(CNN Español) – Es de noche en Ciudad Juárez, localidad que cuenta con 1,2 millón de habitantes situada en la frontera con El Paso, Texas. Un grupo de paramédicos de la Cruz Verde se alistaba a cumplir su turno de la noche cuando recibieron una llamada de emergencia.
Apenas empieza la noche y ya ha habido un tiroteo, afuera de un estadio de fútbol. La policía dice que encontraron aproximadamente 100 casquillos de bala y hay un hombre muerto dentro de un automóvil rojo.
Manuel González, jefe de los paramédicos de Cruz Verde dice “la persona que trajimos fue baleada porque se resistió a un robo. Quisieron robarle algunos artículos, afuera de su casa. Se resistió y lo balacearon”.
González, que tiene 31 años y ha venido trabajando con la Cruz Verde desde los 16, es testigo de la explosión de violencia en esta ciudad en los últimos cinco años. González agrega que “en este ambiente, con los carteles de la droga en una guerra interna, nadie está a salvo… ni siquiera los paramédicos”.
La inseguridad ha llegado a tal extremo que en un hospital dependiente del Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS), instalaron puertas a prueba de balas, después de que individuos armados entraran a rematar a un hombre que había sobrevivido una balacera.
Un dato sorprendente es que los paramédicos arriesgan su vida sin ganar un solo centavo. El equipo de auxilio de la Cruz Verde, quienes apoyan con su labor a la organización hermana la Cruz Roja, son todos voluntarios. Voluntarios, sí, pero sumamente profesionales, ya que deben cumplir con un entrenamiento cada seis meses y certificarse cada año.
Marlette Ríos, de tan sólo 19 años, dice que los rigurosos entrenamientos dan resultados al atender una emergencia. “En ese momento sólo nos importa la vida de la persona que esta ahí; no si es el lado contrario o es el bueno o el malo, sino tratar de salvarle la vida,” dice.
Durante 2011 hubo 2,000 muertes violentas en Ciudad Juárez y los paramédicos del lugar saben que en esa profesión ni siquiera su propia seguridad esta garantizada.