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(CNN) — Existen jefes con nombres como “El Ingeniero”, pistoleros a sueldo, policías corruptos y políticos en complicidad. Y, por supuesto, hay consumidores, millones de consumidores.

Pero el combate contra el narcotráfico iniciado en México en 2006 es, en esencia, dos cifras: 48.000 muertos y 39.000 millones de dólares.

En los últimos cinco años, cerca de 48.000 personas han muerto en episodios de violencia supuestamente relacionados con el narcotráfico en México, según informó la Procuraduría General de la República recientemente. En los primeros tres trimestres del 2011, casi 13.000 personas murieron.

El número de muertos no incluye las más de 5.000 personas desaparecidas según la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México (CNDH). No toma en cuenta las decenas de miles de niños huérfanos por la violencia.

Los culpables viven en ambos lados de la frontera

Las pandillas que tienen vínculos con los cárteles del narcotráfico no sólo están en Los Ángeles y Dallas, sino también en muchas ciudades mucho más pequeñas de Estados Unidos y mucho más al norte de la frontera con México. Los cárteles mexicanos tenían, en 2008, presencia en 230 ciudades de Estados Unidos, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Su informe de 2011 muestra que esta presencia ha crecido a más de 1.000 ciudades estadounidenses.

Aunque la mayor parte de la violencia se ha mantenido en México, autoridades de Arizona, Georgia, Texas, Alabama y otras entidades de Estados Unidos han investigado secuestros y asesinatos sospechosos por estar relacionados con grupos mexicanos del crimen organizado.

La heroína mexicana conocida como chapopote (llamada así porque es oscura y pegajosa), más barata que la heroína colombiana, solía ser algo poco común en Estados Unidos. Ahora está disponible en decenas de ciudades y pequeños poblados, comentan los expertos. Los clientes hacen sus pedidos por teléfono, según reportes publicados en el diario Los Angeles Times, y los traficantes de bajo perfil entregan la droga, casi como repartidores de pizza.

Los traficantes son reclutados en Estados Unidos, y prefieren contratar a jóvenes. Las preparatorias de Texas han reportado la presencia de integrantes de cárteles en sus instalaciones. El caso más sobresaliente: un joven de 14 años, de San Diego, se convirtió en un asesino a sueldo que llegó a cortar cabezas para un cártel.

“Les corto la garganta”, testificó en su juicio. El adolescente, apodado “El Ponchis”, fue declarado culpable de torturar y decapitar, y fue condenado a pasar tres años en una cárcel mexicana.

Por más de una década, la atención de Estados Unidos ha estado en el terrorismo, una exhaustiva batalla que depende de agentes encubiertos en sociedades donde el estado de derecho se ha colapsado, o en donde la norma es la violencia generalizada.

La situación en México empieza a mostrar similitudes. En muchas zonas fronterizas, la autoridad del Estado mexicano parece totalmente ausente o extremadamente frágil. En septiembre de 2010, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, dijo que la violencia de los cárteles podría estar “haciendo causa común o transformándose en lo que nosotros llamaríamos una insurgencia”.

Si la violencia de los cárteles no es contenida en México, que comparte una frontera de casi 3.000 kilómetros con Estados Unidos, la guerra contra el narcotráfico podría amenazar la seguridad nacional estadounidense, e incluso la supervivencia del Estado mexicano.

¿Cuánto es suficiente?

Frecuentemente, México es reducido —varias veces por semana— a titulares de prensa relacionados con muertes violentas, como de películas de terror. Treinta y cinco cadáveres abandonados en la autopista durante la hora pico en una de las principales ciudades turísticas. El rostro de una persona cosido a un balón de futbol. Cuerpos encontrados dentro de barriles con ácido. Cabezas rodando en concurridas pistas de baile de clubes nocturnos.

¿Qué podría explicar tal salvajismo?

Los traficantes no tienen una ideología política o religiosa como Al-Qaeda.

La respuesta, dicen algunos expertos, es una cifra. Algo como 39.000 millones de dólares.

Ese es el monto máximo calculado que logran como ganancias anuales las organizaciones de narcotraficantes mexicanas y colombianas, según un informe del Departamento de Justicia, que data de 2009, último año del que se tienen datos. El informe de 2011 del departamento estableció que los narcotraficantes mexicanos controlan el flujo en Estados Unidos de la mayor parte de la cocaína, heroína, marihuana importada y metanfetaminas.

En México hay siete cárteles que luchan por el control de las rutas de contrabando hacia Estados Unidos, el paraíso de los vendedores. Al sur de la frontera cuesta 2,000 dólares producir un kilo de cocaína, desde la hoja al laboratorio, informó la Administración Antidrogas estadounidense (DEA por sus siglas en inglés). En Estados Unidos, el valor de un kilo en la calle va de entre los 34,000 a los 120,000 dólares, dependiendo del código postal (la zona) donde se ofrezca.

“¿Cuánto dinero es suficiente para los cárteles? ¿Cuántos miles de millones justifican para ellos cuántas muertes?”, dijo el vocero y agente especial de la DEA, Jeffrey Scott. “México también es su casa. Sus familias viven ahí. ¿En qué punto la violencia detiene su capacidad de hacer negocios?”.

Scott ha trabajado durante 16 años con la DEA. Entre 2006 y 2011, lideró una fuerza de ataque en Tucson, Arizona, que luchó contra contrabandistas que pasaban a través de la frontera toneladas de metanfetaminas, marihuana, heroína y cocaína. Cuando las drogas llegan al traficante callejero de más bajo perfil, éstas ya han pasado por muchos traficantes de nivel medio dentro de las intencionalmente confusas redes de trabajadores de los cárteles.

“Las personas que son detenidas a veces dicen, ‘Sinaloa ¿qué?’”, comentó, refiriéndose al cártel que se originó en el estado de la costa del Pacífico mexicano y que tiene la mayor presencia en Estados Unidos.

Los traficantes por lo general no saben o no les importa de dónde provienen sus productos, dijo Scott, que tampoco cree que sepan o les importe a las decenas de millones de estadounidenses que utilizan drogas ilegales.

Nota del editor: Este artículo da inicio a una serie que describe la violencia vinculada a los cárteles de la droga en México, sus conexiones globales en crecimiento y cómo afectan la vida cotidiana de la gente.