Por Jethro Mullen y Ivan Watson, CNN

(CNN) — La recién nacida apena se mueve, mientras está envuelta en un bulto de tela de plástico amarillo y verde en un colchón marrón hecho para un menor de mayor tamaño.

Sus ojos están cerrados, su pelo negro pegado a su cuero cabelludo. Un goteo intravenoso se encuentra debajo de ella, la única señal clara de atención médica y mucho menos de lo que necesita en su lucha por sobrevivir en los próximos días.

La bebé nació prematuramente este sábado por la mañana, pesando 1.3 kilogramos en un hospital tambaleante en Tacloban, la ciudad de Filipinas que ha sufrido una enorme cantidad de pérdidas humanas por el supertifón Haiyan.

Afuera de la ventana entreabierta, cerca de su cama, se encuentran escombros de la tormenta. Los doctores en la triste y húmeda sala de pediatría dicen que su diagnóstico es “inestable”. Las próximas 24 horas serán críticas.

El hospital, el Centro Médico Regional Este de Visayas, no tiene incubadora para ayudarle a respirar, dicen. Y en caso de que lo tuvieran, no hay electricidad para encenderla.

En vez de ello, la menor tendrá que probar su suerte en la unidad de cuidados intensivos, que en realidad es la capilla del hospital, ubicada en el segundo piso del edificio, al lado de una gran alberca con agua negra y sucia.

En la capilla adaptada, los bebés recién nacidos, tanto los sanos como los enfermos, viven sus primeros días con sus madres a lo largo y ancho de los bancos de madera.

Bebés nacidos por el estrés

La madre de 16 años de la pequeña bebé, Elivie Udtohan, entró en labores de parto después de 32 semanas de embarazo. El nacimiento prematuro fue resultado del estrés y la tensión de un agotador y fallido intento por escapar de la ciudad devastada, dijo su familia.

La familia caminó dos horas desde su casa destruida por la tormenta hasta el aeropuerto de Tacloban, junto con cientos de personas que esperan desesperadamente un vuelo que los aleje del caos.

Al no querer que Elvie diera luz en un escenario tan inseguro y antihigiénico, la familia planeó abandonar la ciudad y quedarse con sus parientes en Manila. Pero después de pasar la noche en el aeropuerto, les negaron un lugar en un avión de cargamento militar.

Enojados, desalentados y preocupados, retrocedieron sus pasos hacia la ciudad, cruzando los restos apestosos de un sinnúmero de casas que han sido devoradas por el impulso mortal de la tormenta Haiyan.

Cuando llegaron a su hogar, el escenario que tanto esperaban evitar empezó a desenvolverse cuando Elvie empezó su parto.

Después del nacimiento el sábado por la mañana, muchos de los familiares de Elvie se sentaron vigilando a la recién nacida. Elvie descansó en la capilla, acostada en la banca de madera con un vestido floreado negro y rojo. Como su hija, estaba conectada a un goteo intravenoso.

En la cabecera de la cama de la bebé, la madre de Elvie, Elizada Udtohan de 41 años, explicó sus preocupaciones.

La familia está preocupada acerca de si la bebé logrará sobrevivir en este hospital dañado y sucio, dijo Elizada. También están temerosos de que las autoridades del hospital pidan un pago, el cual la familia no podría cumplir.

Además de eso, no saben adónde irán o qué harán después, ahora que tienen que cuidar una vida frágil. El padre de la bebé está separado de Elvie y ya no está involucrado en su vida, dijo la madre de Elvie.

Otros comparten la misma situación

La situación de los Udtohan es similar a la que enfrentan más personas en los alrededores y dentro de Tacloban. Algunos perdieron lo poco que tenían con la tormenta y son abandonados a la piedad de un sistema médico lisiado que carece de los elementos básicos necesarios para atender a los pacientes.

A más de una semana de que el tifón golpeara a Tacloban, las autoridades están teniendo progreso limpiando las montañas de escombros de las calles. Pero en los hospitales, todavía están batallando para resolver los problemas que están siendo mortales para algunos.

Seis bebés han muerto en el centro médico regional después del paso del tifón, informaron los doctores en la sala pediátrica. Los doctores dijeron que les han informado que quizás llegue un generador grande para proveer energía para los servicios vitales, pero no tienen idea cuándo sucederá.

Dos de los doctores trabajando en la sala son voluntarios de las facilidades médicas en Manila. Llegaron a Tacloban durante la semana para aliviar al personal local exhausto, muchos de los cuales también fueron víctimas del tifón.

Los doctores de Manila estaban impactados por las condiciones que encontraron en el centro médico devastado por la tormenta.

“Estamos mejorando”, dijo la doctora Em-Em Pua, que estuvo en el parto del bebé de Elvie el sábado. La ropa y plástico que envuelve a la bebé es su mejor esfuerzo con los materiales para mantener un ambiente caliente que requiere la infante.