Por Rebecca Bluitt, especial para CNN
(CNN) — En las costas de Hawaii, la ballena jorobada fascina a los espectadores y científicos por igual con sus saltos acrobáticos, sus complejos cantos y su recuperación espectacular.
“Cuando empezamos, decían que había cientos de ballenas allá afuera”, señala Jim Darling, un reconocido investigador de ballenas y cofundador de Whale Trust Maui, una organización no lucrativa que estudia a las ballenas en las aguas de la isla hawaiana. “Ahora, los mejores cálculos sugieren que hay unas 20.000 ballenas”.
“Son parte de la cultura local en cierta forma. Y eso ha incluido a la cultura nacional también”, dice Darling, quien hace referencia al próspero negocio de observación de ballenas. El turismo relacionado con las ballenas añadió cerca de 2.000 millones de dólares (25.000 millones de pesos) a la economía mundial en 2012, cifra que podría aumentar un 10% cada año.
Las ballenas jorobadas son del tamaño de un autobús escolar y pesan en promedio 45 toneladas; son animales impresionantes. Pero no siempre fueron una parte tan visible del paisaje marino hawaiano. La recuperación reciente, tras estar al borde de la extinción y a merced de los cazadores de ballenas, es tan notable como estos animales y su capacidad de resarcimiento ha provocado el asombro de los expertos.
“El que hayan podido recuperarse de esta forma demuestra que si les damos la oportunidad es posible lograrlo”, dice Darling.
Las estrictas restricciones internacionales contra la caza de ballenas, que se implementaron en 1966, le dieron a la población de ballenas jorobadas una oportunidad de recuperarse. Pero ¿en realidad son muchas 20.000 ballenas jorobadas en todo el Pacífico Norte?
“Cuando lo piensas de esa manera, no”, dice Darling. “Es decir, piensa en la cantidad de personas que asisten a un partido de futbol. Es solo una pequeña porción. Pero son muchas más de las que había”.
La recuperación es tal que algunas personas argumentan que la ballena jorobada del Pacífico Norte debería salir de la lista de especies en peligro de extinción que emite el gobierno estadounidense. La Alianza de Pescadores para la Conservación y la Tradición de Hawaii pidió recientemente que se omitiera a la ballena jorobada en la lista bajo el argumento de que el aumento en la población de estos ejemplares requiere una reevaluación de las restricciones actuales a las técnicas de pesca.
Japón, el mayor país ballenero del mundo, ya se ha respaldado bajo una laguna legal que existe en la legislación en contra de la caza de ballenas para matar a ciertas especies de cetáceos. Los cazadores afirman que los esqueletos son utilizados en investigaciones científicas —sirven para reunir datos sobre la edad de los animales, su dieta, su tasa de natalidad— antes de que la carne sea empacada y vendida.
En 2007, los balleneros japoneses insistieron en que la recuperación de esta especie justifica que sean agregadas a su lista de futuras presas. Sin embargo, la indignación de la comunidad internacional los obligó a retractarse, al menos por ahora. Darling cree que este antaño conflicto entre humanos y ballenas jorobadas es la mayor amenaza para el futuro de estos animales.
“En lo que concierne a las redes y a los choques con los navíos, podemos hacer que los barcos reduzcan la velocidad o advertir a las naves cuando haya ballenas en la zona, también idear diferentes clases de equipos de pesca que podrían reducir los enredos. Hay formas de resolver esos problemas”, dice.
“Los principales obstáculos sobre cómo prevaleceran nuestros objetivos a largo plazo cada vez serán más desafiantes”, añadió.
“Es un reto”, afirma Darling, “que Whale Trust Maui está dispuesto a encarar”.