Por Leif Coorlim
Nota del editor: Este artículo es parte de The Fighters, una serie de reportes de una película que se estrenará en CNN el 17 y 18 de mayo. El documental es un resultado de dos años de trabajo encubierto y rodaje en Filipinas.
Manila, Filipinas (CNN).- Manny Pacquiao no es un dios, pero eso no impide que millones de filipinos lo adoren. Desde su primera pelea profesional a los 16 años, Pacquiao ha acumulado un récord profesional formidable de 54-5-2.
Posiblemente es la persona más famosa en la historia del país, obtuvo el título mundial en 10 ocasiones, es la primera persona en ganar cinturones en ocho divisiones separadas de peso y en 2012 fue uno de los atletas mejor pagados en el mundo, ganando 62 millones de dólares, más que Tiger Woods, Lebron James, Roger Federer y Cristiano Ronaldo.
Además, es actor, conductor y cantante. Ah y en 2010, los votantes eligieron a Pacquiao para la Cámara de Representantes de Filipinas, donde sirve para el distrito de Sarangani.
La historia de Paquiao está más cerca de ser un cuento que un hecho.
El hombre que ganó el título de “Luchador de la Década” entre los años 2000 y 2009 por el Consejo Mundial de Boxeo (WBC, por sus siglas en inglés), proviene de las raíces más humildes.
Nacido en 1978 en una villa pequeña llamada Kibawe, Pacquiao vivió con su madre y cinco hermanos: “Cuando era joven mis padres no tenían trabajo. No teníamos una casa. A veces ni siquiera podíamos pagar una comida al día”, dice Pacquiao.
“Caminaba las calles para vender, así es cómo ganaba dinero cuando era niño. Me siento apenado por mi madre. Quería estudiar tanto. Sin embargo dejé de estudiar y seguí con el boxeo”.
A los 14 años, Manny se mudó a Manila donde dice que vivió un tiempo bajo una caja de cartón en un parque. Encontró trabajo como sirviente de un hombre rico, que lo trató bien, dice. Cuando comenzó a boxear en la adolescencia, admite que ponía piedras en sus bolsillos para llegar al peso mínimo de 47 kilogramos.
Cuando tenía 16 años, Pacquiao decidió perseguir una carrera profesional en el boxeo. Con 1.40 metros y un peso de 44.4 kilogramos, era improbable que diera miedo a los primeros oponentes, pero sus puños rápidos y tenacidad implacable rápidamente le hicieron ganar respeto.
Ganó reconocimiento global en 2001, cuando como reemplazo de último momento, venció al campeón de peso supergallo de la Federación Internacional de Boxeo, Lehlohonolo Ledwaba. Pacquiao ganó la pelea por un knockout técnico para llevarse el título, su segundo título importante mundial en el boxeo.
“Un chico muy agradable”
Diez años después, estoy en medio del casino del MGM Grand.
“¿Quieres conocerlo?”. La pregunta vino de un productor de documentales, que hacía un perfil de Pacquiao.
Era el 6 de mayo de 2011, la noche antes de que el campeón defendiera su título de peso wélter de la Organización Mundial de Boxeo en contra de Shane Mosley. El lugar en Las Vegas estaba lleno de energía, gente que apostaba y fiesteros que apenas comenzaban mientras se acercaba la medianoche. Dije que sí, por supuesto.
Mientras subíamos al elevador y caminábamos por el pasillo hacia su suite, tuve el mismo sentimiento que podrías sentir cuando entras a un espacio especial y reverencial. Dos guardaespaldas cuidaban la puerta. Reconocieron a mi amigo y nos dejaron pasar.
Esperaba una escena reverencial y ascética. Una habitación tranquila llena con su familia y amigos cercanos que hablaban calladamente, con cuidado de no molestar al líder mientras se preparaba para pelear en menos de 24 horas.
En su lugar, lo que encontré fue una turba. Al menos 100 personas estaban en su habitación. La mayoría eran filipinos que le daban buenos deseos. Mientras intentábamos pasar, alguien nos dijo que Pacquiao y su esposa, Jinkee, se habían retirado a la recámara. Nos fuimos, pero no estaba decepcionado. Descubrí que pronto lo conocería bien en Manila.
Esa noche bebí con su guardia de seguridad. Quería conocer al hombre al que cubriría. Quería escuchar cómo era en palabras de una persona que a menudo era la más cercana a él, su guardaespaldas, en un momento de descuido.
Dio pocos secretos. “Manny es un chico muy agradable. Muy bueno con las personas a su alrededor. Cree que está aquí por un propósito. Que su ascenso significa que tiene una responsabilidad para tomar esa posición y hacer algo bueno con ella”.
