(CNN) – En las cuatro semanas desde que su hija se cortó la pierna en el río Tallapoosa, Andy Copeland ha experimentado varios puntos bajos. Pero nada fue tan desesperado como un momento en la sala de espera quirúrgica el 4 de mayo.
Un médico llamó desde la sala de operaciones en el Centro Médico Tanner en Carrollton, Georgia, donde su hija estaba teniendo una cirugía.
“Cuando su hija llegó, yo estaba tratando de salvar su pierna” dijo el médico. “Ahora estoy tratando de salvar su vida”.
Copeland sintió que sus piernas se volvieron de goma. Su cabeza se quedó sin luz. Un voluntario del hospital puso una silla debajo de él para soportar su caída. Su esposa, Donna, entró en la habitación y Andy repitió lo que el cirujano le había dicho.
“Llorábamos y llorábamos abrazados”, recordó Copeland. “Lloramos incontrolablemente durante 10 minutos. A continuación, el capellán vino y me agarró la mano y me dijo: ‘Vamos a orar’”.
La oración los reconfortó, pero la pareja cree que la oración ha hecho aún más. Ellos creen que la fe en Dios ha sanado a su hija, y citan su progreso médico como prueba.
El 1 de mayo, Aimee Copeland se cortó la pantorrilla izquierda, cuando una polea suspendida por cables de fabricación casera por los que ella se deslizaba se rompió cerca del pequeño río de Tallapoosa. El corte permitió que una bacteria carnívora infectara su torrente sanguíneo. Días más tarde, los médicos determinaron que había fascitis necrotizante causada por la bacteria Aeromonas hydrophila y fue trasladada a Augusta para la cirugía.
La fascitis necrotizante es una infección aguda que se extiende por el tejido celular subcutáneo y la fascia, produciendo una rápida necrosis tisular, con grave afección del estado general.
Aimee tenía un fallo multiorgánico. Un respirador tenía que respirar por ella. Sus riñones no funcionaban y recibía diálisis a tiempo completo. Su corazón apenas latía -la capacidad del corazón para bombear la sangre era del 10%, cuando la tasa normal es de 55-75%.
El 8 de mayo, un cardio pulmonólogo dijo a los padres que las posibilidades de sobrevivencia de Aimee eran “casi nulas”. Al día siguiente, les dijo que no sobreviviría a la noche.
Ahora, los pulmones de Aimee respiran por sí mismos. Su corazón es “fuerte y normal”, según su padre. Aunque todavía está en tratamiento de diálisis, es lo suficientemente fuerte como para sentarse varias horas a la vez. Ella ahora también puede articular palabras e incluso hacer bromas. El domingo volvió a hablar por primera vez, escribió Copeland.
“Las palabras que he escuchado de los profesionales de la medicina para describir la continua recuperación de Aimee son ‘sorprendente, desconcertante, alucinante e increíble’”, escribió Copeland en la página de Facebook de Aimee el 12 de mayo. “Mi palabra favorita es milagro”.
“Dios ha obrado milagros en la vida de Aimee”, dijo su padre.