(CNN Español) – Y al final no hubo milagro en el Camp Nou. Quizás en parte porque el mago que podría haberlo obrado ni siquiera saltó al césped. Lionel Messi, con una inoportuna lesión, vio desde el banquillo cómo su equipo, el FC Barcelona, era arrasado 3-0 por un Bayern de Munich muy superior en la Liga de Campeones.
El conjunto alemán ya había demostrado su solidez en el partido de ida con un contundente 4-0.
Así se consumó la anticipada final alemana, un día después de que el Borussia Dortmund despachara al Real Madrid en la otra semifinal a pesar de perder 2-0 en el Santiago Bernabéu.
El Barcelona sin Messi fue una caricatura del equipo que deslumbró durante años en Europa y prácticamente no llegó a inquietar la portería de Manuel Heuer.
La primera parte terminó con empate a cero y con poca fe del equipo local en una posible remontada. En la segunda, llegó el huracán del equipo bávaro, que se adelantó en el minuto 48 con un gol del holandés Arjen Robben de un potente disparo con su pierna izquierda que se incrustó en la escuadra de Víctor Valdés.
A partir de ese momento, el Barcelona se derrumbó y quedó a merced del Bayern, que amplió la ventaja en el minuto 72 con un gol en propia puerta de Gerard Piqué tras rechazar un pase de Frank Ribery.
Thomas Muller con un poderoso cabezazo culminó la goleada en el minuto 76 de nuevo a pase de Ribery.
Así que el 25 de mayo, Wembley verá la consagración de un equipo alemán como el mejor de Europa, y el Bayern tendrá oportunidad de hacer olvidar su cruel derrota en los penales de la final del año pasado, en la que cayó frente al Chelsea.
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