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Por Claudia Palacios, CNN en Español
(CNN) – Enrique Peñalosa, candidato de la Alianza Verde a la presidencia de Colombia, siempre se ha mostrado como un ‘antipolítico’. Dice que sus cualidades radican en que no está contaminado por la politiquería, sino que sabe hacer una cosa bien: administrar.
Su carta de presentación es su gestión en la Alcaldía de Bogotá entre 1998 y 2000. Ahora, intenta por segunda vez llegar a la Presidencia.
Peñalosa representa un partido fraccionado entre los Verdes —que han propuesto la renovación de la política y cuyo candidato Antanas Mockus fue segundo en las elecciones presidenciales pasadas—-, y los Progresistas, la izquierda del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, con quien Peñalosa tiene conocidas diferencias ideológicas.
Con 60 años, este economista, administrador, doctor en Administración Pública, casado, padre de dos hijos, exalcalde de Bogotá y consultor internacional, quiere construir “el país que podemos tener”, su lema de campaña.
“Estoy convencido que con un gobierno libre de compromisos con las maquinarias de la política tradicional, tomando las decisiones técnicas y no las políticas en todo sentido vamos a producir resultados que le mejoren la vida a la gente”, dice.
A pesar de que su grupo político es minoritario en el Congreso, Peñalosa confía en que si gana podrá gobernar.
“Nosotros ya estuvimos en la Alcaldía también con uno o dos concejales de muestro lado y fue posible sacarlos. Pero estamos dispuestos a llegar a las últimas consecuencias si es necesario”.
Para Peñalosa, las últimas consecuencias es realizar, si es necesario, “un referendo para que hagamos cambios drásticos al Congreso”.
Con la misma vehemencia habla de tomar medidas para evitar más perjuicios a los agricultores en la medida en que los tratados de libre comercio vayan entrando en vigor.
También es clara su postura sobre Venezuela:
“La influencia o las relaciones que ha tenido el gobierno venezolano no muy afortunadas con las guerrillas colombianas y la contribución que en este momento aparentemente está haciendo a las negociaciones de paz tampoco puede dejar al gobierno colombiano sin la posibilidad de pronunciarse sobre lo que es un deterioro de la democracia en Venezuela”, señala.
“Yo personalmente soy amigo de Leopoldo López, es un prisionero político que no ha tenido acceso a las garantías procesales que se tienen en cualquier sistema democrático”.
Peñalosa ha criticado que el presidente-candidato, Juan Manuel Santos, está, a su juicio, haciendo política con la paz, y dice que de ser elegido mantendría las conversaciones en La Habana como están, pero que hay otros temas tan o más importantes que abordar.
“Menos del 2% de los homicidios que se comenten Colombia tiene que ver con el tema de la guerrilla (…) ni hablar del tema de la buena atención en salud, o de la buena calidad en la educación, las carreteras, de manera que con acuerdo en La Habana o sin acuerdo… son muchos los temas que no están siendo bien atendidos en Colombia”.
No obstante, Peñalosa ha asegurado que mantendrá el actual equipo negociador de La Habana y hará de la paz una política de Estado.
La principal estrategia de Peñalosa ha sido mostrar su faceta de buen gerente.
También fue candidato a las elecciones pasadas a la Alcaldía de Bogotá, en donde recibió el apoyo del expresidente Álvaro Uribe —lo que marcó su distanciamiento con Antanas Mockus—. En esa ocasión, perdió.
Hoy, cuenta en su equipo con notables opositores a Uribe, como la senadora electa Claudia López. Y en esta campaña ha reiterado que no hace alianzas con políticos o partidos, sino con los ciudadanos.
Por eso, en medio de la llamada “guerra sucia” entre el presidente Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga, Peñalosa ha enfatizado en su talante de un ‘antipolítico’ que puede gobernar Colombia de manera técnica —dice— como lo hizo con Bogotá.