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Antananarivo, Madagascar (CNN) — Con su forma única e imponente altura, los majestuosos árboles baobab han sido un ícono del paisaje de Madagascar por siglos, símbolos inamovibles del exquisito escenario de la isla tropical.

Seis de las ocho especies de los ancestrales árboles son originarios de Madagascar, el país isleño localizado en el Océano Índico a las afueras de la costa sureste de África.

El impresionante país es hogar de un rico ecosistema que presume su impresionante mosaico de vida animal y vegetal que evolucionó por decenas de millones de años en completo aislamiento. Como resultado, el 90% de la vida silvestre de Madagascar no existe en ninguna otra parte del planeta.

En medio de todo, el poderoso baobab ha permanecido alto por generaciones, con su tronco en forma de barril que alcanza hasta los 18 metros.

Comúnmente descrito como “el árbol al revés” debido a su forma inusual —las ramas del árbol parecen raíces que se alzan hacia el cielo— el baobab ha originado varias leyendas a través de los siglos. Un antiguo mito dice que cuando los dioses plantaron los árboles éstos no se quedaban en su lugar, así que los plantaron de cabeza.

Comunidades en Madagascar, uno de los países más pobres del mundo, se han beneficiado desde hace mucho tiempo por los desidiosos árboles, ya que su fruta es comible, sus hojas se usan con propósitos medicinales, y sus grandes troncos se escarban muchas veces para que servir de refugio o para almacenar agua durante los períodos de sequía.

“Hay muchas interacciones con la vida de la comunidad que vive a los alrededores del bosque”, explica el botánico Jimmy Razafitsalama.

“Primero, ellos usan la corteza para la construcción de sus casas y usan las hojas como plantas medicinales. También se comen su fruta por que es rica en vitaminas y no olvides que también es uno de los atractivos para los turistas que vienen aquí”.

Pero mientras que las ganancias del turismo pueden generar el capital para gente que muchas veces vive con menos de dos dólares al día, muchas otras actividades humanas están siendo una seria amenaza para los árboles baobab y en el ecosistema único de la isla.

Ampliamente dependiente de los recursos naturales de la isla, muchas comunidades rurales de Madagascar tienen que explotar la tierra que los rodea. Se estima que el país ha perdido el 90% de sus bosques debido a la deforestación con el paso de los años.

Los ambientalistas dicen que las actividades como la agricultura que corta y quema —las áreas de bosque son cortadas y quemadas para crear campos—, talar para usar la madera y combustible y la producción de carbón están destruyendo los hermosos bosques tropicales y su biodiversidad endémica.

“Ellos cortan los árboles para limpiar la tierra para la agricultura o para pastorear a sus animales”, dice Razafitsalama, quien se ha mudado a la parte norte de la isla, cerca de la ciudad de Diego Suarez, para enseñarle a los locales acerca de biodiversidad.

En años recientes, autoridades en Madagascar han adoptado una serie de iniciativas para salvar sus hermosos bosques. El país ha lanzado varios proyectos de conservación y reforestación y también han marcado varias regiones del país como parques nacionales, atrayendo a los ecoturistas de alrededor del mundo.

Razafitsalama dice que se necesita hacer más para salvaguardar el futuro de los árboles baobab y la amplia gama de especies únicas que viven en los bosques de Madagascar.

“Ahora el gobierno quiere aumentar la superficie de las áreas protegidas. Hicieron un gran esfuerzo pero ahorita veo que el baobab aún no es representativo”, dice él.

“Un buen ejemplo es este bosque frente a nosotros, no está protegido pero tiene la más alta concentración de población de estas especies endémicas”.

A menos que se tomen más acciones y cambien los comportamientos, Madagascar, uno de los verdaderos puntos de la biodiversidad del mundo, arriesgará más de sus bosques, poniendo en riesgo la sobrevivencia de sus especies únicas.