable del hambre, la sed y los ritmos naturales del cuerpo, entre otras cosas).

“Estos son documentos muy importantes que empiezan a sostener la idea de que no tenemos el control, como lo pensamos”, dijo el médico Steven R. Smith, directivo del Centro de Investigación de la Diabetes y la Obesidad de Sanford- Burnham, que no participó en el estudio publicado en The Journal of Clinical.

Sin embargo, Smith dice que los investigadores deben determinar primero si lo ocurrido en los modelos de roedores se traducirá en los humanos. No todo lo que los científicos observan en los roedores se aplica a los seres humanos, pero esto es un punto de partida.

“Esta es la punta de lanza. Hemos estado hablando mucho acerca de la dieta y la fuerza de voluntad, el ejercicio y este tipo de cosas. Esto es radicalmente diferente (pensando) que las dietas realmente pueden reprogramar la estructura del cerebro”.

El cuerpo humano está diseñado para regular la cantidad de energía que se almacena como grasa mediante un proceso denominado homeostasis de la energía, dijo el autor principal del estudio, el médico Michael Schwartz. Para una persona de peso normal, eso es bueno. Pero una vez que una persona se vuelve obesa, su cuerpo parece querer permanecer en ese nuevo peso de forma permanente.

“Ese es el problema más grande con el tratamiento de la obesidad”, dijo Schwartz, director del Centro de Diabetes y Obesidad de la Universidad de Washington. “Las personas obesas pueden perder peso, pero tienen problemas para mantenerse así”.

Schwartz y su equipo encontraron evidencia de inflamación o lesión en las neuronas, en ratas y ratones sólo tres días después de que los roedores consumieron alimentos ricos en grasas. Aunque el efecto disminuyó temporalmente, una dieta a largo plazo mostró un daño permanente. Schwartz cree que el intento del cerebro para curar las neuronas con lesiones, provoca cicatrización en el sistema nervioso central.

Los investigadores también encontraron una reducción del 25% en células POMC (proopiomelanocortina) en roedores con una dieta alta en grasas. Las células POMC son muy importantes para el control de grasa, pues ayudan a regular el apetito y previenen el aumento de peso.

“La pérdida de estas células ayudaría a explicar cómo ocurre una ganancia de peso”, afirma Schwartz.

Smith dice que el estudio es resultado de más de una década de trabajo de un grupo de neurocientíficos que intentan explicar cómo funciona la pérdida de peso en el cuerpo humano.

“Podría ser un poco más complicado que cuánto comemos y lo mucho que intentamos (bajar de peso)”, afirma Smith, quien cree que el estudio representa un paso en la dirección correcta para el tratamiento de la obesidad.

“Digamos que podemos desenredar y revertir el proceso donde se crean las cicatrices ¿Qué pasaría si pudiesemos hacer que los cables funcionaran bien otra vez e hicieran más fácil perder peso? Esa es una idea emocionante”.

El equipo de Schwarts analizó resonancias magnéticas de humanos y descubrió mayores niveles de gliosis en pacientes con obesidad. Los resultados sugieren que el daño que ocurre en los cerebros de los roedores podría duplicarse en humanos.

“Debemos preguntarnos ¿por qué no puedo bajar permanentemente los kilos de más? Tratar de encontrar una explicación ha sido un reto. Esto nos podría poner en el camino para entender por qué es tan difícil”, afirma Schwartz.