Es recomendable que los hijos aprendan a resolver sus conflictos sin la intervención de los padres.

Por Tatiana Arévalo Dupont

Nota del Editor: Tatiana Arévalo Dupont es licenciada en psicología y en educación preescolar.
Puedes seguirla en su cuenta de twitter @misspreescolar

(CNNMéxico) — ¿Tus hijos no dejan de pelear y no sabes si eso pasa con todos los hermanos o si tú eres la responsable de que se peleen?

Las peleas entre hermanos son normales y me atrevería a decir que hasta saludables, ya que son parte del aprendizaje de la vida, de la convivencia diaria para contar con las herramientas básicas que les ayuden a enfrentarse, cuando sean adultos, a situaciones de mayor complejidad.

No te preocupes, tú no los has educado mal, y mucho menos eres una mala madre. Se están preparando para la vida adulta, por eso es importante la manera en que intervengas para resolverlos.

Sabemos que los niños son egocéntricos, quieren ser el centro de atención, quieren todo para ellos. Entonces, cuando llega el nuevo hermano, todos esos privilegios se deben compartir y es inevitable que se presenten las peleas.

Son muchísimos los motivos por los que se puede originar una pelea: la televisión, un juguete, quién termina primero algo, quién gana un lugar, etc. En fin, todo puede convertirse en un motivo para discutir; sin embargo algunas de las razones más comunes por las que los hermanos pelean son las siguientes:

1.- Luchar por la atención y el cariño de los padres (cuando nace un hermano es visto como competidor).

2.- Cuando no quieren compartir o cuando quieren lo que tiene su otro hermano.

3.- Sentirse más fuerte: intentan demostrar que son superiores, el fuerte somete al débil.

4.- Algún cambio en su entorno, un conflicto en el ambiente familiar o en la escuela puede generar estrés en los niños y propiciar este tipo de conductas.

Aunque en la infancia y adolescencia estos conflictos son continuos, no quiere decir que los hermanos no se quieran; cuando son adultos, la mayoría de las relaciones fraternales son muy cercanas, pasan tiempo juntos y se ayudan y apoyan ante cualquier problema.

Le corresponde a los padres fomentar en casa el hecho de ser compartidos y no competitivos entre ellos, ayudar a que aprendan a aceptar las diferencias entre ellos, no hacer comparaciones y demostrarles que los dos son igualmente amados y aceptados.

Como padres, ¿qué debemos hacer?:

1.- Para prevenir las peleas hay que tratar de mantenerlos ocupados, demostrarles el mismo interés y amor (aunque estemos conscientes de que los amamos de igual manera, a veces tenemos actitudes que ellos pueden distorsionar).

2.- Debemos poner ciertas reglas, por ejemplo: pedir permiso para tomar las cosas del otro hermano, y prohibir los insultos o golpes en casa.

3.- Aclara las obligaciones de cada hijo en casa. De ser posible, intercala sus tareas, para evitar las discusiones sobre quién hace más o menos

4.- Los padres debemos escuchar la versión de cada uno de nuestros hijos, siendo  comprensivos, neutrales y pacientes, pero siempre provocando que sean ellos quienes  resuelvan el conflicto a través de la negociación, en un ambiente exento de violencia.

5.- Es importante que dejemos que sean ellos quienes resuelvan los conflictos.

6.- Evitemos las comparaciones entre los hijos, son contraproducentes y dividen y  aumentan la rivalidad entre ellos. Debemos de reconocer los logros de cada uno y resaltar sus cualidades.

7.- Da el ejemplo a tus hijos, que vean que tú también solucionas tus conflictos sin gritos, de manera controlada.

Es bueno que tus hijos aprendan cuanto antes la importancia de respetarse y de saber resolver sus propios problemas. Intervenir en los conflictos entre hermanos es difícil, pero con paciencia y amor podrás manejar la situación y mantener la paz y armonía en tu casa.

Es muy importante que tengas claro los beneficios de las relaciones entre los hermanos, de esa manera los niños aprenderán a respetar las necesidades y deseos de los otros. Aprenden a ser compartidos y ayudarse el uno a otro.

Recuerda que mientras los pequeños pelean con sus hermanos, al mismo tiempo están aprendiendo lecciones que les servirán toda la vida, como respetar los puntos de vista contrarios a los suyos, controlar impulsos y ser compartidos.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Tatiana Arévalo Dupont.