A los prisioneros en huelga de hambre se les debe alimentar a través de tubos que se introducen por la nariz.

Por Chris Lawrence y Matt Smith

Nota del editor: Esta historia contiene lenguaje explícito que puede resultar ofensivo para algunos lectores.

Bahía de Guantánamo, Cuba (CNN) —
Para los más de 160 internos de este campo de prisioneros estadounidense, cada amanecer implica un día más en el que prefieren morir de hambre que sobrevivir.

Para los soldados estadounidenses que los custodian, cada día trae consigo una lluvia de obscenidades y desechos, tanto físicos como verbales.

A más de una década de que los primeros prisioneros llegaran a la base estadounidense en la que se custodia a los detenidos por la guerra que Estados Unidos está librando contra el terrorismo, la prisión de la Bahía de Guantánamo está en crisis.

De los más de 700 detenidos que llegó a albergar, quedan solo 166. De ellos, a más de la mitad ya se les autorizó su transferencia, pero languidecen mientras el gobierno de Obama y el Congreso discuten si se debe cerrar la prisión. Un puñado están sujetos a juicio ante una comisión militar, proceso que ha recibido críticas por ser ineficaz e injusto.

“Las comisiones son una burla”, escribió el prisionero Muhammad Rahim al Afghani a su abogado en marzo. “Si pierdes, vas a prisión de por vida. Si ganas, te detienen indefinidamente de por vida”.

Al Afghani está detenido en Guantánamo desde 2008: lo transfirieron allí después de haber estado en custodia de la CIA. El Pentágono indica que fue uno de los “facilitadores y especialistas en adquisiciones de mayor confianza” de Osama bin Laden, fundador de al Qaeda.

Más de la mitad de los presos están en huelga de hambre. Algunos toman suplementos nutricionales líquidos, pero se está alimentando en contra de su voluntad a unos 30, práctica que ha sido condenada por los grupos de defensa de derechos humanos y la Asociación Médica de Estados Unidos. Las fuerzas armadas llamaron personal médico adicional para manejar la protesta.

Se ha trasladado a la mayoría de los internos a dos secciones, llamadas Campo V y Campo VI. En general, parece una típica prisión civil, con dos pisos de celdas con vistas a una sala llena de mesas metálicas. El aire acondicionado arroja una ráfaga helada cuando entras desde el denso ambiente tropical del exterior.

Solía permitirse la convivencia entre los detenidos, pero eso terminó cuando se encontraron armas improvisadas durante un cateo. Ahora, están detenidos en celdas individuales con pesadas puertas de acero.

Se les permite ver películas y algunas series de televisión en sillones reclinables, aunque permanecen con los pies encadenados al piso.

Están bajo la vigilancia de estadounidenses. Algunos de ellos se enfrentan a diario con un torrente de agresiones. “Usan lenguaje extremadamente vulgar con las mujeres y desafortunadamente, he experimentado eso muchas veces”, dijo una joven que trabaja como guardia. Las fuerzas armadas no permitieron que se le identificara e incluso en su gafete, se ve solo un número. Sin embargo, dice que tiene 21 años y que ya sirvió en una ocasión en la prisión militar de Fort Leavenworth, en Kansas.

En Guantánamo, los prisioneros la llaman “perra”, “prostituta” o “zorra”. Pero peor que los insultos es lo que los guardias llaman “salpicadura”: arrojan orina o heces contra los guardias. A algunos les ha pasado “todos los días” desde hace mes y medio, relató. “Dicen cosas como: ‘Orinaré en tu cara’”, cuenta. “Te dicen: ‘Huy, te arrojaron mierda, te faltaron al respeto’ o ‘Nadie te quiere, eres basura’”.

Las puertas de las celdas tienen cajas por las que se introduce la comida. Están diseñadas para minimizar el contacto con los internos y reducir las salpicaduras, pero no las eliminan.

De inmediato, se limpian los pisos y los muros, pero aún quedan restos de heces pegados en las láminas de espuma que recubren el techo de las unidades. La joven guardia contó que a quienes salpican, como a ella, los envían al hospital y les informan si su agresor porta alguna enfermedad, les hacen pruebas de sangre y “te envían de vuelta al trabajo de inmediato”.

El campo de prisioneros abrió en 2002. El presidente Barack Obama asumió la presidencia y se comprometió a cerrar la prisión; en abril dijo a los reporteros que aún pretende cerrarla. “Creo que es vital que entendamos que Guantánamo no necesariamente sirve para mantener seguro a Estados Unidos”, dijo a los reporteros durante una conferencia en la Casa Blanca. “Es costosa, ineficaz, lesiona nuestra imagen internacional. Reduce la cooperación con nuestros aliados en las labores del contraterrorismo. Es una herramienta de reclutamiento para los extremistas. Es necesario cerrarla”.

Sin embargo, el Congreso ha prohibido al gobierno que traslade a los detenidos a las prisiones estatales. El gobierno interrumpió la transferencia de 56 internos originarios de Yemen en 2010 a causa de las “situación poco estable” en el país, considerado semillero de al Qaeda.

Un puñado de detenidos se sometió a juicio ante comisiones militares. Hay juicios pendientes contra otros más, entre ellos Khalid Sheikh Mohammed, el organizador confeso de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Sin embargo, el avance es extremadamente lento, mientras que otros internos de menor importancia que se han declarado culpables ya fueron enviados a sus países de origen.

El excoronel de la Fuerza Aérea, Morris Davis, antiguo fiscal jefe en Guantánamo, dijo en el programa Amanpour, de CNN: “Es un sistema de justicia extraño y pervertido en el que ser condenado por un crimen de guerra es tu boleto de vuelta a casa. Si nunca presentan cargos en tu contra ni te condenan, pasarás el resto de tu vida en Guantánamo”.

Davis renunció a su cargo en 2007, bajo el argumento de que los juicios contra varios sospechosos de terrorismo estaban “profundamente politizados”.

El estatus estancado de los detenidos ha alimentado las huelgas de hambre, que empezaron con cerca de media docena de presos y ahora son más de 100. “Esta es la única opción que les queda, decir: ‘Bueno, seguimos aquí. Seguimos siendo su responsabilidad. ¿Nos van a dejar aquí pudriéndonos hasta el fin de los tiempos?’”, dijo Cori Crider, abogada que representa a varios detenidos. Unos 30 se niegan a tomar las bebidas nutricionales y se les debe alimentar a través de tubos que se introducen por la nariz.

La Asociación Médica Estadounidense (AMA) ha criticado esta práctica y señala que es una violación de la ética profesional. “Todos los pacientes capaces tienen el derecho de negarse a recibir atención médica, incluso las intervenciones para conservar la vida”, escribió Jeremy Lazarus, presidente de la AMA, al secretario de Defensa, Chuck Hagel.

El Pentágono señala que el programa de alimentación es legal y humano. Sin embargo, el capitán Robert Durand, vocero de la prisión, reconoce que las opciones de los administradores se están agotando.

“Si alguien alguna vez ha tomado una lata de Ensure o Muscle Milk, sabe que en la misma lata dice que no está diseñado como una fuente de nutrición única y a largo plazo”, dijo Durand. “Así que hay consecuencias cuando obtienes todos tus nutrientes a través de un suplemento líquido”.

El corresponsal de CNN en el Pentágono, Chis Lawrence, reportó desde Bahía de Guantánamo. Matt Smith reportó desde Atlanta.