Por Hilary Whiteman
HONG KONG (CNN) — Ellos viven sin ser vistos, en calles de imponentes apartamentos de Hong Kong, atrapados en una vida de servidumbre para pagar agobiantes deudas a reclutadores sin escrúpulos.
Según un nuevo reporte de Amnistía Internacional (AI), miles de trabajadores domésticos de Indonesia son engañados por intermediarios y agencias para trabajar en la ciudad.
“Cada paso de su camino, desde el momento en que sus documentos son confiscados en Indonesia, es controlado en Hong Kong”, dice Norma Muico, la autora del reporte Explotados con fines lucro, un fracaso de los gobiernos.
“Las agencias de reclutamiento le dicen al empleador, ‘no dejes que salgan tus trabajadores los primeros siete meses cuando paguen sus honorarios por contratación. No los dejes hablar con otros trabajadores de Indonesia’. Cada aspecto de sus vidas está controlado con el propósito de obtener dinero”, dijo Muico, investigadora de derechos de los migrantes de Amnistía Internacional para Asía Pacífico.
El reporte acusa a los gobiernos de Indonesia y Hong Kong de hacerse de la vista gorda porque los trabajadores domésticos proveen un servicio valioso a la ciudad y envían mucho del dinero que ganan a Indonesia.
En respuesta al reporte, el Consulado Indonesio en Hong Kong emitió un comunicado afirmando que “la protección de los ciudadanos indonesios es una prioridad del gobierno indonesio” y “tenemos un completo compromiso para llevarlo a cabo con todas las vías y recursos posibles”.
El Departamento de Trabajo de Hong Kong también emitió un comunicado afirmando, en parte, “No permitimos abusos hacia los FDH (ayudantes domésticos extranjeros, por sus siglas en inglés) incluyendo el pago insuficiente de salarios, el no otorgamiento de días de descanso semanales y días feriados establecidos. Cualquier abuso que sea documentado con suficiente evidencia será perseguido”.
Ayuda doméstica de Hong Kong
Hasta septiembre pasado, cerca de 150.000 trabajadores domésticos indonesios vivían y trabajaban en Hong Kong, es decir, casi la mitad de los 319.000 trabajadores que son en total. El resto, en su mayoría, son de Filipinas. Casi todos son mujeres.
Si bien llegan a hacer el mismo trabajo, los filipinos reciben más apoyo de su propio gobierno, y no tienen que pagar cuotas de reclutamiento que los atan a sus contrapartes indonesios por meses, si no es que por años, dijo Muico.
“Es más problemático con los indonesios porque no obtienen el apoyo que necesitan de su gobierno y las compañías de reclutamiento pueden hacer casi todo lo que ellas quieran”, dijo la investigadora.
Si bien el reporte se basa en entrevistas a profundidad con 97 trabajadores que solicitaron ayuda, Amnistía dice que sus hallazgos están respaldados por un cuestionario independiente a casi 1,000 mujeres del Sindicato Indonesio de Trabajadores Migrantes (IMWU por sus siglas en inglés), llevado a cabo en Hong Kong en 2011.
Firmando para endeudarse
La historia típica empieza en Indonesia donde los agentes convencen a mujeres pobres de que busquen trabajo en Hong Kong.
Las personas son llevadas a centros de entrenamiento, en ocasiones a horas de su hogar, donde pasan desde 10 días hasta 15 meses adquiriendo conocimientos y aprendiendo cantonés, para hacer el trabajo, de acuerdo con el reporte.
En muchos casos, se les quitan sus documentos así como sus teléfonos, y solo se les permite un contacto limitado con sus familiares. Algunas mujeres dijeron a los investigadores que fueron forzadas a cortarse todo el cabello, mientras que a otras les dieron inyecciones anticonceptivas obligatorias para evitar embarazos durante sus cortas estadías en sus hogares.
Una vez en Hong Kong, Amnistía señala que las agencias reclutadoras locales intervienen para asegurarse que los trabajadores paguen sus deudas.
De acuerdo al cuestionario de IMWU, 85% de las mujeres dijo que los pagos de reclutamiento son de cerca de 3.000 dólares de Hong Kong mensuales, que son deducidos de su salario mensual por unos siete meses, haciendo un costo total de 2.700 dólares .
El pago excede por mucho los límites establecidos tanto por el gobierno de Indonesia como de Hong Kong. Bajo la ley de Hong Kong, a las agencias de empleo no se les permite cobrar más del 10% del total del salario del trabajador, lo que representa unos 52 dólares. Los límites indonesios del pago son de 1.730 pesos.
En octubre pasado, el salario mínimo para los trabajadores domésticos era de cerca de 517 dólares, dejando muy poco dinero después de la deducción mensual. Y para algunos, no termina ahí.
“Si ellos quieren más cobros de reclutamiento, los manipularán”, dice Muico, explicando que algunas agencias de reclutamiento le dicen a los empleadores que terminen los contratos laborales después de siete meses para que puedan colocar al trabajador con otro empleador, con una nueva serie de cobros”.