Por Barbara Frost, especial para CNN
Nota del editor: Barbara Frost ha sido directora de WaterAid desde septiembre de 2005. Antes de unirse a WaterAid, Frost fue directora de Acciones para la Discapacidad y el Desarrollo en organizaciones para discapacitados en 12 países a lo largo de África y Asia.
LONDRES (CNN) – Cuando uno observa los grandes logros de la humanidad, los eventos en los que pensamos —los alunizajes, la decodificación del genoma humano, la erradicación de la viruela, la invención de la penicilina— han dejado su huella en nuestra historia colectiva.
Pronto podremos agregar un logro definitivo a esta lista: todos los habitantes del planeta tendrán acceso a agua potable, limpia y segura.
Todos estos logros requirieron un gran esfuerzo, recursos y compromiso político. Llevar agua a cada persona del planeta no será la excepción, pero puede y debe hacerse antes del 2030.
A lo largo de las últimas dos décadas, hasta 2.000 millones de personas, una cifra impresionante, obtuvieron acceso a agua potable por primera vez, así que no es tan descabellado afirmar que podríamos llegar a los 783 millones de personas restantes para ese año.
La dificultad estriba en que quienes actualmente no tienen acceso a este recurso esencial son las personas a las que es más difícil llegar, las más marginadas, las más pobres y las más desvalidas políticamente. Por eso es tan importante llevar agua a quienes no la tienen.
El acceso al agua limpia siempre ha sido la base del desarrollo humano y sigue siéndolo en la actualidad, pero afortunadamente, la mayoría de nosotros podemos darla por sentada.
Sin agua “corriente”, las economías no pueden avanzar, es más probable que los niños abandonen la escuela o ni siquiera asistan, y que los hospitales se vean imposibilitados para hacer frente a la propagación de las enfermedades y las infecciones. Esta ha sido y sigue siendo la realidad de más de una de cada 10 personas en el mundo.
En el nuevo artículo multimedia de WaterAid puedes confirmar por ti mismo el poder transformador que puede tener el acceso al agua potable; puedes hacer una visita virtual a la aldea de Alakamisy, una remota región rural de Madagascar que se benefició de un proyecto deWaterAid en 2010.
No lo creas solo porque lo digo. Tómate un momento para escuchar la historia de Setraniona, quien regularmente padecía de enfermedades relacionadas con el agua y tuvo que abandonar la escuela desde muy niña y no pudo terminar su educación. Hoy, gracias al acceso al agua limpia que tiene su comunidad, su hija podrá terminar la escuela.
También podrás conocer la historia de Razanamalala, quien consiguió un préstamo del comité que ayudamos a establecer para el agua de la comunidad. Ella invirtió el dinero para poner una tienda y seis meses más tarde ya había liquidado el préstamo. El agua está ayudando a promover el desarrollo económico en un sentido muy real.
A escala mundial, los beneficios económicos son enormes. Como lo hemos subrayado en nuestro reporte, Everyone Everywhere, los economistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculan que ganaremos 220,000 millones de dólares al año a través del acceso universal tanto al agua como a los servicios de saneamiento. Por cada dólar que se invierte en estos rubros, se obtienen en promedio cuatro dólares gracias al incremento de la productividad, una cifra nada insignificante.
Si todos tuvieran acceso al agua, al saneamiento y a medidas de higiene, también se salvarían cerca de 2,5 millones de vidas al año. Actualmente, la diarrea cobra la vida de 2.000 niños menores de cinco años cada día y es la segunda mayor causa de muertes infantiles a nivel mundial.
Entonces, ¿por qué tomar esta decisión ahora? ¿Por qué poner un plazo a nuestra misión de llevar agua y saneamiento a todo el mundo? Pues bien, los líderes mundiales están discutiendo qué medidas reemplazarán a las Metas de Desarrollo del Milenio cuando expiren en 2015. Así que la oportunidad está al alcance de nuestros políticos.
En el 2000, cuando los líderes mundiales se adhirieron a las Metas de Desarrollo del Milenio originales, en el proyecto no se mencionaban medidas para enfrentar la crisis de saneamiento. WaterAid y muchas otras organizaciones alrededor del mundo los convencimos de abordar este tema dos años más tarde; en 2002 se establecieron objetivos mundiales para reducir a la mitad la proporción de la población mundial que no tiene acceso al saneamiento de aguas.
No podemos permitir que esto ocurra de nuevo, no podemos permitir que los servicios fundamentales como el agua, el saneamiento y las medidas de higiene que tienen un impacto tan grande en el desarrollo humano estén ausentes de la agenda internacional una vez más.
Es hora de aceptar el reto y de hacerle frente. Soy optimista y creo que nuestros líderes tienen la capacidad de hacer el trabajo, para que en el futuro podamos reconocer que en realidad logramos algo muy especial: acabar con la sed.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente aBarbara Frost.