Nota del editor: Elizabeth Dunn y Michael Norton son autores del libro Happy Money: The Science of Smarter Spending. Dunn es profesora asociada del departamento de Psicología de la Universidad de la Columbia Británica, y Norton es profesor asociado de Administración de Empresas en la Escuela de Negocios de Harvard.
(CNN) — Los regalos durante las fiestas evocan imágenes cálidas de seres queridos abriendo las envolturas para encontrar algo maravilloso y luego llenar de abrazos y besos a quien lo ha dado. A pesar del gozo que conlleva, la cuestión de dar presentes no es solo diversión.
Tomemos en consideración el estrés provocado por encontrar el regalo perfecto —ese que realmente refleja tus sentimientos, que hará que los ojos del receptor se iluminen— o la decepción cuando es claro que lo odia (“gracias, está lindo”).
Afortunadamente, las investigaciones que hicimos recientemente junto con nuestros colegas arrojan una luz científica al hecho de regalar. Si sigues estos consejos podrías reducir la presión y será más probable que encuentres algo que tus seres queridos amarán.
Tal vez pienses: “¡pero si a todos les encantan mis regalos!”. Créenos, no es así. Es probable que todos tengamos que reevaluar nuestra habilidad para encontrar el regalo perfecto. Las investigaciones muestran que, cuando nuestra intuición nos indica que algo es ideal para la ocasión, a menudo no solo está desviada, sino equivocada.
Estos son los tres mitos sobre dar regalos:
1) Dar cosas es bueno. ¿Qué es lo primero en lo que la mayoría piensa a la hora de regalar? Cosas. Desde televisores de pantalla plana hasta ropa, joyas o la humilde tarjeta de regalo. Solemos relacionarlo con objetos físicos. Sin embargo, en muchos casos los regalos más efímeros pueden generar mayor felicidad.
Regalar experiencias (como conciertos o cenas especiales) es mejor que las cosas materiales. ¿Por qué? No solo nos hacen más felices, sino que acercan a quien lo da con quien lo recibe, además de que a veces ambos pueden participar en la experiencia.
También puedes considerar regalar algo más intangible: tiempo. La gente suele reportar que entre algunas de las actividades que menos les gustan están los quehaceres domésticos. (Pocos de nosotros disfrutamos realmente de limpiar el baño de los niños). Piénsalo: ¿qué preferirías: que alguien te regale otra bufanda o que te evite lavar el baño durante una semana?
Los portales como TaskRabbit.com permiten que la gente contrate trabajadores independientes para ejecutar tareas tan variadas como ensamblar muebles, comprar los abarrotes y limpiar la casa. Toma en consideración sustituir el regalo material por un regalo de lo que realmente sienten que les falta a tus amigos y familiares: tiempo.
2) La originalidad es la clave: Todos hemos recibido regalos “únicos” de parte de las personas que tratan de darnos cosas que no nos compraríamos. Piensa en cosas como arte tradicional del siglo XIX, cuando lo que en realidad queríamos era una iPad.
Quien regala suele pensar que dedicar mucho tiempo a decidir demuestra la importancia que tiene el receptor, por lo que terminan con regalos intrigantes y difíciles de encontrar para demostrar que se esforzaron por encontrar el que fuera perfecto. Sin embargo, las investigaciones indican que los receptores solo quieren regalos que… bueno, que realmente quieren. Si piden una iPad, ¿qué crees? Quieren una iPad.
Cuando alguien pide un regalo en específico y te sientes tentado a comprar algo “especial”, piensa en cómo te sentirías si pidieras una hamburguesa con papas fritas y la mesera decidiera llevarte sushi. Si seguro piensas en reducir la propina de la mesera, entonces entendiste por qué debes evitar el arte tradicional y mejor compra la iPad. El director —y aficionado a la Navidad— John Waters lo dijo con mayor elocuencia: “Tenía una buena familia y buenas Navidades. Me regalaban las cosas que pedía”.
3) Entre más caro, mejor. Cuando buscan ese regalo perfecto y el centro comercial está a punto de cerrar, muchos compradores optan por una estrategia aparentemente sensata: “No sé cuál de estos le gustará, pero compraré el más caro para demostrarle que me importa”. Una vez más, las investigaciones muestran que esto es un error.
En un estudio sobre parejas heterosexuales comprometidas recientemente, le pidieron a los hombres que reportaran el precio del anillo de compromiso que compraron y que predijeran cuánto lo apreciaría su prometida. Las prometidas tenían que adivinar el costo del anillo y reportaran cuánto les había gustado.
¿Qué mostraron los resultados? Los hombres sentían que entre más caro fuera el anillo, más les gustaría a sus futuras esposas. Pero las novias no estaban de acuerdo. De hecho, no demostraron que apreciaran más un anillo más ostentoso. Su satisfacción estaba relacionada con la percepción de cuánto les importó a sus amados encontrar un anillo que a ellas les gustara.
Bueno, todos hemos recibido regalos costosos que nos gustaron, así que ir a lo grande no siempre es malo. Pero creer que los regalos costosos automáticamente muestran que nos importa —se trate de tu prometida, tus hijos o tu jefe— puede dejar frío al receptor.
¿Todavía crees que siempre das regalos perfectos? La mayoría de las personas han caído al menos una vez en las trampas que describimos. Parece correcto dar cosas costosas y únicas. Pero mejor reconsideramos que si nuestros regalos realmente se traducen en la felicidad del receptor (y ponemos a prueba algunos de estos consejos), podemos maximizar nuestras oportunidades de obtener más por nuestro dinero.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a los autores.