Por Zain Verjee, Lauren Said-Moorhouse y Tony Whaley

Bwindi Impenetrable National Park, Uganda (CNN) — Son los primates más grandes del mundo y sin embargo, la amenaza constante de la caza furtiva, la deforestación y las enfermedades humanas presagian que pronto, los gorilas de montaña podrían desaparecer por completo.

Habitan en los densos bosques de África Central (en las montañas Virunga, que abarcan Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo y en el Parque Nacional Impenetrable de Bwindi en Uganda); los gorilas que están en grave peligro de extinción enfrentan un futuro incierto. Quedan tan solo 880 gorilas de montaña en el mundo, según datos recientes de un censo.

En una misión por proteger a los primates de la extinción se encuentra Gladys Kalema-Zikusoka, una destacada científica ugandesa y defensora de la conservación de especies en Bwindi, una región designada como Patrimonio de la Humanidad y hogar de casi la mitad de la población de gorilas de montaña en el mundo.

Como una de las principales conservacionistas de África, Kalema-Zikosuka ha estado trabajando incansablemente durante más o menos dos décadas para crear un ambiente donde los gorilas y las personas puedan coexistir de manera segura en un área con una de las más altas densidades de población rural en el continente.

¿Los gorilas pueden resfriarse?

Cuando Kalema-Zikusoka empezó a trabajar en Bwindi en el año 1994, el turismo destinado a la observación de gorilas estaba en sus primeras fases y empezaba a convertirse en un fuerte recurso financiero para la economía local.

Debido a que los gorilas de montaña comparten el 98% del mismo material genético de los humanos, Kalema-Zikusoka decidió analizar la forma en que el incremento de la  interacción humana podría afectar a los primates.

“Pude ver las consecuencias del turismo en los gorilas; tanto lo bueno como lo malo”, dice. “Y por supuesto, me di cuenta de qué forma se beneficiaban las comunidades, porque son realmente pobres y el turismo destinado a la observación de gorilas los está ayudando a salir de la pobreza”, agrega Kalema-Zikusoka.

“Mi investigación en ese momento giraba en torno a analizar los parásitos en la represa de gorilas, y descubrí que los gorilas que eran visitados por humanos tenían una mayor carga de parásitos que aquellos no eran visitados por humanos”, explica. “Fácilmente les podemos transmitir enfermedades, y eso es algo malo”.

Veinte años después, la destacada veterinaria ahora es la fundadora y directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro “Conservation Through Public Health” (CTPH), y sigue adelante con sus metas de proteger a los gorilas y a otros animales de contraer enfermedades.

“Nuestra investigación actual se enfoca en la transmisión de enfermedades entre personas y gorilas”, dice. “Analizamos muestras fecales de gorilas regularmente, por lo menos una vez al mes, de los grupos habituados a los que nos podemos acercar lo suficiente, para ver si están contrayendo alguna enfermedad proveniente del ganado o de las personas que interactúan con ellos.

“Y si encontramos que están enfermos, hablamos con Uganda Wildlife Authority, nos sentamos a discutir y decidimos qué debemos hacer al respecto”.

Ayudar a los gorilas, ayudar a los humanos

Kalema-Zikusoka dice que es esencial instruir a las comunidades locales que rodean a los gorilas.

“También tenemos un programa paralelo… donde mejoramos la salud de la comunidad”, dice. “Entonces, mientras mejoramos la salud de la comunidad, también analizamos y determinamos cómo está mejorando la salud del gorila”.

Los programas comunitarios del CTPH tienen como objetivo prevenir enfermedades infecciosas como diarrea, sarna y tuberculosis, las cuales podrían ser transmitidas a la población de gorilas.

“Tuvimos un gorila con sarna en 1996, cuando era la veterinaria de Uganda Wildlife Authority, y determinamos que la enfermedad se originó en personas que vivían alrededor y tenían muy pocos cuidados de salud”, explica Kalema-Zikusoka.

“Ese mismo grupo de gorilas estuvo a punto de morir si no los hubiéramos tratado. El gorila bebé murió y el resto solo se recuperó con el tratamiento”.

El poder del ecoturismo

Como parte de sus esfuerzos, el CTPH ahora está tratando de recaudar fondos para construir una clínica de gorilas más grande, así como un centro educativo para la comunidad.

“Realmente siento que todos deberían venir y proteger a los gorilas”, dice Kalema-Zikusoka. “En realidad, aquí la comunidad ama a los gorilas; primero, por el beneficio económico que reciben de ellos, pero también creo que es porque son gigantes verdaderamente gentiles”.

Kalema-Zikusoka admite que el turismo destinado a la observación de gorilas es un sostén financiero para los lugareños. Cada grupo de gorilas representa un mínimo de 1 millón de dólares al año para las comunidades cercanas, además de brindarles empleo en la industria del turismo, dice la científica.

“Todo recae en un cierto equilibrio entre la conservación y la economía”, dice. “Y esa es la razón por la que tratamos de lograr una experiencia de ecoturismo en la que limitas el número de personas que visitan los grupos de gorilas”.

Por medio de su continua defensa y esfuerzos de la comunidad internacional de conservación, las cifras recientes indican que la población de gorilas de montaña está aumentando.

Un censo llevado a cabo en 2012 por Uganda Wildlife Authority identificó a 400 gorilas de montaña que ahora viven en el Parque Nacional Bwindi, lo que establece el aproximado de la población general en 880, a diferencia del aproximado de 786 en 2010.

“Quedan tan pocos gorilas, que nos alegra que las cifras estén aumentando”, dice Kalema-Zikusoka.

“Biwindi en realidad es Patrimonio de la Humanidad, y tenemos que hacer todo lo que podamos para protegerlos”.