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Nota del editor: Philippe Legrain es autor de Immigrants: Your Country Needs Them y Aftershock: Reshaping the World Economy After the Crisis. Los puntos de vista expresados en el texto le pertenecen.

(CNN) — La reforma inmigratoria está finalmente de vuelta en la agenda en Washington. Eso es algo para celebrar: un sistema que deja desprotegidos a 11 millones de personas mientras niega las oportunidades de empleo a trabajadores y empresas es claramente disfuncional.

Pero si bien es muy bueno que haya una posibilidad real de sacar de la clandestinidad a las personas que carecen de documentación adecuada, hasta ahora no hay ningún debate acerca de la reforma integral que Estados Unidos necesita realmente.

Consideremos lo absurdo del sistema actual; pensemos qué sucedería si cada estado de los Estados Unidos tratara de regular el flujo de personas como lo hace la federación. Los ciudadanos de Minnesota necesitarían visa para estudiar en Massachusetts.

Las compañías de internet en California podrían reclutar solo a un puñado de graduados de Colorado que deberán cubrir una serie de complicados requisitos. Si la mano de obra escaseara a causa de un auge en la explotación de petróleo y gas en Dakota del Norte, las leyes locales no permitirían que las personas ajenas al estado cubrieran esas necesidades legalmente. Y así sucesivamente.

Claramente, bajo tal sistema casi todos estarían peor. A las personas se les negaría la oportunidad de estudiar o trabajar en otros estados, de la misma manera en que se negaría a sus posibles compañeros de clase y colegas la oportunidad de enriquecer su pensamiento y su vida a través de la interacción con ellos.

Las universidades y negocios estarían privados del talento y por lo tanto tendrían menos posibilidades de crecer y crear empleos para los ciudadanos locales.

Todos los pequeños comercios en Dakota del Norte que podrían haber florecido para satisfacer las necesidades locales no podrían hacerlo. Las personas estarían viviendo y trabajando fuera de la ley.

En general, cada ciudadano sufriría por la falta de respeto a la ley, como ocurrió cuando la Prohibición socavó la ley y el orden más que el consumo de alcohol. Si retrocedemos un poco y pensamos en las consecuencias de que los estados limiten la movilidad de esta manera, quedará claro por qué el sistema de inmigración no funciona y el manipular un sistema intrínsecamente defectuoso no hará mucho por mejorar las cosas.

Desde un punto de vista económico y moral, lo mejor sería que todos pudiéramos movernos libremente, como sucedía en el siglo XIX, cuando Estados Unidos tenía fronteras más o menos accesibles. Eso puede parecer una fantasía peligrosa; sin embargo, la reciente experiencia en Europa indica lo contrario.

Ahora las personas pueden moverse libremente a través de los 27 estados miembros de la Unión Europea, desde Lituania hasta Leipzig, Londres y Lisboa. Lejos de causar que las sociedades europeas se derrumben, esta nueva movilidad ha logrado que la gente encuentre empleos más adecuados, ha dado vigor a las comunidades locales y un impulso a los nuevos negocios.

Entonces ¿por qué no hacer lo mismo entre Estados Unidos, Canadá y México? Por temor a que todos los mexicanos se muden a Estados Unidos, pero la experiencia en Europa indica otra cosa.

A lo largo de la Unión Europea, solo una pequeña fracción de los habitantes de los países más pobres se ha mudado a los más ricos para trabajar y la mayoría de ellos lo hace temporalmente. Además, como la diferencia de salarios en Estados Unidos y México es menor que la que hay entre Suecia y Rumania, ¿por qué tendrían que ser diferentes los resultados en América del Norte? De hecho, las personas que se mueven hacia el sur, hacia México, ahora superan en número a los que se mudan al norte, a Estados Unidos.

El permitir que las personas se muevan libremente no es políticamente posible por ahora; Estados Unidos aún podría mejorar su sistema de inmigración haciéndolo menos complicado, arbitrario y discriminador.

¿Por qué no reemplazar las diferentes clases de visas de trabajo, con sus arbitrarias limitaciones y criterios de elegibilidad terriblemente complicados, por un sistema más sencillo y más sensato como el de Suecia? Ahí, los comercios de todo tipo pueden contratar con visas renovables cada dos años a obreros de todas las capacidades, procedentes de todo el mundo, si no logran contratar personas locales adecuadas. Ese tipo de reformas favorables para los mercados serían más beneficiosas que la manipulación de los controles burocráticos.

El rígido sistema de inmigración de Estados Unidos necesita adaptarse a la nueva economía global en el que las personas se mueven cada vez más en todas direcciones, hacia el este y el oeste, hacia el sur y hacia el norte; donde quienes tienen la posibilidad de hacerlo se mueven repetidamente.

A menudo, las oportunidades se encuentran fuera de Estados Unidos; para los estadounidenses (y los africanos) que se dirigen a Shanghai para buscar la riqueza, el sueño chino es más seductor que el sueño americano.

Conforme Asia crece, los emprendedores que pudieron haber ido a Silicon Valley ahora se dirigen a Bangalore o a Beijing. Para competir en este nuevo mundo, el sistema de inmigración de Estados Unidos necesita ser mucho más flexible, enfocarse en facilitar la movilidad de las personas y hacer que la gente valiosa se sienta dispuesta a quedarse, en lugar de tratar de evitar que la gente entre.

(Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Philippe Legrain)