Por Lesley Kinzel, especial para CNN
Nota del editor: Lesley Kinzel es editora asociada en xoJane.com y autora de Two Whole Cakes: How to Stop Dieting and Learn to Love Your Body (Dos pasteles completos; cómo dejar de hacer dieta y aprender a amar a tu cuerpo).
(CNN) — El diseñador Ralph Lauren otra vez encabeza los titulares relacionados con el modelaje.
La última vez fue cuando la icónica marca estadounidense alteró digitalmente a la modelo Filippa Hamilton y la dejó en un estado biológicamente imposible, disminuyendo su cintura y pelvis a una miniatura y dejando el resto de su cuerpo de tamaño normal.
Los críticos astutos se percataron. No ayudó mucho cuando Hamilton declaró que supuestamente fue despedida por la marca por ser “demasiado gorda” para las métricas del mundo de la moda.
Como en la mayoría de noticias sobre modelos de tallas extra, muchos están dispuestos a mantener esto como una victoria para “mujeres reales”, esa mayoría anónima que raramente se ve retratada en las imágenes de moda.
Pero todavía no te entusiasmes demasiado con el mérito. Este no es un momento revolucionario, como tampoco lo ha sido cualquier otro momento que un diseñador popular ha tomado, de las profundidades de los calabozos del modelaje de tallas extra, a una modelo nada esquelética y la convirtió, aunque sea brevemente, en una curiosidad pública.
La moda es famosamente voluble, y si Ralph Lauren decidió mostrar a esta modelo en particular en este momento en particular, podría no tener nada que ver con una gran declaración política o un cambio significativo de opinión, y todo que ver con generar atención.
Por supuesto, no puedo estar segura de las intenciones de la marca. Pero en el contexto más amplio, incluso el uso extenso de modelos de talla extra no es una señal de que el movimiento se aleje de un ideal físico femenino imposible; es sólo tomar ese ideal y hacerlo un poquito más grande.
El negocio de la moda y sus modelos es representar la fantasía, e incluso las versiones de tallas extra regularmente son digitalmente alteradas. Al igual que sus compañeras más pequeñas, a estas modelos también les matizan la piel, reducen sus cinturas y muslos, y sus muchas imperfecciones humanas, desde celulitis hasta cabellos sueltos, son completamente borradas mucho antes de que la imagen llegue a los costados de un autobús o a la página de una revista. Incluso las modelos de tallas extra son perfectamente proporcionales y casi imposiblemente bellas. También ellas presentan un estándar aspiracional inalcanzable, y la imagen resultante no se parece a la modelo de la vida real.
Así que Lawley es sólo ligeramente más accesible que Hamilton. Es como observar que sería más fácil para nosotros mover nuestros brazos y llegar volando a la luna de lo que sería volar hasta Marte; la luna está más cerca, pero aun así no llegaremos ahí.
No hay nada de malo con la fantasía. La fantasía es divertida, y la industria de la moda lo hace tan bien como Hollywood. ¿Por qué no podemos relacionarnos con las imágenes de la moda por lo que son: mundos imaginarios con gente hermosa que no existe en la realidad?
¿Por qué estamos tan enamorados con la idea de ver “mujeres reales”, sea lo que sea que representen?
Todos hemos visto lo que ocurre cuando los cuerpos “reales” generan noticias.
La mujer que más recientemente cometió el crimen de no ser prefecta es Lady Gaga, cuyas fotografías de un concierto en París fueron objeto mundial de hipótesis sobre cómo puede permitirse sufrir un destino tan horrible como ganar algunos kilogramos. Los críticos y fanáticos han sugerido todo, desde abuso de drogas hasta embarazo. Gaga, por su parte, simplemente lo acredita a comer mucha comida deliciosa en el restaurante de su padre.
Sin vergüenza alguna, Lady Gaga ha mostrado su cuerpo en el escenario a pesar de su peso cambiante, negándose a disculparse, y la respuesta ha variado desde shock, molestia, “preocupación”, hasta risas envidiosas. Gaga respondió con una nueva sección en su sitio web titulada Body Revolution (Revolución corporal) donde compartió fotografías de su cuerpo y reconoció los trastornos alimenticios que la han formado, y donde pidió a sus monstruos compartir sus propias inseguridades.
Dice que la respuesta pública inicial no fue aplaudir a Gaga por ser “real”, sino avergonzarla por ser imperfecta. No nos gusta que nos recuerden cuánto esfuerzo toma a veces llegar al ideal, incluso para aquellos cuya profesión gira en torno a mantener cierta apariencia. Nos gusta pensar que es fácil y natural; nos gusta pensar que cualquiera que fracasa simplemente no lo intentó lo suficientemente fuerte.
Pero los cuerpos reales, como la realidad en sí, son complicados y diversos, así como impredeciblemente cambiantes. Damos gran apoyo verbal a las llamadas “mujeres reales”, pero nos olvidamos de que todas las mujeres son reales, sin importar su talla, forma, edad o si son convencionalmente atractivas.
Las mujeres reales están en todas partes. El mayor problema de este concepto nebuloso de “mujeres reales” y nuestro deseo de ver más de ellas es que es intrínsecamente hipócrita.
La verdad es que queremos ver “mujeres reales” cuando se ven como Robyn Lawley en un anuncio de Ralph Lauren, peinadas y digitalmente alteradas en ese mundo de fantasía icónico e inmaculado. No queremos ver a “mujeres reales” cuando se ven como nosotros.
Quizá esa es la desconexión en la que deberíamos trabajar, en lugar de aplaudir la selección de modelos de Ralph Lauren, mientras condenamos a Lady Gaga por ser, bueno, “real”.
¿Crees que el público realmente quiere ver personas que no sean del tipo actual de los modelos en anuncios y entretenimiento? Comparte tus pensamientos en los comentarios.