Por Daisy Carrington y Jenny Soffel

(CNN) –  Aparte de lo que pueden hacer por el ejército, los aviones no tripulados ya han demostrado ser hábiles pastores de ovejas, repartidores, guías turísticos, directores de cine, arqueólogos y -posiblemente- espías.

El potencial económico global de estas máquinas es asombroso; un estudio reciente calculó el mercado de vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) alrededor del mundo en 89.000 millones de dólares en 2013.

Los defensores están ansiosos por señalar las muchas formas en que nuestras vidas van a mejorar.

“Realmente, esta tecnología es una herramienta adicional para hacer que una industria sea más efectiva”, dice Gretchen West, vicepresidenta ejecutiva de la Asociación Internacional para Sistemas de Vehículos no Tripulados (AUVSI, por sus siglas en inglés).

“Con la agricultura de precisión, por ejemplo, es posible tomar fotografías de los campos para que los agricultores logren identificar los problemas que no necesariamente verían al caminar por ellos. En cuanto a la aplicación de la ley, podrías encontrar a un niño que esté perdido en el bosque con mayor facilidad, a diferencia de si debes caminar por un campo, sobre todo si hay mal clima, o si el terreno es engañoso”.

Mientras puede parecer que los aviones no tripulados van en camino a invadir nuestras vidas, la realidad es un poco más complicada. El uso de estos aviones alrededor del mundo definitivamente está aumentando en el sector público, pero cuando se trata de la actividad comercial, muchos países tienen estrictas limitaciones.

Estados Unidos no permite el uso de aviones no tripulados comerciales en lo absoluto, aunque se espera que esto cambie en 2015, cuando la Administración Federal de Aviación (FAA) apunte a llevar a cabo un plan para integrar estos aviones en el espacio aéreo de EE.UU. Mientras tanto, dice West, EE.UU. está perdiendo 10.000 millones de dólares en un posible impacto económico por cada año de retraso por parte de la FAA.

“Creo que Estados Unidos ha sido el líder en esta tecnología, y creo que existe un riesgo de perder esta ventaja mientras más tiempo esperamos por las regulaciones”, indicó.

“Muchos países están permitiendo el vuelo, y eso nos pone en desventaja. Según vemos, los fabricantes de EE.UU. se dan cuenta que están desarrollando buenos productos que no pueden usar aquí, y se están dirigiendo al extranjero para cumplir con su modelo de negocio”.

Actualmente, el uso de aviones no tripulados entre la población civil en EE.UU. sólo se sanciona en ciertos incidentes, concretamente en el sector público, como investigación o como hobby, aunque este último establece que no pueden volar por encima de 121 metros, cerca de áreas pobladas o fuera de la línea de visión del operador. Si bien esto significa que aparentemente, los fabricantes que no son militares están limitados a hacer modelos destinados a pasatiempos, la mayoría de estos pueden asumir aplicaciones comerciales.

“Nos asombran los usos que surgen”, dice Sue Rosenstock, portavoz de 3D Robotics, un fabricante estadounidense de vehículos aéreos no tripulados para aficionados.

Además de satisfacer a los entusiastas en el área, Rosenstock estima que la mitad de su negocio se lleva a cabo en el extranjero, en países donde hay menos restricciones. Uno de los países más abiertos, señala, es Australia.

El interior de Australia fue mencionado en las noticias cuando los emprendimientos Zookal y Flirtey anunciaron que unirían sus esfuerzos para ofrecer entregas de libros de texto por medio de aviones no tripulados antes del próximo año.

“Las vemos como un maravilloso ejemplo del poder de la legislación para liberar esta tecnología emergente”, dice Rosenstock.

A pesar de lo joven de la industria, muchos legisladores temen la posible invasión a la privacidad que los aviones no tripulados representan. Nueve estados de EE.UU. ya han aprobado legislaciones que restringen el uso de aviones no tripulados, tanto en manos de ciudadanos particulares como de agencias de seguridad.

“Los aviones no tripulados tornan la vigilancia más fácil y más barata, y cuando haces eso, puedes esperar ver más al respecto”, advierte Ryan Calo, un profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Washington, y erudito afiliado en el Standford Law School Center for Internet Society.

Mientras Calo argumenta que la calma con la que el gobierno puede espiarnos “debería ser una preocupación”, también dice que los aviones no tripulados podrían ser útiles en iniciar una conversación que debería haberse dado hace mucho tiempo, respecto a las leyes sobre privacidad.

“Las leyes sobre privacidad han quedado rezagadas detrás de la tecnología de vigilancia durante años, y esto probablemente tiene algo que ver con el hecho de que los ciudadanos no pueden ver cuál es el problema, pero sí pueden imaginarse cómo sería la vigilancia con aviones no tripulados”, indica.

Como resultado, argumenta, los aviones no tripulados “podrían ser un catalizador para tener mejores leyes sobre privacidad”.