Por Astead Herndon, especial para CNN

(CNN) – Hay sesiones de ejercicios de horror y luego está Kathleen Riser, quien fue objeto de burlas por la más insólita de las fuentes: un entrenador físico del gimnasio.

“Hay alguien más que romperá nuestro equipo”, oyó decir a un entrenador hace dos años y medio, refiriéndose a su cuerpo de más de 160 kilos.

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Esa solo fue una confirmación de sus temores. Por vergüenza, Riser había pasado años evitando los gimnasios.

“No había ido a un gimnasio desde que estaba en la universidad y cada vez que intentaba inscribirme me sentía incomoda”, dijo. “Sentía que las personas me veían”.

Las personas ahora dicen que Riser es una inspiración. La mujer de 54 años de edad ha bajado 90 kilos.

“Cuando empecé este proceso hace dos años y medio, me sentía desesperada. …En realidad, pensaba que mi vida se había terminado”, escribió en su iReport de CNN.

“Estaba decidida a no morir así”.

Una espiral descendente

Riser ha dedicado su carrera profesional a otros.

Como maestra de enseñanza media, ella ayudaba a los niños ingresaron a su aula a salían como adolescentes informados y competentes. Después de la escuela, Riser pasaba mucho tiempo en su papel de directora de una banda, lo que implicaba viajar de noche y los fines de semana por las competencias.

Desafortunadamente, la profesora, quien ahora está retirada, no podía dedicarse de la misma forma a su vida personal

“Todas las mañanas me comía un muffin de salchicha del McDonald’s o un desayuno de comida rápida”, dijo. “Comía muchas papas fritas y una gran cantidad de pan blanco”.

“Realmente comía constantemente”.

Con una altura de 1.62 metros, Riser se dio cuenta de que su peso estaba afectando sus rodillas. Tuvo que someterse a cuatro cirugías y cada una parecía tener un mayor efecto negativo en su cuerpo que la anterior.

Sabía que se estaba privando de tener una vida productiva.

“Se me dificultaba ponerme de pie sin dejar de mecerme o inclinarme o cualquier otra cosa”, dijo. “No podía viajar en avión sin una extensión de cinturón de seguridad. Y todas esas cosas pequeñas, como no poder ir al parque de diversiones, me estaban empezado a afectar”.

El momento crítico: Riser se esforzaba por subir las gradas para llegar a su salón de clases.

Calcula que su peso máximo fue de 174 kilos.

“Iba directo a la muerte”.

Riser decidió buscar un gimnasio libre de juicios, cambiar sus hábitos alimenticios y darle a la vida saludable otra oportunidad. Gracias a un grupo de rendición de cuentas y el deseo de ayudarse entre sí, a su entrenador personal Shaun Lloyd y a su dedicación, Riser ha logrado lo que ella llama su objetivo: probar que las mujeres de mediana edad pueden bajar de peso.

“La gente dice que cuando te haces mayor, es más difícil bajar de peso”, dijo. “O que siempre sería talla grande. Demostrar que la gente está equivocada se convirtió en una de mis inspiraciones”.

Lloyd atribuye el éxito de Riser a un simple hecho: “Ella nunca aceptaba un no por respuesta”.

La transformación

Lloyd sabía que tendría que ganarse la confianza de Riser, luego que los comentarios hirientes sobre su peso la lastimaran. Pero eso no fue tan difícil: Riser solo necesitaba que alguien la escuchara.

“Ella comía demasiado debido al estrés”, dijo Lloyd. “Las cosas que le pesaban en el corazón se convertía en cosas que le pesaban en el plato”. Quise darle diferentes vías que pudieran ayudarla en su proceso de dolor”.

Y así comenzó su transformación mental, abriéndole paso a la determinación de Riser y a hacer que creyera que podía perder peso.

Riser empezó a planear sus comidas con Lloyd: un batido suplementario para el desayuno, proteínas sin grasa y verduras para el almuerzo y lo mismo para la cena. Los refrigerios de comida chatarra fueron reemplazados por almendras crudas o humus. Y Riser eliminó completamente de su dieta los alimentos procesados, la harina blanca, las sodas y los dulces.

Comenzó a ver los resultados de inmediato.

“La cinta para correr estaba en la velocidad más baja y perdí 1,36 kilos”, dijo. “Sabía que si seguía ejercitándome sería posible”.

Dos años después, Riser continúa ejercitándose y su peso sigue bajando. Ha cambiado su ropa talla 42W, por talla 18. Riser ahora pesa menos de 82 kilos y espera alcanzar su peso ideal antes de que termine el año.

Ella hace ejercicio seis días a la semana y planifica alimentos saludables para ella y sus padres; a veces, prepara la comida de toda la semana en un día.

“Creo nuevamente en mí”, dijo. “Sí, claro que hay días en que me siento desalentada, pero por eso es tan importante tener a alguien a tu lado para ayudarte a seguir siendo responsable y a quererte”.

Los padres de Riser están luchando contra enfermedades graves. Ella cree que su transformación ha sido muy importante para poderlos cuidar bien.

“Mi padre tiene cáncer y mi madre tiene demencia”, dijo ella. “Y ahora, tengo la energía y la fuerza para ayudar a mi padre a levantarse y a acostarse. Definitivamente eso ha sido importante”.

Riser le da el mérito a su familia, a sus amigos y a sus entrenadores personales por alentarla a cambiar su estilo de vida.

“Me salvaron la vida”, dijo.