Por Peter Wilkinson

(CNN) — Tacloban, una ciudad de más de 200.000 habitantes ubicada en la costa este de la isla de Leyte, sufrió un golpe catastrófico a causa del supertifon Haiyan, cuya fuerza provocó que un muro de agua se precipitara contra el golfo de Leyte. La marejada arrasó con vecindarios enteros de casas de madera y arrojó barcos hacia tierra firme.

Los edificios de la terminal del aeropuerto de Tacloban habían quedado destruidos, no por el tifón en sí, sino porque la marejada se adentró varios kilómetros en tierra. En esta región, murieron varias personas; los habitantes dijeron que aunque estaban preparados para los vientos fuertes y la lluvia abundante, no esperaban tal cantidad de agua.

“Si nos hubieran advertido sobre un tsunami habríamos sabido que no deberíamos haber estado en la zona costera. Sin embargo, que advirtieran sobre una ‘marejada’… francamente no sabíamos qué era eso. No sabíamos lo letal que era”, dijo un testigo.

Ned Olney, trabajador de asistencia de la organización Save the Children, dijo que su organización había enviado un equipo al lugar antes de que llegara la tormenta. “Tenían un equipo de respuesta a las emergencias bien preparado y con experiencia en enfrentar tifones y apenas lograron escapar. Se encontraban en un edificio de dos pisos muy sólido, hecho de cemento: las ventanas y el techo salieron volando. Todas sus computadoras y su equipo de respuesta quedó destruido, y ellos sobrevivieron por muy poco.

¿Se pudo evitar?

Antes de que la tormenta golpeara el viernes, el presidente de Filipinas, Benigno S. Aquino, advirtió que el país se enfrentaba a una calamidad. Sin embargo, el cazador de tormentas profesional, James Reynolds, fundador de Earth Uncut Productions, apenas alcanzó a escapar de Tacloban antes de que llegara la tormenta y dijo que estaba claro que la gente local no tenía idea de lo que venía.

“Filipinas no está acostumbrado a las marejadas… usualmente no son problema, por lo que esto pudo haber tomado a la gente por sorpresa. No relacionan los tifones con un aumento así en el nivel del agua”.

Cuando le preguntaron si pensaba que se había difundido el mensaje de que la tormenta podría ser la mayor tormenta que tocara tierra, dijo: “No, no, no puede haber ocurrido”.

Las evacuaciones masivas son un enorme dolor de cabeza logístico, pero en un país como Filipinas, que se compone de varias islas, la infraestructura relativamente deficiente lo habría dificultado aún más. Muchos ancianos prefirieron quedarse a esperar a que pasara que arriesgarse a evacuar. Sencillamente nadie esperaba una marejada tan grande.

Sebastian Rhodes Stampa, líder del equipo de Valoración de Desastres y Coordinación de las Naciones Unidas, subrayó este punto. Uno de sus colegas en Filipinas le dijo que Haiyan era parecido al tifón Bopha, que azotó el país el año pasado y se cobró la vida de más de 1.000 personas, pero que era 100 veces peor.

“Es la misma intensidad de Bopha, pero extendido sobre una zona vasta, mientras que Bopha estuvo geográficamente limitado”, dijo. “Eso te da una idea de lo que la gente de Filipinas está enfrentando”.

¿Qué pasaría en otros países?

En 2009 murieron 10,000 personas cuando un intenso ciclón azotó el este de India. El mes pasado, en la misma región, se encontró una vez más en el ojo de la tormenta más poderosa de este siglo.

Se evacuó con anticipación a un millón de habitantes, murieron 21 personas y miles de personas más se salvaron. Es posible que el clima sea cada vez más extremo, pero la tecnología ha ayudado a salvar vidas. Tenemos mejor capacidad que nunca para predecir la magnitud de las tormentas y ciclones, y tenemos mayor capacidad para comunicar el fenómeno.

Bangladesh es otro país vulnerable al cambio climático, pero es uno de los que ha hecho más para adaptarse a los peligros del futuro, de acuerdo con los expertos en cambio climático. Saleemul Huq, del Instituto para el Ambiente y el Desarrollo de Londres, dijo que ambos países han aprendido lecciones del tsunami que ocurrió en 2004 en el este de Asia y en el que murieron más de 200,000 personas, según el Servicio Geográfico de Estados Unidos.

La lección principal que se aprendió en 2004, explicó Huq, es que las autoridades deben ser claras al emitir sus advertencias. “No puedes esperar que se entiendan las advertencias complicadas: el decir que una tormenta tiene una intensidad nivel 3 o 4 no significa nada para la mayoría de las personas. Es mucho mejor que digas simplemente cuándo es necesario que la gente evacúe”.

Huq dijo que es posible que los fenómenos climáticos que ocurrían cada 20 e incluso cada 50 años ahora ocurran cada dos años. “Los eventos como Haiyan podrían ser la norma”, dijo a CNN. “El desafío, tanto para los países ricos como para los pobres, es adaptarse a ellos”.

“Todos los países tendrán que adaptarse a las condiciones de clima extremo. En Londres, por ejemplo, una tormenta violenta se llevó parte de mi techo. Los ricos tal vez tengan más que perder, pero también podrían estar menos preparados. Filipinas está relativamente bien preparado para las tormentas, pero hay límites en cuanto a las precauciones que hay que tomar. En este caso, simplemente se vieron superados e incluso los refugios contra tormentas colapsaron.