Por Sebastián Castro
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(CNNEspañol.com) – “Desde su nacimiento, el hombre carga en sus hombros el peso de la gravedad. Está atornillado a la tierra. Pero el hombre necesita nada más sumergirse bajo el agua para ser libre”. decía Jacques Cousteau, o Aquaman, como me gusta llamarlo en mi cabeza. Aunque no sé con qué unidades se midió o bien su exacta veracidad científica, se dice que el fondo marino está menos explorado que el espacio sideral.
Lo que no cabe duda, es que todos los que hemos visto Planeta Azul alguna vez, hemos quedado boquiabiertos antes las inimaginables criaturas submarinas que parecen sacadas de una película de ciencia ficción. O quien no ha pasado unas horas viendo La Semana del Tiburón, imaginándose lo aterrador que podría ser un encuentro con uno de esos dientones.
Fue con el fin de entrometerme en ese mundo submarino que llevé mi primer curso de buceo, donde hicimos este reportaje Pero véanlo después de leer. Les explico en breve: Hay dos maneras de visitar este ajeno mundo. La más sencilla es la que–por ahora– hicimos en iReport Aventurero. Un curso rápido de medio día donde te enseñan las reglas básicas del buceo te permite sumergirte hasta doce metros de profundidad con un instructor profesional. La segunda es llevando un curso de cuatro días para obtener la licencia de “Aguas Abiertas”, con la cual podrás bucear en cualquier parte del mundo.
Fotos de los mejores “spots” de buceo del mundo, según Oceanidas.net
Una vez cumplida nuestra primera “inmersión” en una piscina, estábamos listos para el agua. En este punto lo más importante es saber que hay que bajar y subir lento, ya que el agua ejerce presión sobre el aire en tus pulmones, que se comprime al bajar y se expande al subir. Y con esa y docenas de otras instrucciones en mente, me fui a la cama. Al amanecer… El día parecía perfecto, condiciones climáticas prístinas, pero los nervios nunca faltan. Claro, cuando estás grabando un reportaje estás más concentrado en que salgan bien las tomas que en la inminente y potencialmente aterradora experiencia de ingresar a un medio completamente ajeno. Y entonces escucho “¡CORTE!”, apague cámara y ¡al agua patos! Repasando todavía consejos de última hora de Dave, nuestro instructor inglés, sumergí la cabeza para entrar en un mundo nuevo. Pero sin pensarlo dos veces comencé el descenso, asegurándome de descompresionar frecuentemente para asegurar el futuro funcionamiento de mis pulmones. Y entonces ¡pum! Patada a la máscara = agua en los ojos. Sin saberlo, mi compañero de buceo Brett me obligó a poner en práctica otra importante lección: ¿cómo sacar el agua de la máscara estando sumergido? Con las pulsaciones a mil por hora y ya a 5 metros de profundidad, apliqué lo aprendido: viendo hacia la superficie, soplar por la nariz mientras se levanta levemente la parte inferior de la máscara. Prueba superada.
Con la respiración normalizada, me di cuenta que quizá este mundo sería más pacífico de lo que creía. Imagínense ponerle el botón de “silencio” al mundo con el control remoto, sólo interrumpido por el intermitente sonido de burbujas saliendo del regulador. A eso súmenle la sensación de pesar como una hoja de papel. Entonces sabrán cómo se siente bucear. Poco a poco comencé a vislumbrar el fondo, un pececito por acá, otro por allá. De pronto, tiburón, mantarraya y anguila en un lapso de 30 segundos. “¡Ahora sí comenzó la aventura!” pensé entre respiraciones aceleradas. Habiendo pasado por la desagradable experiencia de ver un tiburón mientras nadaba, pensé que cara a cara sería aún más aterrador. Entonces recordé las palabras de Andrés Benavente “somos bienvenidos bajo el mar, si no molestas a los animales, no te molestarán”, y dicho y hecho, el tiburón no daba una pizca de miedo–nótese que medía tan sólo un metro, pero aún así. Más bien los sutiles y fluidos movimientos de las mantas y los escualos daban una extraña sensación de paz. A lo mejor sabían que iban a salir en tele y querían mostrar su mejor comportamiento. Y así pasaron los minutos, inmerso en un mundo alterno, un universo paralelo que aún al alcance de nuestras manos, permanece desconocido casi en su totalidad. El lento ascenso trajo de vuelta la sonora realidad y una sonrisa que tardó unos minutos en desaparecer, luego de haber vivido una de las experiencias más espectaculares de mi vida.
Y les revelo una pista: La idea de llevar este curso fungió como primer paso hacia una aventura sin precedentes en iReport Aventurero, ya que en los próximos meses estaremos embarcándonos en el buceo extremo, en una viaje a la Isla del Coco, considerado uno de los mejores puntos del mundo para esta práctica. Y cabe mencionar, es el lugar con la mayor concentración de tiburones martillo del planeta, donde los grupos alcanzan tales números que según dicen, tapan los rayos de sol provenientes de la superficie.
Para más reportajes visita: ireportaventurero.com
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Sebastián Castro)