Por Tim Lister
JERUSALÉN (CNN) — El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha dejado muy claros los objetivos de la Operación Filo Protector: destruir los túneles de Hamas, acabar con sus lanzamientos de cohetes (y de los de la Yihad Islámica) y traer una “quietud sostenible” al pueblo de Israel por medio de la desmilitarización de Gaza.
El portavoz de Netanyahu, Mark Regev, recalcó esos objetivos mientras se implementaba el más reciente alto al fuego el martes 5 de agosto. “No queremos que se reconstruya la maquinaria militar”, dijo a CNN. “Tenemos que asegurarnos de que Gaza siga desmilitarizada”.
Tras casi un mes de combates, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) señalaron que han destruido 32 túneles ofensivos. Hamas redujo su arsenal de cohetes (en casi dos terceras partes) y han atacado duramente sus instalaciones de lanzamiento, afirman las FDI. Pero ¿cómo se define desmilitarizado? Los morteros de corto alcance de Hamas mataron más israelíes que sus cohetes. ¿Israel insiste en que los entreguen? ¿Cómo los encontrarán? ¿Quién los encontrará?
La quietud sostenible dependerá de factores sobre los que Israel pueda influir, pero no controlar: principalmente su disposición de ofrecer a 1 millón 800.000 de gazatíes un futuro un poco mejor que una prisión abierta. Se estima que dos terceras partes de los gazatíes nunca han salido de la Franja. El escritor palestino, Amir Nizar Zuabi, habla de un fatalismo desesperado tras casi una década de conflicto.
“Nosotros, que estuvimos bajo ataque desde el cielo, desde el mar, desde los campos, contra quienes arrojaron bombas de una tonelada de potencia en rondas inútiles de matanzas, le hemos dado la espalda a la vida”, escribió esta semana en el sitio web Haaretz.
¿Pueden volver a la vida y ver un futuro en el que puedan vender sus productos en los mercados extranjeros y viajar libremente, en el que puedan encontrar empleo, construir casas y ver que sus hijos reciban una educación sin el temor constante al siguiente bombardeo?
Esa posibilidad se vislumbró en el acuerdo que puso fin al conflicto más reciente en 2012 y que establecía “la apertura de los cruces; facilitar el movimiento de personas y la transferencia de bienes; la limitación a las restricciones al libre tránsito de los habitantes y a los ataques contra los residentes de las zonas fronterizas”.
Sin embargo, el acuerdo no se implementó.
“Israel se comprometió a participar en negociaciones indirectas con Hamas relativas a la implementación del alto al fuego, pero las retrasaron repetidamente”, en parte a causa de ciertas consideraciones de política interna, escribió Nathan Thrall, analista senior del International Crisis Group, en la publicación London Review of Books.
Las autoridades y los analistas israelíes han hecho referencia a las elecciones y a la creación de coaliciones como las causas del retraso de cualquier compromiso significativo, aunque en 2013 hubo menos ataques con cohetes que en cualquier año posterior a 2006.
¿Esta vez será diferente?
La destrucción de vecindarios gazatíes enteros (Zeitoun, Beit Hanoun y Khuzaa, por mencionar solo tres) y el desplazamiento de más de 500.000 personas, según los cálculos que la ONU publicó el martes 5 de agosto, exigirán un enorme programa de reconstrucción.
Netanyahu dijo que Israel “exige que la rehabilitación de Gaza se ligue a su desmilitarización”. Por el contrario, dice Maen Areikat, enviado de la OLP en Estados Unidos, “lo que deberían ofrecer es el fin del bloqueo, el fin de la ocupación, antes de que siquiera puedan pedir a los palestinos que consideren la idea de la desmilitarización”.
Yossi Kuperwasser, general brigadier retirado y director general del Ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, dice que esta interrelación o secuenciación es la cuestión de los 64.000 dólares. “Las ideas antiguas no funcionaron”, dijo. “Necesitamos unas nuevas. Tenemos que asegurarnos de que la comunidad internacional tome medidas para que el cemento que entra a Gaza se use en proyectos civiles”.
