CNNE 158253 - restos oseos de victimas de la plaga de cipriano descubiertos en el complejo funerario de harwa y akhimenru-

Por Candida Moss, especial para CNN

(CNN) – Arqueólogos en Egipto han desenterrado pruebas de una plaga apocalíptica ocurrida durante el siglo III, que fue interpretada por al menos un obispo cristiano como una señal del fin del mundo… una idea que podría haber ayudado a la expansión del cristianismo.

Un equipo de la Misión Arqueológica Italiana a Lúxor desenterró el hallazgo este mes en el complejo funerario de Harwa y Akhimenru en la región occidental de la antigua ciudad de Tebas, ubicada en lo que hoy es Lúxor.

Mientras el equipo excavaba el lugar, encontraron los restos de cuerpos cubiertos por una gruesa capa de cal. La cal era significativa, pues se utilizaba en los tiempos antiguos como una forma de desinfectante para prevenir la contaminación.

En un lugar cercano, había evidencia de una enorme hoguera, utilizada para incinerar los restos de víctimas de plagas, y de tres hornos utilizados para la producción de cal.

Las piezas de cerámica ubicadas en los hornos les permitieron a los científicos establecer que el descubrimiento era de mediados del siglo III, la época de una terrible epidemia que los historiadores conocen como “plaga de Cipriano”.

Cipriano, el obispo de Cártago de mediados del siglo III, nos proporciona la descripción más detallada de los terribles efectos de la plaga. En su ensayo “De mortalitate”   (“Sobre la mortalidad”), Cipriano escribió:

“Los intestinos se sacuden con vómitos continuos; los ojos arden con sangre infectada; en algunos casos los pies o algunas partes de las extremidades tienen que ser amputadas debido al contagio de la enferma putrefacción”.

En muchos casos, continuó diciendo Cipriano, después se producía ceguera y sordera.

En su punto máximo, se calcula que a causa de la epidemia, 5.000 personas morían al día solo en la ciudad de Roma. Entre ellos se encontraban dos emperadores romanos: Hostilian y Claudius II Gothicus.

Los efectos eran igual de extremos en otras partes del imperio. El sociólogo Rodney Stark escribe que hasta dos tercios de la población de Alejandría, Egipto, murió.

Los científicos modernos pueden creer que la enfermedad era viruela, pero para Cipriano era un augurio del fin del mundo. Curiosamente, esta creencia en realidad puede haber ayudado a la expansión del cristianismo.

Cipriano notó que los cristianos también estaban muriendo a causa de la plaga, pero sugirió que solo quienes no eran cristianos tenían algo que temer.

Su compatriota Dionisio, obispo de Alejandría (una de las áreas más afectadas) escribió que fue un período de gozo inimaginable para los cristianos. El hecho de que incluso los emperadores romanos estaban muriendo y los sacerdotes paganos no tenían forma de explicar o prevenir la plaga, solo fortaleció la posición cristiana.

La experiencia de la enfermedad y muerte generalizada, y la alta probabilidad de que ellos mismos podrían morir, hizo que los cristianos estuvieran más dispuestos a aceptar el martirio.

Agrégale a esto el hecho de que la epidemia coincidió con la primera legislación romana que afectaba a los cristianos, y el martirio se convirtió tanto en una posibilidad y en una opción más razonable: cuando la muerte está a la vuelta de la esquina, ¿por qué no hacer que la tuya cuente?

Según lo que se dice expresó el mártir Apolonio en su juicio, “a menudo, es posible que la disentería y la fiebre maten, así que voy a considerar que estoy siendo destruido por una de ellas”.

Las desgarradoras imágenes de cuerpos que se están pudriendo y piras de cuerpos a las que se les había prendido fuego también influyeron las primeras descripciones cristianas del infierno y la vida después de la muerte, las cuales ya estaban llenas de fuego y azufre.

Con la propagación de la plaga, estas amenazas parecían ser cada vez más reales. Ahora que el infierno se había convertido en un lugar en la tierra, los cristianos se volvieron cada vez más ansiosos por evitarlo en el más allá.

La epidemia que parecía ser el fin del mundo en realidad promovió la expansión del cristianismo.

Candida Moss es profesora de Nuevo Testamento y de cristiandad temprana en la Universidad de Notre Dame y autora de “The Myth of Persecution”.