Por Daisy Carrington, para CNN
(CNN) – África no es un continente que uno inmediatamente asocie con hielo. Históricamente, sin embargo, ha habido tres montañas que, hasta hace poco, podían presumir con orgullo de algunos de los más majestuosos glaciares del mundo: el monte Kilimanjaro en Tanzania, el monte Kenia y las Montañas Rwenzori, entre Uganda y la República Democrática del Congo.
Rwenzori, conocidos también como “Alpes de África”, las “montañas de la luna” y la “fuente de nieve del Nilo” (estos dos últimos apelativos fueron atribuidos en el 150 dC por el astrólogo y geógrafo Claudio Ptolomeo). Mucho se ha escrito acerca de sus picos cubiertos de nieve, pero una reciente expedición ha descubierto que los glaciares que han excitado durante siglos la imaginación pronto serán historia.
“Por desgracia, creo que es demasiado tarde para Rwenzori”, se lamenta Luc Hardy, un explorador y fundador de Pax Arctica.
“No es que hay una causa local específica sobre la que se pueda actuar. Tiene que ver con todos nosotros, en todo el mundo, creando C02 en el aire”.
Hardy condujo recientemente una expedición de dos semanas a Rwenzori en conjunto con el Centro de Recursos de Montaña de la Universidad de Makerere en Uganda, Cruz Verde Internacional y el Parlamento Mundial de la Juventud por el Agua. Su equipo se propuso investigar la magnitud de la recesión de los glaciares, y el impacto que podría tener en las comunidades circundantes.
Él no es el único preocupado por la desaparición de los glaciares.
“Mi suposición es que en 2030 no habrá nada de hielo en la montaña”, dice Richard Taylor, profesor de geología en la Universidad College de Londres. Los glaciares, que tenían un área combinada de alrededor de 2,7 millas cuadradas en el inicio del siglo XX, ahora ocupan menos de 0,4 kilómetros cuadrados. Taylor estima que el hielo está disminuyendo en aproximadamente 0,2 kilómetros cuadrados por década.
“En realidad, lo que buscas en una última oportunidad de verlos”, dice.
Aunque Rwenzori no recibe el mismo tráfico turístico como el Kilimanjaro o el Monte Kenya (ambos de los cuales también están sufriendo; el Kilimanjaro ha perdido 84% de su hielo desde 1912, y dos terceras partes de la capa de hielo del Monte Kenia ha desaparecido), es probable que el hielo termine por desaparecer.
“Muchos de los Bakonzo [la tribu local que vive en las montañas] dependen del turismo. Ofrecen paseos por la naturaleza y actúan como guías. Con el retroceso de los glaciares, estas mismas personas se verán afectadas por la falta de puestos de trabajo”, dice Richard Atugonza, un estudiante en el Centro de Recursos de Montaña de la Universidad de Makerere que participó en la expedición.
Hardy ha descrito los glaciares que se derriten como un “canario en la mina”, con su decadencia que ilustra cómo el cambio climático está empezando a afectar el medio ambiente local.
“Los glaciares indican un aumento de la temperatura en la región, y un ambiente más cálido conduce a una intensificación de la lluvia”, dice Taylor. “Lo que esto significa es sequías más prolongadas e inundaciones más intensas”.
Las sequías podrían significar un desastre para los habitantes locales, que dependen de las aguas de los ríos alpinos locales para regar sus cultivos y proveer energía hidroeléctrica.
El clima más cálido también podría alterar gravemente el ecosistema y, potencialmente, dar paso a la malaria (de acuerdo con Taylor, se trata de una enfermedad con la que los Bakonzo históricamente no han tenido que lidiar, tal vez porque el clima alpino ha disuadido tradicionalmente a los mosquitos).
“Podría ser que perdiéramos algunas especies de plantas muy raras en la cumbre”, añade Taylor.