Por Patrick Oppmann, CNN

(CNN) — El capitán Carl Gamble se encontraba detrás de los controles del vuelo 451 de la aerolínea Piedmont Airlines con destino a Miami, cuando una azafata le entregó una nota de un pasajero que decía que la aeronave sería secuestrada.

Cerca de 30 años después, Gamble aún recuerda la incertidumbre que sintió al leer la nota del pasajero que demandaba que el avión cambiara su curso a Cuba. “Fue tal el impacto que durante los primeros 30 segundos después de leer la nota no recordaba ni mi nombre”, dijo Gamble.

El secuestrador, un antiguo miembro de las Panteras Negras llamado Willam Potts, de 56 años, regresó a EE.UU. este miércoles para entregarse a las autoridades por el secuestro cometido en 1984.

Gamble recuerda cómo por el sistema de comunicación de la aeronave trató de negociar con el secuestrador, un hombre armado vestido de negro que se hizo llamado “teniente Spartacus”.

El secuestrador amenazó la vida de los 57 pasajeros y la tripulación que se encontraban en el vuelo si Gamble no lo llevaba a La Habana. Además de la pistola con la que estaba armado, el secuestrador dijo que tenía una bomba en su maleta.

“Dijo que tenía un detonador”, recuerda Gamble. “Que estaba preparado para hacer explotar el avión”, agregó. La aerolínea dijo al capitán que cooperara con las demandas del secuestrador. El piloto recuerda haber visto aviones del ejército estadounidense acompañar su travesía hacia el sur, y al acercarse a Cuba, regresar a EU.

Pocos minutos después de aterrizar en La Habana, Gamble dijo que el avión fue rodeado de soldados cubanos. Los cubanos tenían amplia experiencia con aviones secuestrados desde Estados Unidos. Luego de que Fidel Castro se convirtió en mandatario, la isla se convirtió en el destino de docenas de secuestradores, algunos aspirantes a revolucionarios, otros eran criminales buscando un refugio en un país en el que la nula relación diplomática con EE.UU. aseguraba que no serían extraditados.

Gamble dijo que los soldados cubanos bajaron del avión a los pasajeros y a la tripulación para buscar explosivos sin encontrar nada. Luego los soldados sacaron al secuestrador del avión. “Nunca entendí lo que trataba de hacer”, dijo.

Esperando la guerrilla

Potts, que pasó un tiempo en la cárcel en Cuba, secuestró el avión pensando que sería recibido como un revolucionario e incluso recibiría capacitación para enfrentarse al gobierno estadounidense. En lugar de eso, el gobierno cubano juzgo a Potts y lo sentenció a 15 años en prisión.

En lugar de convertirse en el siguiente Che Guevara, Potts fue un extranjero que hablaba muy poco español en una prisión muy saturada y violenta. Sin embargo, rechazó la oferta de los cubanos de regresar a casa. “Si no estás dispuesto a sufrir por la causa, entonces solo estás jugando a ser revolucionario”, dijo Potts.

El secuestrador cumplió su sentencia y luego de dejar la prisión se casó con una mujer cubana, con quien tuvo dos hijas. Durante su tiempo en Cuba, aunque era considerado una celebridad menor, siente que nunca encajó en la sociedad cubana.

Se convirtió al islam y frecuentemente se viste con una capa de predicador que adorna con un chaleco de combate. El español que aprendió en la cárcel suele combinarse con palabras en inglés o árabe. Potts dice que anhela ver a su familia, incluyendo a sus dos hijas cubanas, quienes ahora viven en Estados Unidos. Asegura que ya no siente el mismo apego que alguna vez sintió por el sistema político cubano.

“Dos generaciones fueron forzadas a sacrificar todo y no podemos darle a nuestros niños una comida decente, tampoco podemos dársela a nuestros ancianos”, dijo Potts. “Eso, 50 años después de la revolución”.

La culpa del secuestrador

Aunque es un fugitivo, al ser nombrado en 1985 por una corte estadounidense como el responsable del secuestro de un avión, Potts ha tratado de entregarse a las autoridades de EE.UU. por más de un año. “En el sentido legal, soy libre”, dijo. “Cometí el crimen y cumplí mi sentencia por eso. Pagué el precio por el crimen que cometí, merezco una segunda oportunidad”, dijo.

El hombre que un día fue secuestrador se dirige a un futuro incierto. Espera que cualquier sentencia que le sea impuesta sea reducida por el tiempo que pasó en la cárcel en Cuba, pero no tiene seguridad de ello. Cuando envió a sus hijas a vivir a EE.UU. y vio el avión partir, dice que sintió mucho arrepentimiento de haber secuestrado el avión.

“He vivido con la culpa de qué hubiera pasado si el avión se hubiera caído”, dijo Potts. “No tenía esa perspectiva en ese entonces, pero ahora la tengo y la tendré hasta el día que me muera. Hubiera sido responsable de todas esas muertes”, dijo Potts.

Aunque no está claro si Potts ofrecerá una disculpa a los pasajeros y a la tripulación del vuelo 451, muchos de los cuales ya fallecieron o trataron de olvidar lo ocurrido en Cuba, el capitán Gamble, ahora retirado dice que el sí lo consideraría.