Kuperwasser dijo que “se debería implementar una estructura de supervisión totalmente diferente” antes de que Israel permita que entren a Gaza materiales que podrían considerarse de uso dual.
En esa estructura se contemplaría, de acuerdo con las autoridades israelíes, una fuerza policial de la Autoridad Palestina en el cruce de Rafah, hacia Egipto. La Unión Europea ofreció reactivar su Misión de Asistencia Fronteriza, que operaba en el cruce de Rafah entre 2005 y 2007, para que funcione como una segunda etapa de supervisión en todos los cruces.
Hamas: ¿Cambio de opinión o de tácticas?
¿Hamas simplemente empezará de nuevo en preparación para la siguiente ronda a pesar de que lo castigaron con una campaña devastadora que dejó cientos de combatientes muertos o capturados y en la que destruyeron los túneles en los que invirtió tanto dinero? ¿Acaso encontrará una nueva realidad entre el polvo y los escombros?
Pocos observadores esperan que Hamas renuncie al discurso desafiante. Puede obtener cierta satisfacción del nivel de resistencia que opusieron sus combatientes, especialmente en situaciones combate cercano en lugares como Shujayya. La predicción de algunos oficiales israelíes de que los combatientes de Hamas se derrumbarían cuando las cosas se pusieran duras era infundada.
El veterano escritor de temas de defensa, Amos Harel, escribió en el sitio web Haaretz: “Hamas no está derrotado. La organización seguirá gobernando Gaza y (será) parte esencial en cualquier acuerdo futuro”.
Sin embargo, el movimiento está en una situación difícil. Su dirigencia entró en la clandestinidad para evitar asesinatos a través de ataques aéreos de las FDI. Se enfrenta a una grave crisis financiera ya que no puede pagar los salarios de los empleados del gobierno.
Sus antiguos patrocinadores de Irán y Siria los abandonaron y se encuentran atrapados en las divisiones entre chiitas y sunitas en el mundo árabe. Qatar, su principal fuente de recursos (asumió la responsabilidad de pagar 20 millones de dólares —unos 260 millones de pesos— al mes en salarios para los trabajadores gazatíes), está bajo la presión de los demás estados del golfo Pérsico para que retire su apoyo a Hamas.
Sobre todo, el presidente de Egipto, Abdel Fattah al Sisi, ha estrangulado a Hamas militar y económicamente. Poco después de que derrocaran a Mohamed Morsi, hace un año, al Sisi (quien entonces era jefe de las fuerzas armadas) maniobró para cerrar los túneles de contrabando que cruzaban la frontera entre Gaza y Egipto y privó a Hamas de sus muy necesarios ingresos y de la única vía para importar armas.
Hamas también podría estar enfrentándose a la disidencia dentro de Gaza o al menos a la falta de apoyo, ya que la gente estudia el costo —en términos humanos y económicos— del conflicto más reciente. El martes, en Shujayya, Hany Mahmoud el Harezen estudiaba las ruinas de su casa.
“Soy fotógrafo de bodas. No tengo nada qué ver con esta guerra”, dijo a CNN. “Si tuviéramos algunas concesiones valdría la pena, pero no tenemos nada”.
Parece que ese sentir se generaliza y Kuperwasser cree que eso ayudará a cambiar los planes de Hamas. “Ha tomado una decisión estratégica —dice— para entregar parte de su identidad terrorista con el fin de conservar el control de Gaza”.
Las opciones de Netanyahu
Por ahora, Netanyahu puede negociar desde una posición de fuerza. Él, su ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor de Israel, han disfrutado de tasas de aprobación superiores al 80% durante gran parte de la campaña a pesar de que han muerto más de 60 soldados israelíes, más que los que murieron durante la invasión total de Gaza en 2008 y 2009.
“La opinión pública israelí confía en que este triunvirato sabe exactamente lo que hace”, dijo Marcus Sheff, del Proyecto Israel. “Sienten que tienen una dirigencia controlada y moderada a la hora de defenderlos y que hace lo necesario a nivel militar y político”.
