(CNN) — Una joven camina por pasajes oscuros en Korogocho, uno de los mayores barrios de Kenya. Crimen, prostitución y consumo de drogas están a la orden del día en la localidad donde viven un cuarto de millón de personas y los ojos de la joven mujer se mueven a todos lados para evitar el peligro. Debería de ser uno de los días más felices de su vida; está embarazada y ha entrado en trabajo de parto.
También es una de las pocas afortunadas que puede costear una visita al hospital. Algunas mujeres enfrentan el parto en su casa donde, en lugar de equipo médico, deben arreglárselas con algodón y hojas de afeitar. Pero el viaje al hospital la hace vulnerable a un ataque oportunista.
Para Agrrey Otieno, un activista de derechos humanos, este escenario es exactamente lo que intenta prevenir.
Un facilitador de cambio social, dedicó su vida a mejorar las condiciones de vida; especialmente para las mujeres y niños, en el barrio keniano en el que pasó su niñez.
“Korogocho ha estado en las noticias por todas las cosas malas. El VIH es muy rampante. Las personas que consumen drogas están aquí. Las personas que se prostituyen están aquí”, dice Otieno. “Es nuestra responsabilidad de quienes nos quedamos en el barrio, traer el cambio que queremos”, apuntó.
En su misión para ayudar el lugar en que creció, Otieno estableció la organización Pambazuka Mashinani, que significa “despertar popular” en el idioma suajili, con una ética de empoderar a las personas “pobres urbanas en los barrios de Nairobi”.
Después de obtener una beca a través de la Fundación Ford, Otieno asistió a la Universidad Ohio en Estados Unidos, recibió una maestría en Comunicación y Desarrollo y un diploma en la comunidad africana de la salud.
Otieno regresó a Kenya para utilizar las habilidades aprendidas, transmitir su conocimiento y empezar con Pambazuka Mashinani, la cual tiene varios programas que incluyen salud reproductiva, investigación y defensa, juventud y empoderamiento de las mujeres.
Debido a que la mayoría de las mujeres no puede costear cuidado médico, la misión de Otieno es llevar cuidado médico directamente a ellas en forma de grupos de apoyo con profesionales entrenados.
Además de talleres comunitarios de educación, Otieno también estableció una red de unidades móviles médicas de 24 horas que se llaman centros de telemedicina, que ofrecen asistencia a las mujeres embarazadas desde lejos a través de mensajes de texto y, cuando es necesario, se envían camionetas para recoger a las mujeres de los barrios y llevarlas a un hospital local.
“Utilizamos tecnología sencilla para salvar vidas en la comunidad, a través de algunas laptops y computadoras”, dice Otieno. “Las integramos con software instalado en instalaciones de salud alrededor de Korogocho y también tenemos tecnología para enviar mensajes de texto en teléfonos móviles.
“Lo que hicimos es idear algún software para vincular a los trabajadores de salud de primera línea que nos apoyan; estas personas tienen teléfonos móviles y visitan a las mujeres embarazadas en sus casas, y en el momento ven complicaciones, envían mensajes de testo al centro de telemedicina”.
Los médicos entonces revisan los mensajes de texto y ofrecen análisis y apoyo para cuestiones relacionadas con el embarazo.
“El 8% de los kenianos (sin importar si eres pobre) tienen un teléfono móvil. Las personas envían muchos mensajes de texto. Es muy barato para ti enviar mensajes de texto… así que eso realmente me inspiró”.
Uno de los médicos en el otro extremo de los teléfonos es Peter Muguma quien admira el trabajo de Otieno hizo para reducir las tasas de mortalidad maternal en Korogocho.
“Tantas mujeres mueren en el parto, mueren en el embarazo”, dice Muguma. “En los barrios se debe a la pobreza, falta de conciencia, transporte”.
“Recibimos un mensaje de texto en nuestra computadora. Esto nos dice que la madre está enferma o en trabajo de parto y después arreglo que una ambulancia o alguien la recoja y la lleve al hospital… cuando salvas una vida, resulta mucha satisfacción de eso”, añade Muguma.
Otieno se enorgullece mucho de lo que hace para cambiar las vidas de aquellos en Korogocho, al decir que facilitar el cambio social a un nivel base puede tener un efecto dominó en los años siguientes.
“He visto a mis amigos pasar por la prostitución, drogas y muchos de mis amigos y quienes solían ser mis compañeros de clase ahora son criminales”, dice.
“Yo soy la prueba de que también puedes vivir aquí y ser el cambio que quieres ser y al mismo tiempo puedes ser un modelo a seguir al que pueden admirar para hacer un cambio en la comunidad”.