Juan Carlos Cerda cursa el tercer año de estudios universitarios en Yale (Juan Carlos Cerda/ Cortesía).

(CNNMéxico) — Siguiendo una tendencia del último año, la Universidad de Notre Dame informó esta semana que aceptará a los estudiantes indocumentados que soliciten su admisión.

La decisión se tomó luego de que la universidad considerara que “darle la bienvenida a los marginados” es parte de la responsabilidad social del catolicismo, dijo Dennis Brown, portavoz de la universidad. “Queremos que los estudiantes indocumentados y sus padres sepan que son bienvenidos”, dijo. Hasta el momento, la Universidad de Notre Dame dijo no tener estudiantes indocumentados.

De acuerdo al reporte de CNNMoney, en el último año, otros centros de estudio que encabezan los listados de las mejores universidades de Estados Unidos, como Dartmouth, Stanford, Duke y la Universidad de Chicago dijeron explícitamente que recibirán las solicitudes de estudiantes indocumentados y que incluso quienes sean admitidos podrán obtener ayuda financiera.

Otras instituciones como la Universidad de Columbia, la Universidad de Pennsylvania, Yale, Harvard y Princeton dijeron que todas las solicitudes de admisión son consideradas a pesar de la ciudadanía y estatus migratorio del alumno. Sin embargo, dijeron que no ahondarán sobre si tienen entre sus filas a estudiantes indocumentados.

Presentar una solicitud de admisión a este tipo de instituciones podría no ser tan sencillo por el miedo de que su estatus migratorio sea revelado, además de que en ocasiones encontrar el financiamiento para pagar colegiaturas es una tarea titánica. Aproximadamente, asistir a una universidad privada como Notre Dame, tiene un costo de 50.000 dólares por año, y los alumnos indocumentados no tienen acceso a los apoyos del gobierno federal. Casi el 30% de los niños indocumentados viven debajo de la línea de pobreza, de acuerdo con el Pew Hispanic Research Center.

Juan Carlos Cerda, ser indocumentado en Yale

Ser indocumentado no detuvo a Juan Carlos Cerda, quien actualmente cursa el tercer año en la universidad de Yale. Juan Carlos nació en Bocas, San Luis Potosí. Cuando tenía 3 años cruzó por primera vez la frontera entre Estados Unidos y México, acción que repetiría a los 7 años.

En la preparatoria, en Texas, el mexicano tomó seis clases avanzadas y obtuvo un promedio general de 4.6 puntos, que en México equivale a calificaciones de más de 100. Tras finalizar sus estudios, aplicó a las universidades más prestigiadas de Estados Unidos y decidió ir a Yale.

Juan Carlos dijo que le debe su educación a David Perryman, quien fue su profesor en la preparatoria Grand Prairie. “Si no fuera por [Perryman] no creo que estar en Yale hubiera sido posible, no creo que otro profesor hubiera estado dispuesto a darme una recomendación tan positiva”, dijo Juan Carlos.  Perryman facilitó la educación de Juan Carlos, al conseguir que le fuera prestada una computadora de la escuela sin necesidad de pagar por esta, e incluso, ayudó a que él usara el acceso de internet de una primaria cercana a su casa, debido a que la familia Cerda no tenía esa posibilidad. “Lo que me motivaba a seguir era el miedo de decepcionar a mis maestros y a todos quienes creían en mí”, dijo Juan Carlos.

Si bien las políticas de admisión en Yale consideran a todos sus solicitantes para obtener ayuda financiera, no cubre los gastos de vivienda, que ascienden a 3.000 dólares. Para obtener los fondos, Juan Carlos regresa a su casa en Grand Prairie, Texas durante el verano y recolecta los sobrantes de cable de su padre, un electricista, para venderlo por libras, por lo que obtiene varios cientos de dólares por cerca de 100 kilogramos de cable.

En junio de 2012, Barack Obama firmó el decreto de la Acción Diferida (DACA, por sus siglas en inglés) por el que concedía la permanencia legal durante dos años a aquellos jóvenes que llegaron antes de los 16 años al país, estudiaban o se habían graduado, y no tenían registros criminales. Sin embargo, este programa no le otorga la ciudadanía a los solicitantes. Desde el 15 de agosto, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) recibió un total de 588,725 solicitudes, de las cuales fueron aprobadas 567.563.

Juan Carlos recibió la Acción Diferida en noviembre de 2012. Actualmente trabaja como un técnico de computadoras y ayuda a la reparación de las computadoras de la escuela. “Me sentí muy solo los últimos dos años, y sabía de que probablemente había otros como yo aquí”, dijo Juan Carlos. “Yale es el cielo para los estudiantes indocumentados”, agregó.

Oportunidades escolares sin oportunidades laborales claras

Desde 2001, los jóvenes indocumentados comenzaron sus esfuerzos por defenderse de las leyes antiinmigrantes que cada estado iba aprobando. Una de las reformas que más les afectó fue la limitación para acceder a becas universitarias, que les permitieran costear las colegiaturas de entre 40.000 y 70.000 dólares anuales, dijo  Eileen Truax, autora del libro Dreamers.

Comenzaron a crear grupos de debate para encontrar una vía legal para acceder a la educación. “Si tú eres un indocumentado, no tienes número de seguro social. Cuando quieres ir a la universidad no puedes acceder a los apoyos económicos o financiamientos, y por tanto probablemente no podrás ir a la universidad” según Truax.

Sin embargo, encontrar el financiamiento no es el único problema, sino la falta de oportunidad laboral al terminar la educación superior. “Creo que me regresé porque sé que mis papás se fueron para darnos una mejor educación y mientras estaba allá, sentí que todo ese esfuerzo se iba a la basura si trabajaba en una florería, cuidando a una niña o en una carnicería”, dijo Maru, una joven mexicana de 29 años que emigró a Nueva York cuando tenía ocho, quien regresó a México luego de no encontrar una oportunidad de trabajo a pesar de tener un título universitario.

De 2005 a 2010, más de 1,4 millones de mexicanos volvieron a su país tras vivir en EU, de acuerdo con el reporte Net Migration from Mexico Falls to Zero (and Perhaps Less), del Pew Hispanic Center. Se estima que más de 400.000 fueron jóvenes en la última década, según la Encuesta Sobre Migración de la Frontera Norte (EMIF-N).

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