Por Kevin Voigt
(CNN) — En la Isla Leyte, una de las áreas más afectadas por el tifón Haiyan, un equipo de televisión le pregunta a un hombre si tiene algún mensaje para sus familiares en el extranjero.
“Sólo quiero decirles que Josie se ha ido. Por favor perdónenme, no pude salvarla, porque nos separamos cuando las fuertes olas golpearon”, dijo el hombre con lágrimas que rodaban por su rostro mientras hablaba con ABS-CBN, afiliada de CNN, sobre la muerte de su hija. “Nos separamos”.
“Ni siquiera pude sujetar a mi hija… Josie está en la esquina. Su cuerpo ha estado ahí tres días,” le dijo a la cámara.
Debido a que la comunicación es irregular en las secuelas de una de las tormentas más grandes de la historia, algunos sobrevivientes lo único que pueden hacer es acudir a las cámaras de televisión para darle las peores noticias a sus familiares distantes.
“A la madre de mis hijos, quien actualmente vive en Virginia, yo sé que verás esto: Justin y Ella se han ido”, otro hombre no identificado le dice a ABS-CBN. “Ambos están muertos”.
El número de filipinos que viven en el extranjero, ya sea permanentemente o como trabajadores contratados, se calculó en 10,5 millones en 2011, de acuerdo con la Comisión de Filipinos en el Extranjero. La diáspora tiene filipinos trabajando en 217 países alrededor del mundo, pero la mayoría trabaja en Estados Unidos (3,4 millones), seguido por Arabia Saudita (1,6 millones) y Canadá (alrededor de 850.000), según la comisión.
Esto ha dejado a los familiares en el extranjero en una búsqueda desesperada por obtener noticias de sus seres queridos que se encontraban en los lugares afectados por la tormenta. En los Emiratos Árabes Unidos, Naicy Yu Bono se encuentra desesperada en medio del dolor y el miedo después de que la tormenta devastara su ciudad natal de Tacloban. Entre los familiares desaparecidos están su madre y sus dos hijas, Rheinzi de 8 años y Reanne de 22 años.
“La última vez que hablé con mi hija mayor fue el viernes a la 1 a.m.”, le dijo a Leone Lakhani, de CNN. “Me envió un Whatsapp (mensaje de texto). Escribió, ‘Mami estoy tan asustada porque el viento es tan fuerte’”.
Bono ha estado en los EAU -el cuarto hogar más grande de filipinos expatriados, con aproximadamente 680.000 trabajadores migrantes- durante los últimos seis meses trabajando para enviar dinero a su familia en casa. Ahora se encuentra en la embajada filipina preparándose para salir del país. “Voy a encontrar a mis hijas”, dijo.
Algunos familiares en el extranjero han tenido mejor suerte. Desde Londres, David Armstrong, quien ha escrito en el espacio iReport, escribió un mensaje de auxilio tratando de contactarse con su esposa, Ruby, en la ciudad de Ormoc. Afortunadamente, logró restablecer el contacto con su esposa, pero el sufrimiento de su familia y de otros sobrevivientes es profundo, expresó. Cuatro de las seis casas que posee su familia están dañadas.
“Todos han padecido de malestar estomacal, ya que han tenido que beber agua que no es adecuada. El 90% de los edificios de su ciudad han sido dañados, entre ellos hospitales, bancos y supermercados”, indicó. “No pueden usar ningún cajero automático para sacar dinero con el fin de comprar alimentos de los pocos vendedores callejeros que están vendiendo comida. No han tenido asistencia alguna”.
Mientras la mayoría de la cobertura de los medios se ha centrado en Tacloban -la ciudad más grande y la más afectada por la tormenta- hay muchos otros pueblos y ciudades que han sufrido daño sustancial, observa Armstrong. Está intentando viajar a Ormoc para llevar suministros a su familia.
Indicó que su esposa le informó que “la compañía eléctrica les ha dicho que no tendrán luz hasta enero, ya que el tifón ha derribado la mayoría de las líneas eléctricas en la isla”, comentó.
“También me dijo que sólo hay un supermercado abierto en toda la ciudad y se está quedando sin comida. Sólo hay una farmacia abierta en toda la ciudad pero le quedan muy pocas medicinas y la gente ha tenido que hacer fila por largas horas para adquirir algún medicamento”.
En Tacloban, Leo Udtohan, quien utiliza el espacio iReport, tomó su cámara y recorrió los caminos de esta ciudad de más de 200.000 personas, mostrando cadáveres envueltos en plástico tendidos a lo largo de las calles.
“Otros cadáveres fueron arrastrados por la corriente cerca del puerto de pesca de Tacloban”, informa. “En algunas áreas, los muertos están siendo enterrados en fosas comunes… Vi algunas personas enterrando a los muertos cerca de la autopista”.
“No hay agua limpia, ni electricidad y muy poca comida”, dijo. “La comunicación todavía es muy limitada en muchas áreas del sur de Leyte, entonces hay una dificultad real si quieres obtener información sobre lo ocurrido con familias o parientes”.