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Nota del editor: Carl Safina es científico y escritor galardonado; es presidente fundador del Instituto Blue Ocean en la Universidad Stony Brook y conduce el programa de televisión Savig the Ocean with Carl Safina de la cadena estadounidense PBS.

(CNN)—- ¿Supiste la noticia? Como las placas de hielo de la Antártida se están derritiendo, es probable que el nivel del mar aumente “imparablemente” en al menos tres metros, lo que condenaría a muchas ciudades costeras y desplazaría a millones de personas. Y todo ocurrirá… en unos cuantos siglos. Bueno. A quién. Le importa.Esta noticia suena aburrida. Adelante, no dejes que te quite el sueño.

¿Podríamos prepararnos para lo que ocurrirá en unos siglos si quisiéramos? ¿Deberíamos prepararnos para lo que ocurrirá? ¿Habrá gente dentro de algunos siglos? Si es así, ¿les debemos algo? No tenemos por qué preocuparnos por lo que ocurrirá en los próximos 200 o 500 años.

El futuro no es lo que solía ser, pero ese problema no es nuestro problema. La tecnología inimaginable siempre ha llegado al rescate y siempre lo hará. Es decir, inventaremos flotadores gigantes y eficientes en cuanto a costos para la ciudad de Nueva York y todas las demás ciudades y pueblos costeros del mundo, o algo así.

Dos equipos de científicos con enfoques diferentes que estudian partes diferentes de la Antártida anunciaron el colapso de las placas de hielo. “Una gran parte de la placa de hielo de la Antártida occidental se ha reducido de forma irreversible”, de acuerdo con Eric Rignot, glaciólogo de la Universidad de California en Irvine, quien dirige uno de los equipos. “Ha rebasado el punto sin retorno”. Su equipo registró reducciones de entre 10 y 35 kilómetros en varios glaciares desde principios de la década de 1990. Esos glaciares también se han vuelto más delgados.

El calentamiento del aire intensifica los vientos que soplan alrededor de la Antártida, pero el aire caliente no es lo que derrite los glaciares de esa región. Esos vientos atraen el agua caliente hacia la superficie. El agua caliente erosiona el hielo. ¿La causa? Parece que se trata principalmente del calentamiento por el efecto invernadero a causa del aumento de dióxido de carbono procedente de la quema de gas, petróleo y carbón. Sin embargo, el agujero de ozono —que también provocamos los humanos, pero no tiene nada que ver con los gases de efecto invernadero ni con los combustibles fósiles— también podría provocar que los vientos se intensifiquen.

Hasta ahora, el aumento del nivel del mar ha sido el resultado de la expansión del agua de mar a causa del calor más que del derretimiento del hielo. Sin embargo, el derretimiento de las placas de hielo tendrá un efecto importante en el aumento del nivel del mar.

Ian Joughin, líder del otro equipo de investigación, dijo que no hay nada que pueda detener el colapso de la placa de hielo y agregó que “no hay un mecanismo estabilizador”.

Sin embargo, será un proceso lento. John H. Mercer, de la Universidad Estatal de Ohio, fue el primero que predijo esto en 1978. Murió sin ver que se rompieran los glaciares de la Antártida, así como ocurrirá con todos nosotros.

Así que volvamos a dormir. La gente que existirá dentro de 200 años no es nuestro problema.

El único defecto que tiene esa forma de pensar es que hace unos siglos —hace unos 225 años para ser precisos—, algunas personas redactaron una Constitución y una Carta de Derechos que afecta nuestra vida todos los días y a la que nos referimos para guiarnos legal y moralmente. Esas personas pudieron haber dicho: “Al diablo, hagamos algo de dinero”. Pienso que estoy en deuda con ellos porque quisieron hacer algo mejor que eso. A menudo deseo ser así de bueno.

Aquí y ahora, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático predice que en este siglo, el nivel del mar podría aumentar hasta un metro.

Ese sí es nuestro problema. Algunos de nosotros estaremos vivos. Muchos tendremos hijos que vivirán hasta el fin de este siglo. De aquí a entonces, probablemente haya huracanes devastadores parecidos a Sandy y las aguas más cálidas intensificarán los vientos y devastarán las costas.

Mientras leía sobre el derretimiento de la Antártida, noté tres artículos relacionados y los leí.

En uno se hablaba de los desplazamientos relacionados con las inundaciones que ya afectan a la gente de las zonas bajas en todo el mundo, desde los habitantes de Kiribati hasta la gente de Florida. En otro se habla de la miseria que se vive por el aumento del nivel del mar en Bangladesh, en donde habrá 18 millones de desplazados a lo largo de los próximos 40 años por el aumento en el nivel de las aguas y los pozos de agua dulce de sus granjas quedarán arruinados por la sal.

El tercer artículo hablaba sobre la reciente derrota del disfuncional Congreso estadounidense respecto a una ley más sobre energía. El sitio Voice of America señala: “El Senado bloqueó una ley para aumentar la eficiencia energética de Estados Unidos que contaba con un respaldo bipartidista sólido”. La eficiencia es mala; necesitamos desperdiciar. Gracias, senadores.

O tenemos una responsabilidad moral con los demás o no. No importa si viven a la vuelta de la esquina, en el estado vecino o en el futuro. Moralmente no hay gran diferencia entre una persona a la que las inundaciones que trajo consigo la supertormenta Sandy expulsaron de su hogar y una persona a la que las inundaciones expulsarán dentro de 200 años a causa de nuestra inacción colectiva y voluntaria.

Sin embargo, algunas veces no estoy seguro de que sea voluntaria. Cuando estudiaba la preparatoria, en la década de 1970, aprendí que dependemos demasiado de otros países para satisfacer nuestras necesidades energéticas, que el petróleo y el carbón son no renovables y contaminantes y que necesitábamos empezar a adoptar fuentes de energía limpias y renovables. El cambio hacia una economía basada en el petróleo había tomado un siglo. El cambio a las energías renovables sería la tarea más importante de mi generación.

Han pasado muchas cosas desde entonces, pero en resumen, ha habido pocos avances.

La tecnología avanzó, pero no se ha adoptado. La superaron la negación y la inercia, con el respaldo de los grandes intereses en el sector energético y el dinero que financia campañas políticas. A nivel mundial no estamos uniéndonos para estabilizar el clima e instituir las energías limpias.

Creo que podríamos hacer lo necesario. Simplemente no lo estamos haciendo como colectividad. No veo que la humanidad sea capaz de resolver los problemas que estamos creando. Tendríamos que ponernos de acuerdo para resolverlos. Para eso, nos tendría que importar.

No estamos haciendo lo suficiente de ninguna de esas cosas. Con demasiada frecuencia nos encontramos en negación. Y nos parece bien. Nuestra solución principal es no dejar que nos quite el sueño.

Entonces no hay que preocuparnos por la gente de Bangladesh, Kiribati, Nueva York y Miami, ni por el siglo XXIII. Dulces sueños.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Carl Safina