Por Lan Trinh
Toledo, Ohio (CNN) — Wanda Butts tiró el teléfono y gritó cuando escuchó la noticia de que su hijo había muerto.
Josh se ahogó mientras practicaba rafting o descenso de río, con sus amigos. El joven de 16 años no sabía nadar y no usaba un chaleco salvavidas.
“No lo podía creer, no quería creerlo: que en un instante mi hijo se había ahogado y se había ido”, dijo ella, al recordar la tragedia del 2006.
Butts se preocupaba por la seguridad de su hijo cuando se trataba de la violencia en las calles o por manejar, siempre le advertía de esos peligros. Pero los accidentes de agua nunca le habían pasado por la cabeza.
“No se me ocurrió que mi hijo se podía ahogar por no saber lo básico sobre el agua”, dijo. “A Josh nunca le enseñaron lo básico para aprender a nadar”.
Pero Josh no era el único en la comunidad de raza negra. De acuerdo con USA Swimming, el 70% de los niños afroestadounidenses no saben nadar, comparados con el casi 60% de los niños hispanos y el 42% de los niños blancos. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, los niños afroestadounidenses entre los 5 y 14 años son tres veces más propensos a ahogarse que los niños blancos de la misma edad.
Mientras Butts traba de encontrar el sentido a la muerte de su hijo, se dio cuenta de que había transmitido su propia inexperiencia a su hijo. Su padre había visto a alguien ahogarse cuando era joven y le inculcó el miedo al agua.
“Entonces cuando era niña nunca me acerqué al agua”, dijo Butts de 58 años. “Nunca fui a nadar. No sabía nada acerca del agua o chalecos salvavidas y demás elementos de seguridad en el agua”.
Butts educó a Josh sin ninguna información con respecto al agua a causa de su miedo. Pero hoy está determinada a prevenir que otras madres hagan lo mismo. En 2007 empezó el Proyecto Josh, una organización no lucrativa que ofrece clases de natación a un bajo costo para niños en Toledo, Ohio.
“Después de perder a mi hijo quería hacer algo para ayudar a otras personas, evitar ese sufrimiento a otra madre, como yo lo padezco todos los días por la pérdida de un hijo al ahogarse”, dijo ella.
A la fecha, el proyecto Josh ha ayudado a más de 1.000 niños a aprender a nadar.
“Todos los niños corren el riesgo de ahogarse, pero la mayoría de los niños en el proyecto Josh son de las minorías, los cuales hemos descubierto que corren más peligro”, dijo Butts.
Diferentes factores culturales e históricos explican el porqué de esta situación. Una es la segregación de albercas durante el siglo XX, de acuerdo con Jeff Wiltse, autor de “Contested Waters: A Social History of Swimming Pools in America”. En ese entonces pocas albercas fueron construidas para servir a la comunidad negra, por lo que la oportunidad de nadar se le negó a buena parte de una generación, dijo Wiltse a la BBC.
Además, si los padres no saben nadar es más difícil que sus hijos aprendan, de acuerdo con un estudio reciente encabezado por la Universidad de Memphis. El estudio, patrocinado por USA Swimming, descubrió que lo que detenía a muchos padres afroestadounidenses para mandar a sus hijos a clases de natación era el temor de que se ahogaran o se lastimaran. Al mismo tiempo descubrió que muchos evitan nadar por razones cosméticas, como el efecto que tiene el agua clorada en su cabello.
Para algunas familias de hoy en día, todavía es difícil encontrar una alberca accesible.
“Las albercas públicas cerca de nuestra casa han sido cerradas en el pasado y otros lugares no son económicamente accesibles”, dijo Lisa Haynes, cuyo hijo Joshua, de 14 años, es uno de los más de 60 estudiantes del proyecto Josh en esta temporada.
Las clases de natación se llevan a cabo en una preparatoria local durante cuatro sábados con un costo de 10 dólares.
“Me siento más segura cuando Joshua está cerca del agua porque ya tiene los conocimientos básicos para nadar”, dijo Haynes. “Y estamos agradecidos por eso”.
Sin embargo Butts hace mucho más que solo dar clases de natación.
“Ella despierta el interés por el agua y esa es la mitad de la batalla”, dijo Shaun Anderson, un entrenador de natación que estaba tan inspirado por su historia que creó un Proyecto Josh de natación en la Universidad del estado de Norfolk, en Virginia. “Una vez que estas comunidades aprendan a nadar, lo transmitirán a futuras generaciones”.
Butts dice que tiene dos metas a futuro: la primera es reducir las estadísticas de muerte por ahogamiento en los niños que son parte de las minorías, y la otra es tener un centro acuático en donde los niños puedan nadar diariamente en lugar de una sola vez a la semana.
“La alegría en las caras de esos niños, cuando se dan cuenta de lo que han aprendido, una vez que le toman el ritmo, y ese sentimiento de estar tan contentos con ellos mismos”, dijo ella. “Es como si todos ellos fueran mis hijos. Es como si no hubiera perdido a mi hijo”.
¿Quieres involucrarte? Checa el sitio web del Proyecto Josh en www.joshproject.org y ve cómo puedes ayudar.