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(CNN) — La conocemos como Lady Gaga, pero mucho antes de sus giras mundiales, de su álbum The Fame o del famoso vestido hecho de carne, la fotógrafa Malgorzata Saniewska la conocía como su compañera de trabajo, Stefani Germanotta.

En el verano del 2005, Saniewska, a quien le dicen Maggie, atendía un bar en el mismo restaurante de la zona oeste en el que la futura estrella de 19 años trabajaba como mesera.

Saniewska, de 24 años en ese momento, se había mudado de su nativa Polonia a los Estados Unidos dos años antes con el sueño de convertirse en fotógrafa.

Para mantenerse, “empecé a trabajar atendiendo el bar”, recuerda. “Era una cuestión de dinero. Quería ir a la escuela, pero no había investigado nada sobre fotografía, mi objetivo era tener dinero”.

Querer administrar su dinero fue lo que llevó a Saniewska a estudiar contaduría, dejando la fotografía como un pasatiempo por un rato.

Pasó de tomar fotos en la ciudad de Nueva York a crear sus propias sesiones fotográficas, con Gaga como una de sus primeros clientes.

“Éramos compañeras, no salíamos tanto, pero es una de las chicas más lindas… Es muy centrada y realista”, dijo Saniewska.

“En ese tiempo me regaló un CD de su primer sencillo, lo escuché y quedé realmente impresionada. Además es una chica muy bella. Pensé que como se vería en una sesión de fotos sería algo divertido”.

En ese entonces, Gaga “tocaba el piano y cantaba. Esta chica de 19 años, realmente era talentosa. No hablaba mucho (pero) si decía que había estudiado música… No puedo explicarte cómo suena su voz con solo un piano”, afirma Sanoewska. “Le ofrecí la sesión de fotos y dijo que sí inmediatamente”.

La primera sesión de la “Madre monstruo” (Si quieres ver las fotos haz click aquí).

Gaga tenía el lugar perfecto en mente: La casa de sus padres en la zona este de la ciudad.

Las dos mujeres subieron a un tren y se dirigieron hacia allá, para trabajar en lo que sería la primera sesión de fotos de Lady Gaga, de acuerdo con Saniewska.

“La casa estaba vacía, éramos solamente las dos”, dijo Saniewska. “Sabía que era una cantante, así que nos enfocamos en ella y su primer piano. Nos juntábamos con sus padres en la sala y el piano estaba cerca de su ventana”.

“Era una muy buena modelo, obviamente”, añadió Saniewska con una carcajada.

Equipada con su primera cámara, Saniewska dejó que su primera sesión se desarrollara íntimamente.

“No teníamos ningún plan”.

“Básicamente entramos a su casa, se peinó y maquilló, y escogió la ropa con la que empezaríamos”, recordó. La iluminación fue natural: “Sin luces artificiales, nada especial, sin tripié”, dijo. “Era portátil”.

Saniewska, que nunca se entrenó formalmente como fotógrafa, dijo que se tomaron 200 fotos en la sesión ese día. Después de desechar algunas imágenes y escoger las fotos con la mejor luz natural, le presentó a Gaga un CD con fotos. La cantante se mostró contenta con ellas, y usó algunas para promocionar su material.

Por supuesto, no había manera de que Saniewska supiera que la joven que fotografío en el verano del 2005 se convertiría en la superestrella internacional que es ahora. De hecho, Saniewska dice que al principio, cuando la vio como Lady Gaga, no la reconoció, pues estaba acostumbrada a su imagen de mesera de cabello castaño.

Incluso, mientras la popularidad de Gaga creció, Saniewska guardó las fotos “por respeto”, dijo, particularmente porque no estaba en contacto con ella.

Posteriormente, se encontró con su compañera en 2010.

“Me la encontré en la zona este, y se acercó a mí. Ya era Lady Gaga, hablamos un poco, se apoyó en mí y me dijo, ‘¿Sabías que esa fue mi primera sesión de fotos?’ No tenía idea”, dijo Saniewska. “Estaba muy emocionada. Desde ese momento supe que podía hacer algo con esas fotos. Y ella estaba de acuerdo”.

Saniewska espera que aquellos que vean las fotos conozcan otro lado de Gaga, una mirada de quién era la estrella antes de que el mundo la conociera.

Pero incluso con toda la fama, para Saniewska, ella “sigue siendo la misma chica. El hecho de que nos encontráramos y se acercara a mí; no dijo ‘Hola’ y huyó. Se quedó parada por 15 minutos, platicando. Recordó mi nombre, quién era, y tenía mucho que decir. Sigue siendo la misma persona para mí”.