(CNN) — Los niveles de radiación en los peces capturados cerca de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, en Japón, aún son altos después del incidente de 2011. Eso sugiere que la contaminación en el sitio podría estar filtrándose en las aguas del Pacífico, dijo un investigador estadounidense este jueves.
La “inmensa mayoría” de los peces capturados fuera de Japón no muestran niveles de contaminación radiactiva peligrosa para los humanos, incluso cerca de los límites impuestos después del accidente, escribió en la revista Science el radioquímico marino Ken Buesseler, del Instituto Oceanográfico Woods Hole, en Massachusetts.
Sin embargo, cerca de la planta, un elevado nivel de los subproductos del reactor (cesio-134 y cesio-137) “implica que el cesio aún es liberado a la cadena alimentaria”, escribió Buesseler.
Las fuentes podrían ser partículas radiactivas liberadas por la planta, sedimentadas en el fondo del mar o en agua subterránea, a medida que los operadores vierten toneladas de agua al día en los reactores para mantenerlos fríos.
Los investigadores aún no definen cuál es la fuente más probable, “pero sabemos que ambas cosas suceden”, dijo Buesseler a CNN.
“No podemos decir si el agua de refrigeración es actual o de abril pasado, pero seguimos viendo cesio en el océano, directamente en la planta, es elevado”, agregó. El científico reiteró que esos niveles “no son peligrosamente altos; creo que no debemos ser alarmistas”.
La planta ya no echa vapor radiactivo a la atmósfera, como en el momento más difícil del desastre. Aunque Tokyo Electric Power Company, operador de la planta, estableció un sistema para absorber el cesio del agua que enfría el reactor, no toda se está recuperando, dijo Buesseler.
Buesseler fue uno de los organizadores de una expedición de investigación internacional tres meses después del desastre. Estudió los reportes gubernamentales de contaminación por cesio en unos 8.500 peces capturados en diferentes lugares fuera del noreste de Japón.
El tsunami que golpeó Fukushima Daiichi después del histórico terremoto de marzo de 2011 dejó a la planta sin energía eléctrica ni sistemas de refrigeración, por lo que tres reactores colapsaron. El resultado fue el peor accidente nuclear desde Chernobil, ya que los reactores paralizados lanzaron enormes cantidades de partículas radiactivas al medio ambiente.
La mayor parte de la lluvia radiactiva de la planta fue arrastrada hacia el mar, donde se diluyó en el Pacífico. Aunque no se registraron muertes directas por el accidente, decenas de miles de personas siguen desplazadas de las ciudades que rodean la planta.
Lecturas de radiación en peces contaminados variaron ampliamente. Las especies que viven en el fondo del océano tienen los niveles más altos, de acuerdo con Buesseler. Eso sugiere que la contaminación se ha instalado en el fondo del mar.
El cesio-137 tarda unos 30 años en perder la mitad de su radiactividad, mientras que el cesio-134 tiene una vida media radiactiva de solo dos años.
Este componente químico se acumula en los tejidos musculares de los peces, que eventualmente lo procesan y excretan la mayor parte.
Desde abril, las autoridades japonesas prohibieron los peces con niveles de ambos isótopos de cesio superiores a los 100 bequerelios por kilogramo de peso húmedo.
La mayoría de los peces capturados más allá de las costas de la Prefectura de Fukushima, donde se ubica la planta, estuvieron muy por debajo de ese límite. Pero los capturados cerca del sitio registran niveles de entre 1.000 y 10.000 Bq/kg.
Buesseler reconoció las medidas de protección a la salud que el gobierno de Japón lleva a cabo. “Desde luego que no esconden estas cifras”, dijo.
No obstante, agregó “hay mucha incertidumbre en el público japonés sobre qué creer, sobre quién está diciendo la verdad”.
La empresa Tokyo Electric Power informó que monitorea la contaminación por radiación en los peces y no ha visto ningún cambio significativo, pero ha puesto en marcha una serie de medidas preventivas.