Por Roberto Izurieta
Nota del editor: Roberto Izurieta es analista político y profesor de la Universidad George Washington. Fue director de comunicación del presidente de Ecuador entre 1998 y 2000 y ha trabajado en campañas políticas en Latinoamérica y España. Además es colaborador político de CNN en Español.
Hay dos conceptos que se mencionan con frecuencia en este ciclo de la campaña presidencial del Partido Republicano: que esta campaña negativa es similar a la de hace cuatro años entre Barack Obama y Hillary Clinton, y que las campañas negativas siempre funcionan. No estoy de acuerdo con ambos conceptos y estos son mis argumentos.
No toda campaña negativa es igual, ni todo ataque es similar a cualquier otro. Hace cuatro años cuando Hillary Clinton lanzó su famoso spot de televisión conocido como “la llamada a las tres de la mañana”, donde preguntan al televidente quién quiere que conteste la llamada a las tres de la mañana en la Casa Blanca cuando exista una crisis en alguna parte del mundo, Clinton estaba atacando a Obama diciendo que ella tenía más experiencia.
En mi opinión este ataque fue totalmente legítimo. Obama hizo su campaña basada en el cambio: era nuevo, joven y distinto. Esos eran los atributos (y los activos) del hoy presidente de Estados Unidos. Clinton debía contrastar estos argumentos resaltando su experiencia. En otras palabras, más que una campaña negativa era una campaña de contrastes. Esto es absolutamente legítimo en una campaña presidencial aún siendo una campaña interna (primarias).
Pero lo que sucede hoy en el Partido Republicano es totalmente distinto. En la mayor parte no se está haciendo una campaña de contrastes; por ejemplo: Mitt Romney tiene experiencia en el sector privado y la creación de empleos versus Newt Gingrich, que tiene experiencia y la sagacidad política para confrontar a un político hábil como lo es Obama.
Lo que estamos viendo en el Partido Republicano son ataques realmente subidos de tono. Y si bien este puede ser un juicio de valor, déjenmelo poner de otra forma: los ataques que se están haciendo el uno al otro en esta primaria republicana son municiones que serán usadas por BO en la elección general en contra de cualquiera de los candidatos que gane: Romney es deshonesto y miente; Gingrich fue lobista de Freddy Mac y Fannie Mae; etc.
Los republicanos están perdiendo una gran oportunidad para derrotar al presidente Obama.
Obama enfrenta todavía una gran crisis económica que tiene a la mayoría de los electores muy ansiosos y preocupados. Cuando hay crisis, la gente quiere cambio y en este caso, el cambio sería un gobierno republicano. Pero los ataques dentro de la elección primaria de los republicanos están arruinando esa oportunidad. Obama, sus estrategas y sobre todo sus publicistas disfrutan, anotan y usarán todos y cada uno de esos ataques en la elección general.
Hace cuatro años, claro que el senador John McCain usó el argumento de que tenía más experiencia que Obama y claro que perdió ese argumento cuando escogió a Sarah Palin como su fórmula a la presidencia, pues habría la posibilidad, que en el caso no deseado pero posible de que McCain falleciera, Palin, una persona sin mayor experiencia, asumiera la Presidencia.
El segundo argumento de que las campañas negativas funcionan es, en mi opinión, un argumento muy simplista.
En primer lugar, hay que tener claro que a los votantes no les gustan los ataques (eso no quiere decir que no tomen nota de estos) y por lo tanto, siempre se paga un costo al atacar. Esos votos de la gente a la que no le gustan los ataques, se van a los indecisos, a un tercer candidato o a los que no van a votar.
Y esto lo hemos presenciado muchas veces en este ciclo de la elección republicana: se ataca a un candidato y aparece un tercero. Por eso hemos visto circular muchos candidatos favoritos en esta contienda (más allá de Romney): Michelle Bachmann, Herman Cain, Rick Perry, Ron Paul, Newt Gingrich y ahora Rick Santorum.
Para que una campaña negativa funcione debe mantener ciertos criterios básicos. Primero, debe ser justa y proporcional. A los votantes no les gustan los ataques subidos de tono (a no ser que realmente detesten al candidato atacado). Es mucho mejor no hacer un juicio de valor en el ataque, sino simplemente describir el hecho (sin juzgarlo: ese es el trabajo del votante y lo hace muy bien).
El ataque debe ser creíble o al menos sujeto de prueba (en este sentido es mucho mejor poner una cita creíble de un tercero o mucho mejor, una cita del mismo candidato atacado).
Por último, cuando se entra en esta dinámica de ataques, hay que hacer una buena planificación estratégica para prepararse no solo con la respuesta, sino sobre todo para la dinámica de una campaña negativa que tiende a ser muy destructiva para todos los involucrados (tantos atacados como atacantes), que es lo que estamos viendo en la campaña republicana.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Roberto Izurieta)