Por Baraa Shiban
Nota del editor: Baraa Shiban es investigador en Yemen y coordinador del Proyecto de Ordenanza de Indultos de Yemen (Reprieve’s Yemen Project). También trabaja como representante de la juventud en el diálogo nacional de Yemen. Los puntos de vista expresados en este comentario son exclusivamente suyos.
(CNN) – El 12 de diciembre, una novia y un novio viajaron a su boda en la provincia de al Baitha, Yemen. Se suponía que iba a ser un día de celebración. En vez de eso, en unos pocos segundos, su felicidad fue arrasada. Un avión no tripulado de los EE.UU. abrió fuego contra el desfile nupcial, destruyendo cinco vehículos y matando a la mayoría de sus ocupantes. Ni siquiera el automóvil de la novia, bellamente decorado con flores, se salvó de la carnicería.
Funcionarios superiores yemeníes reconocieron más tarde que el ataque fue un “error”. Un pequeño gran error: aunque la novia sobrevivió, el ataque mató a 14 civiles e hirió a 22 más, de acuerdo con los funcionarios, el mayor número de muertes efectuada por un avión no tripulado en Yemen desde que empezara el programa en 2002.
A partir de estos asesinatos, una ola de indignación ha recorrido el país. El gobierno Yemení se apresuró a reunirse con los líderes ancianos de la comunidad, en un intento de llegar a un convenio discreto por el asesinato de los allegados de la novia. Sin embargo, los vecinos indignados rechazaron la propuesta y en cambio exigieron que el Presidente Abdu Mansour Hadi detenga los ataques de los aviones no tripulados de EE.UU. antes de reunirse en una mesa de negociación.
Como siempre, la Casa Blanca respondió a las preguntas de la prensa sobre el incidente con silencio. El Presidente de los Estados Unidos Barack Obama no ha emitido una admisión de su responsabilidad, mucho menos una disculpa. Tan solo después de que Reprieve haya reunido las pruebas de la escena del crimen, los funcionarios admitieron a regañadientes que investigarían el ataque.
Esta no es la primera vez que un avión no tripulado de los EE. UU. ha matado civiles en la provincia de al-Baitha. El 2 de septiembre de 2012 un avión no tripulado estadounidense atacó un microbús cerca de Radda, de acuerdo con funcionarios Yemeníes. Esta vez el vehículo estaba lleno de aldeanos que llevaban sus compras del día. Como siempre la prensa inicialmente etiquetó a los muertos como “militantes de al Qaeda”, pero cuando los parientes amenazaron con llevar los cuerpos a las puertas del Presidente, el gobierno Yemení tuvo que admitir que los 12 muertos eran civiles. Entre las víctimas había una mujer embarazada y tres niños.
Solo recientemente, hemos tenido motivos para esperar algo mejor. El mes pasado, el ingeniero civil yemení Faisal bin Ali Jaber fue a Washington; viajó 7.000 millas en busca de respuestas. Se reunió con miembros del Congreso, senadores e incluso con algunos funcionarios de la Casa Blanca para describir cómo los aviones no tripulados estadounidenses incineraron a su sobrino y cuñado en el pueblo natal de su hijo, en la boda del año pasado. En este ataque, dos de las víctimas no solamente eran civiles, eran aliados potenciales: uno era un imán que predicaba con regularidad en contra de al Qaeda, el otro era el único policía de este pequeño pueblo.
Faisal recibió sinceras condolencias de muchos legisladores. Aún así, ningún funcionario estaba preparado para explicar por qué sus parientes habían sido asesinados o por qué el gobierno de los EE.UU. no podían admitir que había cometido un error.
El uso de aviones no tripulados en Yemen podría parecer una solución sencilla y rápida para Obama. Pero con cada muerte civil, el poder de reclutamiento de al Qaeda aumenta. Nabeel Khoury, ex Jefe Adjunto de la Misión Estadounidense para Yemen, recientemente nos recordó eso. Cuando se le preguntó si la guerra encubierta de EE.UU. con aviones no tripulados en Yemen creaba más enemigos que los que retiraba, él concluyó: “Es seguro que los ataques de aviones no tripulados eliminan a algunos de los malos, pero también matan a un gran número de civiles inocentes. Dada la estructura tribal de Yemen, EE. UU. genera entre 40 a 60 nuevos enemigos por cada operativo de AQAP (al Qaeda en la península arábiga) muerto por aviones no tripulados”.
Permítame ser claro: Yo, como la gran mayoría de mis compatriotas, rechazo al terrorismo. Todos rechazamos las secuencias del horrendo ataque de al Qaeda a un hospital del Ministerio de Defensa que dejó docenas de muertos en diciembre. Estamos de acuerdo que nuestra lucha contra los grupos extremistas no se puede ganar sin una variedad de esfuerzos, entre ellos una robusta aplicación de la ley. Sin embargo, los ataques de aviones no tripulados agravan nuestro problema porque nos dejan a familias desconsoladas y a pueblos completos aterrorizados. Los aviones no tripulados destruyen la estructura de la sociedad yemení. Los hombres agraviados y enojados son precisamente el tipo de personas que los grupos como al Qaeda en la península arábiga encuentran más fáciles de reclutar.
Nuestro presidente puede tranquilizar a EE.UU. con su apoyo a los ataques con aviones no tripulados, pero lo hace en completa contradicción con los deseos del pueblo yemení. Este año, dos de las mayores instituciones democráticas en Yemen han sido claras. La Conferencia sobre el Diálogo Nacional de Yemen, a la cual Obama elogió como una institución “histórica”, y el Parlamento de Yemen han votado abrumadoramente para prohibir el uso de aviones no tripulados.
Para un país dividido tan a menudo, esta unanimidad de los principales organismos democráticos muestra la fuerza de la opinión pública contra los aviones no tripulados. Pero los gritos de la gente únicamente han tenido como respuesta más misiles que llueven de los cielos. ¿Cómo podemos en Yemen construir nuestra incipiente democracia cuando nuestra voluntad colectiva es ignorada por el más poderoso defensor de la democracia occidental?
(Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente de Baraa Shiban).