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(CNN) — Si hay alguien que represente el espíritu luchador de Japón tras un año cargado de desastres es Homare Sawa.

La jugadora de 33 años es la capitana del equipo de fútbol femenino de Japón que alzó la Copa del Mundo de Mujeres de la FIFA en Alemania en junio pasado. A pesar de que su equipo tenía la desventaja, lograron llegar a la final del torneo donde vencieron a Estados Unidos.

Antes de que la competencia empezara, el equipo tenía muy poco apoyo financiero y fue prácticamente ignorado por el público japonés que seguía resintiendo el terremoto, el tsunami y el desastre nuclear de Fukushima.

Así que cuando los japoneses hablan de ganbaro (el equivalente japonés a mantenerse firme ante probabilidades impronunciables), el triunfo de Sawa es un claro ejemplo de cómo esto es posible.

“Peleamos por nosotras y por Japón”, dice Sawa.

Antes de los partidos en la Copa del Mundo, el entrenador de Japón le mostraba al equipo imágenes de las ciudades devastadas por el tsunami donde cerca de 20,000 personas murieron.

“Era difícil creer las imágenes que veíamos de Japón. Me sentí muy triste, aunque fue antes de nuestros partidos. Las imágenes nos motivaron a seguir adelante como equipo y sentimos que debíamos llegar a la final. Estábamos muy agradecidas de poder jugar futbol cuando había muchas personas afectadas por el terremoto”, dice Sawa.

Mientras el equipo progresaba en la competencia, la final se vislumbraba contra Estados Unidos que Japón no había podido vencer en 25 partidos anteriores.

“Por alguna razón, no sentía que íbamos a perder”, dice Sawa. “No sé por qué, quizá era mi sexto sentido. No era sólo yo. Mis compañeras también sentían que no podíamos perder. Quizá nos sentimos así porque Japón nos estaba dando poder”.

En Japón, los aficionados veían los partidos muy temprano en la mañana, llorando y gritando mientras su equipo iba contra todas las posibilidades.

El cuento de hadas no se había terminado para Sawa, quien recientemente fue nombrada como la jugadora del año por la FIFA.

Fue el punto más alto de una carrera en la que trabajó duro en un deporte que es poco apreciado en Japón y que no tiene muchos patrocinadores.

Alrededor de 25,000 mujeres juegan futbol en Japón, pero no existen ligas profesionales para mujeres. Sawa jugó en un equipo de hombres. La brecha de ingresos entre géneros es abismal, y la mayoría del equipo que jugó en la Copa del Mundo con Sawa tienen trabajos de tiempo completo y sólo podían entrenar en las tardes. Sawa ve la falta de oportunidades como un incentivo.

“Pensando en el pasado, mi técnica probablemente mejoró porque jugué con hombres y quizá me volví más fuerte mentalmente hablando, porque no quería perder contra ellos”, dice.

Sawa surgió como una atleta talentosa, haciendo su primer debut internacional a la edad de 15.

Dice que creía en que se casaría a la edad de 28 y tendría hijos. Pero el sueño de ser la mejor jugadora del mundo la mantuvo dentro del campo.

Ese sueño ya lo logró y ahora Sawa mira hacia los Juegos Olímpicos en Londres.

Espera que la disparidad entre los equipos masculinos y femeninos en Japón se cierre si su equipo se lleva a casa una medalla.

“Si lo hacemos bien en los Juegos Olímpicos, quizá algunas jugadoras cambien de trabajar un turno completo a uno de medio tiempo”.

Cuando se le preguntó si sentía que era un símbolo nacional, Sawa se río y sacudió su cabeza. “No, no, no. Para nada”, dijo.

Reconoce que su victoria inspire a los aficionados japoneses y ofrece consejos a las jóvenes que quieran tener éxito en el deporte.

“Ha pasado mucho tiempo desde que anoté el gol de la victoria en la Copa del Mundo y quiero comunicar la importancia de tener un gol”, dijo. “Es fácil para las personas querer ver los resultados rápido, pero toma tiempo. Los animo a seguir adelante”.