Por Miguel Candela, CNNTravel
(CNNTravel) — Desde hace décadas, hombres y mujeres participan en una intensa celebración para dar gracias a Dios cada Semana Santa
En Viernes Santo, los hombres filipinos permiten que los crucifiquen en zonas como la provincia de Pampanga como una forma de dar gracias a Dios.
Rolando Ocampo, de 56 años, ha sido crucificado cada año desde 1990. Dice que Dios salvó a su esposa de un parto difícil.
El evento es muy concurrido y caótico. El calor, el polvo y la sangre se mezclan hasta que termina.
Ruben Enage, de 53 años, ha sido crucificado en 24 ocasiones desde que sobrevivió a una caída fatal en 1986.
Aunque los tornillos son desinfectados y personal médico está preparado para atender cualquier emergencia, los participantes saben que hay riesgos.
A menudo, los participantes oran durante su crucifixión, lo cual, según ellos, los ayuda a superar el dolor.
Puede tomar dos semanas para que se recuperen de las heridas, aunque los penitentes consideran el dolor un precio bajo por agradecer a Dios.
Muchos otros se flagelan a ellos mismos mientras caminan con los pies descalzos por la calle en procesiones que duran horas.
Tras horas de golpear su espalda, un hombre se detiene y se hinca para orar aún con la espalda herida.
Algunos han descrito el acto de autoflagelación y crucifixión como una locura. Pero las creencias locales están arraigadas en relaciones personales con Dios.
Ocampo dice que después de su crucifixión, “la vida sigue”.