(CNN) – Se trata de una tendencia que se ha profundizado en los últimos años, dicen los expertos, con consecuencias potencialmente serias para médicos y pacientes. Si bien algunos pueden seguir ejerciendo después de declararse en bancarrota, para muchos la quiebra significa el fin de la carrera profesional. Y cuando un consultorio cierra sus puertas, conseguir prestación de salud se convierte en un martirio para varios clientes.
Las declaraciones de quiebra de consultorios médicos en Estados Unidos han aumentado recientemente, según señala Bobby Guy, codirector del comité del área de salud del Instituto Americano de Bancarrota. Guy indicó que hubo por lo menos ocho declaraciones en las últimas semanas, una cifra que consideró “inusual”.
Hace cinco años, el abogado especializado en quiebras David Langley no tenía ni un médico entre sus clientes. Desde entonces, ha actuado en por lo menos seis casos de bancarrota que involucraban a profesionales de la salud. Dos clientes actuales, un cirujano ortopédico y un obstetra, también están en quiebra.
Ninguno de estos médicos ha sufrido demandas por mala praxis que pudieran explicar sus dificultades financieras. Eran todos “médico de primer nivel”, dijo.
La situación económica ha impactado negativamente en los ingresos de los médicos: los consumidores van cada vez menos a los consultorios y evitan procedimientos costosos, dijo Guy, abogado en quiebras de Nashville, Carolina del Norte.
Los médicos también culpan a la reducción en los reintegros de los seguros de salud, los cambios en las normas y las subas en los seguros por mala praxis, medicamentos y otros elementos.
El oncólogo Dennis Morgan tuvo un consultorio rentable en Enfield, Connecticut, durante años. Los ingresos comenzaron a decaer, dijo, cuando los reintegros por tratamiento y medicamentos comenzaron a achicarse. Redujo costos, pero empezó a tener problemas financieros y las deudas crecieron. Y los proveedores de drogas para quimioterapia finalmente dijeron basta.
En junio de 2011, su consultorio, en un área con poca presencia médica, declaró la quiebra. Tenía cientos de pacientes en aquel momento.
Durante los siguientes dos años, su función fue “la de un capitán en un barco hundiéndose, a cargo de la distribución de los barcos salvavidas”, señaló. Redireccionó a sus pacientes a otros profesionales y a otros hospitales. A principios del año pasado, dejó de ejercer la medicina.
El cierre de un consultorio para el tratamiento del cáncer puede golpear fuertemente a una comunidad, dijo Morgan. “Si tienes que viajar una o dos horas para tratarte y no tienes con quién ir, se convierte en un asunto serio”, indicó.
Los profesionales de salud básica deben sortear obstáculos parecidos. Langley recuerda un cliente, una médica en un área rural de Florida, cuyos clientes tenían Medicare (seguro social administrado por el gobierno para personas mayores de 65 años) o carecían de seguro.
Ante la complicada situación económica, cada vez menos pacientes podían atenderse. Los reintegros y los pagos en efectivo disminuyeron y para solventar su actividad, debió aceptar un segundo trabajo en el hospital. Aún así, las deudas crecieron.
Hace dos años, funcionarios de Florida tocaron la puerta para cerrar la clínica. Rápidamente se comunicó con Langley, quien logró declarar una quiebra de emergencia mientras los oficiales aguardaban en la sala de espera. La mujer les dio entonces el número del caso de quiebra y se retiraron sin cerrar el consultorio. Eventualmente, Langley ayudó a la médica a reestructurar su deuda y hoy la clínica permanece abierta, según detalló.
La doctora Morgan Moore estuvo al borde de la quiebra en 2011. Con un consultorio en Brentwood, Tennessee, dijo que la recesión golpeó fuertemente su actividad. Para el 2010, había perdido a casi la mitad de sus pacientes, sus ingresos habían caído un 30% y se había visto obligada a despedir a la mitad de sus empleados. “Nos dijeron que la bancarrota era nuestra única opción”, señaló. Entonces, contrató a Guy y logró reestructurar su deuda.
Pero cada día ha sido una lucha, sostuvo. “No dejo de preguntarme si podremos seguir”, dijo.