Tacloban, Philippines (CNN) – Rodeados de escombros, niños deambulan alrededor de un pozo público en esta ciudad golpeada por la tormenta, donde los cuerpos aún yacen en las calles días después del paso del tifón.

Los niños se empapan y llenan tazas de plástico y jarras.

“Aunque no sabemos si el agua está limpia y es seguro beberla”, dijo Roselda Sumapit, “lo hacemos porque necesitamos sobrevivir”.

La escena en una calle de la ciudad de Tacloban es una de muchas que varios periodistas de CNN y otros medios han presenciado mientras los residentes enfrentan la muerte y la destrucción que el Tifón Haiyan ocasionó cuando la masiva tormenta azotó las Filipinas.

‘No tenemos nada de comer’

Mientras buscaban a sus seres queridos perdidos en la tormenta, los desesperados sobrevivientes pedían ayuda.

“Nuestra casa fue destruida”, le dijo una mujer a ABS-CBN, afiliada de CNN. “Mi padre murió luego de que escombros de madera le cayeran encima. Necesitamos ayuda. Si es posible, por favor tráigannos alimentos. No tenemos nada de comer”.

Un hombre suplicaba perdón porque no pudo salvar a su hija de la ira del tifón.

“Nos separamos cuando llegaron las olas”, le dijo a ABS-CBN. “Nos separamos. Ni siquiera pude sujetar a mi hija”.

Otro hombre indicó que aún estaba tratando de encontrar a seis familiares.

“Mi hijo ha sido enterrado en esa isla”, dijo.

‘Voy a morir’

Shirley Lim aún recuerda los sonidos que escuchó cuando la tormenta azotó.

El viento era tan fuerte, dijo, que parecía como si alguien estuviera llorando.

“Es como la película ‘Twister’”, dijo.

Cuando habló con CNN el lunes, desde la ciudad de Coron, Lim dijo que un pensamiento le pasó por la mente durante la tormenta: “Voy a morir”.

Pero Lim sobrevivió.

Muchos hogares en Coron sufrieron serios daños por el tifón, indicó, a medida que los fuertes vientos arrancaban los techos de las casas hechas de material liviano, como el bambú.

Reos en prisión amenazan con escaparse

Un hombre parado sobre un tejado, amenaza con saltar.

Él es uno de los 672 reos de una prisión en Tacloban, donde las provisiones de agua y alimentos se agotaron el lunes.

Ahora, el encargado de la prisión dice que los reos le han dado una advertencia, amenazando con que habrá un escape en masa dentro de uno o dos días si no les dan agua o alimentos.

Desde el tejado de la prisión, el reo dice que se siente devastado, pero no menciona comida ni bebida. Dice que no sabe qué pasó con su familia durante la tormenta.

Víctimas desesperadas en el aeropuerto

A Magina Fernández se le quiebra la voz cuando llega a estar cara cara con el Presidente de Filipinas, Benigno Aquino III en el aeropuerto de Tacloban.

La ayuda, dice, no ha llegado lo suficientemente rápido.

“Debemos informar de lo que está ocurriendo aquí”, le dice, “porque el gobierno filipino no puede hacer esto solo”.

Fernández era parte del constante flujo de víctimas del tifón que llegaban al aeropuerto, en busca de agua, alimentos y la oportunidad de salir de ahí. Le dice a CNN que está desesperada por salir de la ciudad.

“La ayuda internacional debe llegar ahora; no mañana, ahora”, dice. “Esto esta muy, muy mal, peor que el infierno, peor que el infierno”.

El temor se esparce

Richard Young tiene un silbato verde colgado de una correa de plástico alrededor de su cuello.

Lo ha estado usando desde el sábado en la noche, cuando grupos pequeños empezaron a formarse para defender su vecindario. Se quedaron despiertos toda la noche, dice, listos para sonar el silbato si veían a alguien robando.

Pero no sólo tienen silbatos, dice. Muchos también portan armas.

“Mientras no le hagan daño a mis hijos o a mi familia, no hay problema”, indica. “Pero una vez nos veamos amenazados, vamos a disparar. Todos estamos listos”.

El empresario filipino dice que ya se ha sorprendido de los robos que han ocurrido en la ciudad; no sólo han robado alimentos, dice, sino grandes aparatos como refrigeradoras y lavadoras. Ladrones, informa, ya han saqueado su tienda y otras tiendas cercanas.

“Tenemos mucho miedo. …En Tacloban, casi el 98% somos católicos, y no puedo creer que hayan hecho esto”, dice. “Nadie hubiera pensado que habría tanto desorden”.

‘Sólo estábamos flotando’

La Concejal de la Ciudad de Tacloban, Cristina Gonzales-Romualdez y su esposo, el Alcalde Alfred Romualdez se encontraban en su casa frente al Océano Pacífico cuando se levantó la ola de la tormenta, según informó el martes ABS-CBN, afiliada de CNN.

De pronto, el agua empezó a inundar la casa y el nivel aumentaba tan rápido que las personas que se encontraban dentro tuvieron que abrir agujeros en el techo y subir al segundo nivel para evitar ser arrastrados por la corriente, le dijo Gonzalez-Romualdez a la cadena.