Incluso el opositor Partido Laborista ha alabado la forma de conducir la campaña. “Operan con sumo cuidado, de forma proporcionada. Creo que defienden a Israel con sus decisiones”, dijo el legislador laborista, Nachman Shai, a CNN.
En todo caso es el ala derecha la que desafía a Netanyahu, ya que algunos de los miembros del gobierno de coalición dicen que la campaña en Gaza no ha llegado lo suficientemente lejos y que deberían aplastar a Hamas. Netanyahu advirtió a los ministros del gabinete que piden que se asuma una postura más agresiva que se alineen. Al parecer reconoce que no se puede erradicar a Hamas, ciertamente no sin una ocupación total de Gaza, lo que sería una situación peligrosa y suscitaría las condenas de la comunidad internacional.
Algunos funcionarios israelíes creen que Hamas sirve para un fin: evitar que los grupos fundamentalistas como la Yihad Islámica se apoderen de Gaza. También les agrada ver que los palestinos están divididos entre Hamas y la Autoridad Palestina en vez de estar unidos bajo un solo estandarte.
¿El fin de la solución bipartita?
Netanyahu es ahora el segundo primer ministro que ha gobernado por más tiempo en la historia de Israel. Para muchos observadores su permanencia se debe a su cautela innata, a que se rehúsa a hacer compromisos que podrían arriesgar la seguridad de Israel más adelante.
Mientras estallaba el conflicto más reciente en Gaza, dijo que si Israel hubiera cedido el control de la seguridad en la Margen Occidental, habría invitado al desastre. “Si nos retiráramos de Judea y Samaria, como nos lo pidieron, existiría la posibilidad de que hubieran miles de túneles”.
Para profundizar en el tema, Netanyahu agregó: “No puede haber una situación con base en acuerdo alguno en la que entreguemos el control de la seguridad del territorio que se encuentra al oeste del río Jordán”.
Para muchos observadores en Israel, eso significó que “no habrá un Estado palestino”.
Parece que la posibilidad de un acuerdo de paz más amplio está más lejos que nunca aunque sus componentes esenciales son los mismos que hace 20 años: una solución bilateral, la coexistencia de Israel y la Margen Occidental con intercambios mutuos de territorios y el retiro de la mayoría de los asentamientos israelíes en la Margen Occidental.
Los altos funcionarios israelíes observan el caos que los rodea, desde Iraq y Siria hasta Libia, y se preguntan si la resolución del asunto palestino es el más importante del día. Los gobiernos árabes están preocupados por sobrevivir, no por la liberación de los palestinos. Kuperwasser (del Ministerio de Asuntos Estratégicos de Israel) dice que la auténtica amenaza en la región es el radicalismo islámico; eso ha acercado a Israel y a los estados árabes moderados como Egipto y Jordania (y Arabia Saudita por extensión).
Para muchos observadores, el acuerdo al que Fatah y Hamas llegaron el 23 de abril de 2014 brinda la mejor oportunidad —si no es que la única— para romper el ciclo de violencia. Hamas accedió a establecer un “gobierno consensual” de palestinos que defiendan la no-violencia, el reconocimiento de Israel y la observancia de los acuerdos anteriores, un gobierno que restauraría la influencia de la Autoridad Palestina en Gaza.
“Trágicamente, Israel rechazó esta oportunidad de alcanzar la paz y ha logrado evitar el despliegue de un gobierno nuevo en Gaza”, señalaron el expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, y Mary Robinson, ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en la revista Foreign Policy.
Si se permite que este gobierno eche raíces en Gaza, que asuma la responsabilidad de reconstruir, que acceda a un programa de desmilitarización verificable y que cuente con el consenso internacional, el futuro podría ser diferente.
Pero, como concluye Nathan Thrall, del International Crisis Group: “Esta solución habría estado, desde luego, al alcance de Israel, Estados Unidos, Egipto y la Autoridad Palestina en las semanas y meses anteriores al estallido de la guerra, antes de que se destrozaran tantas vidas”.