Por Ismael Nuño, especial para CNN
Nota del editor: El médico Ismael Nuño es asesor del Instituto de bioingeniería Alfred Mann y autor del libro ‘El espíritu del corazón, historias de familia, esperanza, pérdida y sanación’.
(CNN) — “Ay, Dios mío, estoy comiendo como un caballo y parezco un elefante relleno”.
Esas eran las palabras que los adolescentes usaban comúnmente en la escuela de mi hija.
Las jóvenes con trastornos de la conducta alimentaria típicamente creen que tienen sobrepeso u obesidad. Reducen radicalmente su ingesta calórica e incrementan agresivamente su actividad física para quemar todas las calorías que consumen.
Las complicaciones cardiacas son una de los posibles consecuencias de esta grave deficiencia de proteínas asociada con los trastornos alimentarios. La actividad eléctrica del cerebro se vuelve anormal y la transmisión del impulso eléctrico se retrasa o queda inexistente. Esto puede provocar una muerte cardiaca súbita.
Mi hija de 18 años, Catharine, murió en Los Ángeles en 1995 después de luchar durante cuatro años contra la anorexia nerviosa.
Estuvo hospitalizada en el Centro Médico Nacional de los Niños en Washington, una unidad con enfermeras especialistas en pediatría, expertos en metabolismo y psicólogos, todos dedicados a atender a las jóvenes con trastornos de la conducta alimentaria. Todas las pacientes eran pequeñas y delgadas.
Catharine siguió su tratamiento en la Universidad de California y era paciente ambulatoria de la unidad de psiquiatría. Siguió luchando contra su trastorno alimentario, pero eventualmente perdió la guerra. Desarrolló una arritmia cardiaca que finalmente la mató.
Como padre, recuerdo esos momentos en los que vi a una jovencita pelear por su vida. Observo los esfuerzos que hoy hacen los médicos y especialistas en trastornos de la conducta alimentaria y sonrío, porque esta enfermedad se entiende mejor actualmente.
Como padre de una de estas jóvenes, puedo advertir a otros padres acerca de algunas posibles señales de alerta. Si las detectan, los padres deben buscar ayuda para su hijo.
Cambios de conducta:
— El adolescente inicia una dieta y comenta que otras personas en su escuela también la hacen.
— Puede volverse retraído o más tímido de lo usual. Se vuelven más callados, expresan menos su opinión y su socialización disminuye.
— Se vuelven meticulosos en sus actividades diarias. Constantemente limpian su habitación o se arreglan. Limpian en exceso.
— Hay un incremento en su actividad física. Podría unirse al equipo de atletismo o a algún otro deporte y volverse agresivo en la práctica. Se vuelven muy competitivos y tienen éxito en el deporte.
— Académicamente también son muy competitivos y mantienen un promedio alto. Son tan agresivos académicamente como en lo físico.
— Las jóvenes empiezan a actuar como sus madres en cuanto a apariencia y comportamiento.
(Lee más sobre las primeras señales para detectar los trastornos de la conducta alimentaria en niños.)
Hábitos alimentarios:
— Hay un sutil decremento en la cantidad de comida que ingieren en familia, o comen por separado. Hay una disminución progresiva de su ingesta calórica.
— Empiezan a probar nuevos productos bajos en calorías y en aportación nutricional. Luego dejan de desayunar, comer o cenar porque se sienten “demasiado llenos”.
— Beben mucha agua para llenar su estómago. El agua no tiene calorías y sacia el apetito.
— Van al baño inmediatamente después de comer para vomitar y deshacerse del peso calórico.
Recomendaciones para lidiar con los programas de hospitalización y atención ambulatoria
— Busquen una unidad que cuente con un equipo especializado en trastornos de la conducta alimentaria con pediatra, endocrinólogo, terapeuta, nutriólogo y varios consejeros que interactúen personalmente con el paciente. Usualmente se encuentran en los grandes centros médicos.
— Asistan a psicoterapia familiar e incluyan a sus otros hijos. Se sorprenderán al saber cómo se sienten. Algunos podrían sentir enojo contra el hermano enfermo, contra la enfermedad o contra los padres por no resolver el problema.
— Asegúrense de incluir a sus demás hijos en las discusiones familiares. Háganlos sentir que son parte de la solución y de la recuperación de su hermano.
— Muéstrense abiertos a la posibilidad de una terapia farmacológica oral. Hay varias opciones para combatir los trastornos de la conducta alimentaria.
— Sobre todo, no pierdan de vista el plan en general y el destino. Como padre, debes ser el timón hasta que pase la tormenta.
El tratamiento y el manejo de los trastornos de la conducta alimentaria evolucionan con el paso del tiempo y todos estamos aprendiendo más al respecto. La recomendación más importante que tengo como padre es que busquen ayuda.