En ese momento, la preocupó pensar que podría ser llevada al mar.

“Sólo estábamos flotando, y yo me aferré a mis hijos”, indicó.

Cuerpos por todas partes

Días después del paso de la tormenta, todavía hay cuerpos por todas partes; a algunos los han cubierto como han podido, otros permanecen expuestos al sol, informa Paula Hancocks, de CNN. Dos cuerpos, uno grande y uno pequeño, yacen bajo lo que parecía ser una parada del bus debajo de un rótulo con la frase, “Yo (corazón) Tacloban”.

Oficiales le dicen a Hancocks que se están enfocando en quienes están con vida, pero que los cuerpos representan un riesgo de salud para los sobrevivientes.

“El hedor es demasiado fuerte”, indicó.

Impresionado por la devastación

Sebastian Rhodes Stampa sabe acerca de la devastación. El líder del equipo de evaluación de desastres de la ONU ha estado en algunas de las zonas más afectadas por crisis en el mundo.

La devastación causada por el Tifón Haiyan simplemente lo dejó boquiabierto cuando llegó a Tacloban.

“Tengo que decir que me tomó por sorpresa”, dijo el lunes. “Sólo salir del transporte militar y ver el aeropuerto, casi puedo decir que no estaba ahí. Estaba completamente destruido”.

Al viajar por la región, ha visto grandes barcos que ya no se encuentran en el mar, sino han ido a parar a la orilla, y edificios que han sido destruidos por la enorme ola que se levantó en la tormenta. Por todas partes, dijo, estas son escenas de “terrible devastación y tragedia”.

Puestos de control en carretera importante

Puestos de control de la policía aparecieron el lunes en la carretera de 9 millas (15 kilómetros) que va desde el aeropuerto a Tacloban.

Oficiales le dijeron a Hancocks que residentes desesperados en busca de agua y alimentos se habían estado subiendo a camiones que salían del aeropuerto.

Sin embargo, Andrew Stevens, de CNN, pasó de tres a cuatro horas atrapado en el tráfico que caminaba lentamente en la carretera que sale del aeropuerto y no vio camiones de asistencia.

“Aún vamos pasando al lado de cuerpos sin vida, aún vamos pasando por una escena de destrucción”.

El contingente de la Marina llevó camiones para incrementar la capacidad de trasladar suministros a la ciudad.

Cientos de voluntarios para empacar la ayuda

En la oficina de bienestar provincial en Cebu, cientos de voluntarios empacan alimentos y bebidas en resistentes bolsas blancas.

Un empleado que dijo llamarse Richard le dijo a Anna Coren, de CNN, que estudiantes, trabajadores e incluso turistas de Alemania, habían llegado a ayudar.

“Me siento sumamente conmovido”, dijo.

Hospital sin suministros

Un rótulo escrito a mano colocado frente al Hospital de St. Paul en Tacloban, presenta una muestra de la situación tan seria que se vive ahí.

“No se ingresan pacientes”, dice. “No hay suministros”.

Sin electricidad en el gran hospital privado ubicado en esta ciudad destruida por la tormenta, el personal utilizaba linternas para alumbrar mientras llevaban a cabo procedimientos de emergencia en las víctimas que llegaban con heridas causadas por escombros.

“No podemos seguir así”, dice un doctor. “Simplemente no tenemos suministros”.

En busca de familiares perdidos en la tormenta

Vigas de madera astillada cubren el terreno donde las calles una vez conectaban un vecindario cerca de la costa.

Aquí, la enorme ola derribó casas y dejó atrás montículos de escombro por todos lados, hasta donde se alcanza a ver.

Las autoridades les suplicaron a los residentes del área de la costa que evacuaran sus casas a medida que la tormenta se avecinaba. No está claro cuántos lo hicieron, y cuántos están desaparecidos.

En medio del caos, un hombre dice que está buscando a su padre, hermanos y tíos debajo de los escombros.

“Tratamos de salir, pero fue demasiado tarde”, dice. “Me separé de ellos cuando el nivel del agua empezó a subir. No sé qué fue de ellos”.

Devastación por kilómetros

Desde el aire, el daño causado en Tacloban es sorprendente.

Bosques de palmeras fueron destruidos en colinas que rodean la ciudad.

Dentro de la ciudad, el daño es catastrófico.

A causa de la tormenta, enormes barcos de carga fueron llevados a tierra.

Muchos edificios se desplomaron. Aquellos edificios que no cayeron, perdieron grandes porciones a causa de las despiadadas aguas y vientos de la tormenta.

William Hotchkiss, director general de la Oficina de Aviación Civil de las Filipinas, dice que nunca ha visto algo similar en las décadas que lleva sobrevolando el país luego de tormentas.

Dice que teme que el país vaya a enfrentar desastres similares en el futuro.

“El mayor reto”, dice, “es pensar en estructuras que tomen en consideración lo que ellos llaman ‘el nuevo estándar’: tormentas que pueden ser tan destructivas como ésta”.