Por Adriana Noreña, especial para CNN
Nota del editor: Adriana Noreña es directora para Google Hispanoamérica. Es licenciada en Administración de Empresas de la Universidad Icesi de Colombia, y posee un MBA en el Babson College (USA) y un Master en Tecnología en el MIT.
La historia de la humanidad, y sobre todo la de América Latina, es una historia de limitaciones y de superación. Como individuos y como sociedad luchamos y trabajamos permanentemente para franquear obstáculos, transformando la realidad para crear mejores condiciones de desarrollo.
Esta dialéctica constante entre limitación y superación atraviesa hoy una realidad única en la historia. Entrando al siglo XXI y gracias a las tecnologías de la información (TICs), cada uno de nosotros tiene al alcance de su mano una cantidad de conocimientos y de herramientas que nos brindan un poder y un potencial sin precedentes.
Sin embargo, este poder muchas veces se ve frustrado porque las condiciones no permiten darle una dimensión transformadora. Aquí es donde las TICs tienen un importante rol y por eso debemos ubicarlas en el centro de una estrategia de desarrollo como sociedad.
El Global Information Technology Report (GITR) presentado esta semana en el Foro Económico Mundial de América Latina confirma, una vez más, que la adopción masiva de servicios digitales y de las tecnologías de la información es un motor clave que acelera el crecimiento y contribuye a la creación de empleo.
Según datos de Booz Allen y Hamilton, citados en el informe, a pesar de las condiciones económicas mundiales desfavorables, la digitalización habría aportado USD 193.000 millones de dólares al Producto Interno Bruto mundial y 6 millones de empleos en el año 2011.
En países tan diferentes como el Reino Unido y Corea del Sur, Internet ya contribuye a más del 7% del PIB, pero en América Latina esa contribución es solamente de alrededor del 2%, según un informe de McKinsey de 2011.
Esto debe interpretarse como una gran oportunidad para hacer crecer la contribución de Internet a las economías de los países de la región. Un ejemplo de esto es el impacto de Internet sobre el empleo: según el GITR, en el año 2011, las regiones que más se beneficiaron de la generación de empleo a partir de la digitalización fueron Asia oriental, Asia del Sur y América Latina, con más de 4 millones puestos nuevos creados.
¿Cómo podemos recorrer este camino de crecimiento en América latina? A través de la innovación, que forma parte del ADN de Internet. Un pequeño grupo de empresas disruptivas y de emprendedores en la región ya están liderando este movimiento. No obstante, es hora de pasar a la siguiente etapa y atar esta innovación a las raíces de nuestras economías, como parte de nuestra estrategia de desarrollo. Buenas bases nos permitirán hacer realidad todas las ideas de negocios que Internet ha hecho posibles y crear grandes empresas nacidas de la nueva economía, al mismo tiempo que las PyMEs de nuestros países acceden a la oportunidad de crecer y de transformarse en empresas globales rápidamente.
Una agenda común
Los pilares del crecimiento en la era digital
Hay algunos pilares sobre los cuales debemos trabajar para crear las condiciones que facilitarán el crecimiento en esta era digital: la mejora de la infraestructura, la educación y la promoción de las políticas de Internet abiertas. Esto sólo es posible con un esfuerzo conjunto de los sectores público, privado y la sociedad civil.
1. Mejor infraestructura: Con mejoras en la infraestructura, se podrán crear nuevos servicios y aplicaciones que beneficiarán a los consumidores, los emprendedores, las empresas y los gobiernos. Esto contribuirá a que nuestras sociedades sean más equitativas.
La infraestructura no se refiere solamente a la disponibilidad de equipamiento, sino también a garantizar un acceso genuino, reduciendo los costos de banda ancha -fija y móvil-, facilitando los pagos en línea y permitiendo capitalizar el potencial de los dispositivos móviles que hoy permiten desde hacer negocios en movimiento hasta superar limitaciones físicas a través de desarrollos con tecnologías abiertas.
2. Desarrollo de la educación: En el área de educación, una de las prioridades es el fomento de nuevos talentos mediante alianzas entre el sector público y el privado, entre el empresariado y el sector académico.
Abundan ejemplos donde este tipo de cooperación es fructífera: el éxito de Silicon Valley se debe en gran parte a su proximidad entre universidades de prestigio como Stanford y las empresas allí instaladas, una cercanía no solo física sino también de alineación estratégica que potencia los esfuerzos de las universidades y del mundo de los negocios.
Modelos similares surgen en América latina con el Instituto de Altos Estudios Empresariales en Argentina, el Instituto Tecnológico de Monterrey en México y la Universidad Adolfo Ibáñez en Chile, que trabajan en colaboración con el sector empresario para estimular la investigación y el desarrollo.
Debemos además ser capaces de catalizar la investigación básica porque apenas estamos conociendo los desafíos que nos impone el siglo XXI; sabemos que será un período fascinante pero que tendremos que enfrentar nuevos modelos de pensamiento y de investigación.
Parte de la educación entendida en sentido amplio es también participar en iniciativas público-privadas que pueden fomentar el crecimiento de la economía Web, educando al pequeño empresariado y a los emprendedores. “Conecta tu Negocio” por ejemplo, es una iniciativa público-privada, impulsada por Google y los gobiernos de diferentes países, que ya se ha puesto en marcha en 20 países, incluyendo Brasil y México. En este último, 59.000 empresas locales ya lograron ponerse online a través de este proyecto en poco más de un año.
3. Políticas públicas: El principal reto en cuanto a políticas públicas es el de garantizar una Internet inalámbrica de alta velocidad, a costos asequibles y abierta. A esto se suma la necesidad de contar con marcos regulatorios de Internet más claros y actualizados, que permitan generar más contenido local y potencien los negocios online. Internet no es la solución mágica a los problemas del mundo, pero ha demostrado ser una parte clave del desarrollo económico, social y político.
Como latinoamericana, estaría muy orgullosa de que el próximo Google naciera en América Latina o de que las próximas compañías que se integren al Nasdaq surjan de nuestra región. Pero sobre todo, de que veamos cómo nuestra innovación se traduce en mejores condiciones para nuestros habitantes. Internet es una tecnología disruptiva y horizontal, en su naturaleza está el acceso y la colaboración, por eso confiamos en que su integración nos lleve a todos a un próximo nivel de desarrollo. Es hora de trabajar juntos en hacer realidad este potencial.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Adriana Noreña)