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Por Jacque Wilson

(CNN) — La ley sobre el suicidio asistido en Suiza no es clara, según un informe publicado en la revista Law, Ethics and Medicine esta semana. Esa es la razón por la que, según los autores, personas de otros países están viajando al estado de Zúrich con el “único propósito de cometer suicidio”.

Los llaman turistas suicidas.

Entre 2008 y 2012, 611 “turistas” viajaron a Suiza para cometer suicidio asistido, según el análisis publicado. Llegaron de 31 países alrededor del mundo, aunque la mayoría eran de Alemania y el Reino Unido.

“Por lo menos en el Reino Unido, ‘viajar a Suiza’ se ha convertido en un eufemismo para el suicidio asistido”, escriben los autores del estudio. “Seis asociaciones por el derecho a morir asisten en aproximadamente 600 casos de suicidio al año, y más o menos de 150-200 de ellos son turistas suicidas”.

Este informe publicado es el resultado de un estudio modelo que se realizó para un proyecto más grande sobre el suicidio asistido en Suiza, por expertos en el Instituto de Medicina Legal en Zúrich.

De los 611 casos de suicidio asistido que se identificaron durante el estudio que abarcó un período de cuatro años, un poco más del 58% eran mujeres. Los investigadores encontraron que los pacientes estaban comprendidos en las edades de 23 a 97 años, pero la edad promedio era de 69 años. Cerca de la mitad de los pacientes tenían una enfermedad neurológica. Otros indicaron que tenían cáncer, una enfermedad reumática o cardiovascular. Muchos padecían de más de una condición.

En todos los casos, a excepción de cuatro, los suicidios se cometieron utilizando pentobarbital de sodio. Una dosis letal de este fármaco hace que el paciente caiga en un coma profundo, según DIGNITAS, una organización suiza por el derecho a morir que estuvo involucrada en la mayoría de casos identificados. El pentobarbital de sodio paraliza el sistema respiratorio del paciente, y hace que él o ella deje de respirar.

El número total de casos de turismo suicida disminuyó de 123 en 2008 a 86 en 2009. Pero el número de casos se duplicó entre 2009 y 2012, a 172.

Las leyes contra el suicidio asistido alrededor del mundo están en un estado de cambio continuo a medida que los países discuten los pros y los contras de permitir que los médicos ayuden a que los pacientes con enfermedades terminales, o a los pacientes que sienten mucho dolor, mueran.

En Suiza, según escriben los autores del estudio, no existen normas que regulen las condiciones bajo las cuales una persona puede cometer suicidio asistido, aunque los códigos de médicos profesionales lo permiten en ciertas circunstancias.

En Alemania, no existe un lenguaje legal formal en el código penal respecto al suicidio asistido, pero los doctores no tienen la autorización ética para ayudar a que una persona cometa suicidio, y pueden enfrentar la responsabilidad penal por no ayudar a un paciente si observan que él o ella está inconsciente.

En el Reino Unido, Irlanda y Francia, el suicidio asistido es ilegal, aunque casos recientes han sido presentados ante tribunales superiores.

“Si Suiza está dispuesto a seguir brindando la facilidad, entonces, por muy deshonesto desde el punto de vista intelectual que pueda ser permitirle que desvíe todo nuestro propio dolor, temor, angustia y debate inglés, probablemente hará menos daño en general que introducir cualquier ley imaginable contra el suicidio asistido en Inglaterra”, escribió el abogado médico Charles Foster en un comentario junto al nuevo estudio publicado en la revista.

Una encuesta internacional de 12 países europeos encontró que la mayoría de personas favorecen la legalización del suicidio asistido, según los autores del estudio. Estados Unidos parece tener la misma opinión, donde cuatro estados (Oregón, Washington, Montana y Vermont) permiten el suicidio asistido.

Sin embargo, otras personas han argumentado que al legalizar el suicidio asistido no se está abordando el verdadero problema; es decir, la necesidad de tener un mejor cuidado paliativo, y que las leyes contra el suicidio asistido pondrían en riesgo a las poblaciones vulnerables.

Alison Twycross de London South Bank University, en un editorial que acompaña al nuevo estudio, escribe que quienes abogan por el suicidio asistido a menudo tienen un amigo o familiar que ha experimentado una muerte prolongada y dolorosa. “Así que el problema”, escribe, “podría ser la necesidad de brindar un buen cuidado al final de la vida”.

“Necesitamos empezar a hacernos preguntas como esta: ¿Es apropiado darle antibióticos a un paciente con una enfermedad terminal si desarrolla una infección de pecho? Es posible que una tendencia de continuar con un tratamiento curativo incluso en quienes evidentemente están muriendo explique el apoyo del público general por el suicidio asistido”.

Twycross menciona datos de Oregón que sugieren que las regulaciones que se establecieron cuando se legalizó el suicidio asistido no siempre se cumplen.

“La autonomía es importante”, escribe. “Pero eso podría significar que, en asuntos de la vida y la muerte, no puedes crear libertad para unos cuantos sin quitarles garantías adecuadas a muchos otros”.