Pacquiao ganó la pelea fácilmente. Lo vi desde la sala de prensa. Después, Pacquiao se sintió lo suficientemente bien para dar un concierto en el hotel Mandalay Bay enfrente del MGM Grand Casino.
Dijo: “Considero mi experiencia en la vida como una ventaja en todo lo que hago. Estaba ahí e hice mi ascenso hasta aquí. Lo he experimentado todo. Fui entrenado por todas las dificultades de la vida, así que siento el dolor de los pobres”.
“Los filipinos no están a la venta”
En 2010, poco después de ser elegido como congresista del distrito Sarangani, dio un discurso en el que afirmó que el país debe hacer más para organizarse y financiar los esfuerzos de agencias antitrata de personas. Inmediatamente, comenzó a trabajar con el Foro Visayan, que en ese momento, era la mayor organización altruista contra la trata de personas en el país.
“Creo que Manny es un hito muy importante en nuestra lucha contra la trata de personas aquí en Filipinas debido a que los jóvenes en realidad creen en Manny y lo escuchan”, dice Cecilia Flores-Oebanda, directora ejecutiva de la Fundación Foro Visayan, una organización altruista fundada en 1991 para ayudar a las víctimas de servidumbre doméstica y prostitución forzada.
“Es un tipo que trabaja duro, vino de una familia muy pobre. Inspira a muchas personas. Por supuesto, todos quieren a Manny en su propia campaña, pero estoy feliz de que Manny se una a nuestra lucha”.
Pacquiao llegó a la sede de Foro Visayan para escuchar directamente a las niñas que habían sido victimizadas.
Habló con tres niñas rescatadas, todas menores de 12 años. Habían sido forzadas a realizar actos sexuales en una sala de videochat para varios hombres extranjeros.
Algunos hombres demandaron que realizaran actos sexuales con hombres de las calles, bebieran su propia orina o incluso actos más horrendos. Un hombre fuera de cámara forzaba la obediencia de las niñas.
Pacquiao se quedó temblando.
“Ahora que estoy aquí como congresista, sé lo que hago. Sé lo que puedo hacer para ayudar a las personas. Estos traficantes ya han sido advertidos. Solo necesitamos prestar atención para sostener esto. También necesitamos financiamiento del Congreso. Además, necesitamos una coordinación cercana entre las agencias gubernamentales. Al mismo tiempo, necesitamos coordinación dentro de varios gobiernos locales”, dijo Pacquiao.
En febrero de 2012, Pacquiao dio un discurso en el congreso en el que resaltó la necesidad de detener la trata de personas.
“En mi visita a Foro Visayan hablé con niños de hasta nueve años quienes son traficados por prostitución”, dijo Pacquiao al Congreso. “Como políticos, necesitamos ser fieles a nuestras propias palabras y acciones. Necesitamos enviar un mensaje claro; que los filipinos no están a la venta”.
“Recuérdenme como un servidor público”
Ahora, más de un año después, Filipinas está en medio de una elección. El congresista Pacquiao de nuevo está en campaña; esta vez con la esperanza de convertir su popularidad en una victoria para su esposa, Jinkee, quien se postula para vicegobernadora del distrito Sarangani.
Hacer campaña con su esposa es un paso hacia la vida después del boxeo. Y rumores de las propias ambiciones políticas del campeón de boxeo van más allá de la Cámara de Representantes.
Ahora, recién salido de su sorprendente derrota contra Juan Manuel Márquez, en la que quedó inconsciente y acostado boca abajo durante varios segundos antes de ser llevado a su esquina, Pacquiao mira hacia el futuro.
Treinta y cuatro es una edad avanzada para un boxeador. Con más de 60 peleas profesionales en su haber, el miedo entre aquellos en su círculo es que se quedará demasiado tiempo en el juego y hará un daño permanente a su situación.
Al hablar con un productor de CNN en Tagalog, Pacquiao dice: “En boxeo, no creo que las personas me olviden después de que me retire. Pero realmente quiero que las personas me recuerden como un servidor público, que es bueno, que es un campeón para la gente”.
Menos de dos meses después de su derrota contra Márquez, Pacquiao tuvo una victoria igual de sorprendente.
El 13 de febrero de 2013, el presidente de Filipinas, Beningno Aquino III, firmó el proyecto de ley contra la trata de personas que Pacquiao había defendido y la convirtió en una ley.
Para miles de filipinos vulnerables cuyas vidas pueden cambiar o incluso ser salvadas, esta lucha de Pacquiao es un legado que durará más allá del cuadrilátero.