Por Paula Newton, CNN
Caracas (CNN) — Ermelinda Briceño entró en el improvisado santuario de Hugo Chávez y derramó una lágrima. Este sitio de veneración para el Comandante, el presidente de Venezuela durante 14 años, apareció en este vecindario después de la muerte de Chávez, el mes pasado.
Briceño dijo que su devoción por Chávez es inquebrantable. Sin embargo, entiende por qué algunas personas que apoyaban al difunto presidente estaban renuentes a votar por el sucesor que eligió, Nicolás Maduro.
“Pienso que muchas personas no conocían a Maduro, así que no votaron (por él), pero henos aquí, estuvo muy reñido”, dijo Briceño.
Para este país de 29 millones de habitantes que atraviesa dificultades económicas, la elección tal vez fue demasiado reñida.
Al menos siete personas murieron y 61 resultaron heridas en los hechos violentos poselectorales que ocurrieron por todo el país, según reportaron los medios estatales el martes. El gobierno afirma que los ataques estaban dirigidos a los simpatizantes del gobierno, aunque CNN no pudo verificar por su cuenta esos reportes.
Maduro obtuvo el 50,8 % de los votos en las elecciones del domingo, mientras que el excandidato de la oposición, Hernique Capriles Radonski, ganó el 49 %, señaló el Consejo Nacional Electoral de Venezuela.
La crisis persiste y la economía se sigue viendo afectada. Incluso las predicciones del gobierno de Venezuela indican que el país podría tener una inflación del 30% este año, una de las tasas más elevadas del mundo.
Además, hay escasez de alimentos. Las restricciones a la moneda y el control de precios han puesto en peligro a la economía; hay escasez de artículos básicos como harina, azúcar, arroz y sémola de maíz, un producto básico en Venezuela.
Fuimos a una panadería en el centro de Caracas. El dueño nos dijo que estaba trabajando con sus últimos tres sacos de harina. La panadería está limitando la venta de pan a cuatro hogazas por compra hasta que se estabilice el suministro de harina. Es una situación difícil si consideramos que Venezuela es un Estado petrolero que cuenta con las mayores reservas confirmadas de crudo del planeta.
“No tengo idea de cuándo conseguiré más harina y usualmente tengo a la mano 50 sacos para un mes”, dijo el dueño de la panadería, quien no quiso ser identificado por temor a las represalias del gobierno.
Al parecer, el miedo está creciendo entre los venezolanos, sin importar por quién votaron. Las amenazas del gobierno contra la oposición se vuelven más ominosas a cada instante.
“No irán al centro de Caracas para llenarlo de sangre y muerte”, advirtió Maduro a la oposición y dijo que sus protestas eran ilegales. Agregó que cree que Estados Unidos estaba financiando e incitando las protestas.
Henrique Capriles respondió con un llamado a mantener la calma, exigió una vez más un recuento electoral y, lo más importante, rogó a los manifestantes que ignoraran los llamados a protestar que emitió el miércoles y que permanecieran en sus casas. Dijo que temía que el gobierno incitara la violencia en una manifestación que él esperaba que fuera pacífica.
“El gobierno quiere que usemos la violencia para que no hablemos del tema que nos trajo hasta aquí”, dijo Capriles el martes durante una conferencia de prensa.
De vuelta en el santuario de Chávez, a quien ya se conoce como “San Hugo Chávez”, parece que hay poco interés en el enfrentamiento entre el gobierno y la oposición. La gente estaba volviendo al trabajo y a la escuela, se estaba dirigiendo a los atestados autobuses que recorren los barrios pobres.
Sin embargo, esta difícilmente es la “inspiración divina” que Chávez esperaba dar a Venezuela cuando preparó a su sucesor antes de morir. Maduro tenía una ventaja de dos dígitos sobre la oposición tras la muerte de Chávez, pero se evaporó en una breve campaña de 10 días. La oposición dijo a CNN que lo consideraban un “milagro”.
Eso indica que se ha perdido el entusiasmo por el movimiento socialista chavista de Venezuela y tal vez por la persona que le dio el nombre.