Por Nic Robertson, CNN
(CNN) — El supuesto agente de Al Qaeda, Abu Anas al Libi, quien está acusado de jugar un papel en los bombardeos contra las embajadas de Estados Unidos en Kenya y Tanzania en 1998, negó los cargos por terrorismo cuando compareció ante un tribunal federal en Nueva York el martes.
Después de su declaración, ahora podemos esperar que la parte acusadora exponga en detalle su supuesta implicación, que proporcione pruebas de sus estrechos vínculos con Osama bin Laden, que explique en detalle sus habilidades informáticas y, sobre todo, que presente información sobre las fotografías de la embajada de Estados Unidos en Nairobi, que supuestamente tomó antes del ataque. Lo que no escucharemos es cómo este juicio puede beneficiar a Al Qaeda.
Libia tiene petróleo y es una de las naciones más ricas de África. En los dos años que han transcurrido desde que se derrocó al dictador Muamar Gadafi, Al Qaeda y sus aliados islamistas se han fortalecido en la región.
Los soldados de la fuerza Delta del Ejército de Estados Unidos capturaron a al Libi el 5 de octubre afuera de su casa en la capital de Líbano, Trípoli. Después de su arresto, ocurrió el secuestro y la subsiguiente liberación del primer ministro de Libia, Ali Zeidan, un incidente al que calificó como un intento de golpe. De acuerdo con el ministro de Justicia, el país está a punto de convertirse en un estado fallido. No hay un Ejército ni policía nacionales. Dominan las milicias como la que secuestró al primer ministro.
¿Quién detenta el poder real?
Parece que esto se está decidiendo no por medio de la política sino por medio de la confrontación. En la actualidad, los islamistas tienen gran peso en algunas partes del país. El juicio de al Libi en Nueva York influirá en los acontecimientos en Libia y podría suponer combustible para los islamistas.
El ministro de Justicia de Libia, Salah Marghani, dice que confía en el sistema de justicia de Estados Unidos y también en que al Libi es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Esa declaración enoja a los islamistas de Libia, que son implacablemente hostiles hacia EU y utilizarán la relación que el gobierno libio tiene con Washington como un arma.
A la mayoría de los libios les agrada Estados Unidos, y están agradecidos con el país y con la OTAN por ayudarlos a derrocar a Gadafi. Pero ante la creciente ausencia de un Estado de derecho en Libia, en ocasiones estan indefensos.
¿Cómo es la ausencia del Estado de derecho en Libia?
Lo descubrí de primera mano hace algunos días. Mientras filmaba un gran incendio en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Libia, a unos metros de mi hotel, nos rodeó un grupo de justicieros con aspecto de matones. El hombre de la barba más larga, a quien llamaban Sheik,estaba a cargo. No portaban uniformes ni identificaciones y trataban de llevarnos con ellos, incluso luchaban por retirar las llaves del automóvil del arranque mientras tratábamos de huir. Por momentos, parecía un secuestro.
Un transeúnte educado intervino. Unas pocas horas después, el hombre al que había entrevistado la noche anterior me devolvió mi cámara. Él controla las milicias en Trípoli y liberó al primer ministro de su secuestro tan solo unos días antes.
A poca distancia de mi hotel, casi nos capturan y fue la milicia, no el gobierno, la que tenía el poder para salvarnos. Después supe que esa misma milicia tenía un representante en nuestro hotel. Se trataba de un hombre llamado Sheikh Hamza y que guardaba una escopeta bajo el escritorio.
¿Qué papel juega el juicio de al Libi en este desastre?
Cuando capturaron a al Libi, Al Qaeda amenazó con secuestrar estadounidenses en Libia y atacar intereses occidentales. En el este del país, cerca de Bengasi —donde Al Qaeda y los islamistas son más fuertes y donde asesinaron al embajador de Estados Unidos, Chris Stevens—, la seguridad para los occidentales se había deteriorado.
Durante la última semana, el consulado sueco en Bengasi sufrió un ataque y el diplomático de Malta, uno de los últimos en la ciudad, se vio forzado a huir. Al Qaeda está haciendo todo lo que puede para utilizar el caso de al Libi como elemento de presión. Estarán observando el juicio atentamente.
¿Qué piensan los libios de al Libi?
La mayoría de los libios a los que conocí no entienden por qué Estados Unidos capturó a al Libi en ese momento. Saben lo frágil que es la seguridad del país y temen las repercusiones. La mayoría supone que su arresto tuvo más que ver con la política estadounidense que con algún beneficio para Libia.
Han escuchado lo que su familia ha dicho: que ya no pertenecía a Al Qaeda y que llevaba una vida abierta en la capital. A falta de pruebas de lo contrario, es lo que creen por el momento. Desean que tenga un juicio justo, pero si es culpable, quieren que reciba un castigo y por supuesto, no quieren que regrese si todavía pertenece a Al Qaeda. Temen que crezcan las facciones islamistas y francamente desean que Estados Unidos haga más al respecto.
¿Cuál es el plan de acción de Al Qaeda?
A juzgar por el pasado, Al Qaeda tratará de utilizar el juicio de al Libi para convencer a tantos libios como sea posible de que Estados Unidos está interfiriendo en su país. Tanto el hijo de al Libi, como el ministro de Justicia de Libia han dicho que debería tener un abogado libio en su equipo de defensa.
Al Qaeda y sus simpatizantes han establecido campos de entrenamiento en el este del país durante los últimos dos años. Quieren convertir Libia en un Estado islámico, y han amenazado con destruir los intereses europeos y estadounidenses, así como con convertir al país en una base para realizar ataques terroristas en Europa.
De acuerdo con un funcionario, la facilidad que Al Qaeda tiene para operar en el este de Libia es tal que cientos de islamistas de los países vecinos del norte de África están tanteando la zona.
Libia es impredecible; quien diga que sabe qué sucederá, está equivocado. Actualmente hay tendencia a la inestabilidad y, en el último de los casos, hacia un duelo entre los islamistas y las facciones más moderadas. La captura de al Libi ha acelerado ese proceso; su juicio podría acelerarlo todavía más.