Por Jareen Imam, CNN
(CNN) – Yusuke Kirimoto siempre tuvo sobrepeso.
Cuando visitaba a su familia en Japón, solían decir en broma: “ha vuelto el luchador de sumo”. La intención era que sus comentarios fueran divertidos, pero Kirimoto se sentía molesto.
Kirimoto y su esposa Megumi tuvieron a su hija Sara en 2006. Al igual que muchos niños pequeños, Sara solía correr alrededor de su casa en Westminster, Colorado y Kirimoto se quedaba atrás, tratando de alcanzarla.
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Pero conforme se hacía mayor, mantener el ritmo de Sara se volvió una lucha para él, tanto física como mentalmente. “Solía quedarme sin aliento hasta el punto de casi desmayarme”, dijo. En ese momento, su dieta consistía principalmente de hamburguesas, papas fritas y emparedados y al menos seis latas de soda al día.
Para 2010, el hombre de 37 años, con una altura de 1,78 metros, alcanzó su peso máximo de 123 kilos. “Fue el punto más bajo de mi vida”, dijo. Tuvo queempezar a usar camisas talla XXXL debido a que la talla XXL era demasiado pequeña.
Kirimoto comenzó a aislarse, incluso de su familia. A menudo se encerraba en el sótano, donde podía estar solo para comer, sentado frente a la computadora con las cortinas cerradas. Pero Sara, ya de 4 años, lograba bajar al sótano y le rogaba que jugara con ella.
Kirimoto se deprimió al ver la tensión que estaba causando entre él y su familia, y para la Navidad de 2010, algo cambió. Quería estar ahí para ver crecer a su hija. Ya no quería estar cansado y solo. No quería sentirse mal consigo mismo. Él quería cambiar su vida.
Pero al igual que muchos, tenía un historial terrible de dietas fallidas e intentos de hacer ejercicio. Había intentado una gran cantidad de dietas en el pasado y se había inscrito en varios gimnasios, que pagó a pesar de que nunca iba.
“Solía probar las dietas de moda descabelladas como comer tofu durante dos semanas. Solía aferrarme a cualquier cosa para perder peso con la menor cantidad de esfuerzo”, dijo. Pero las dietas de moda nunca duraban más que unas pocas semanas, y recuperaba el peso.
Incluso su esposa se mostró escéptica ante su nueva inspiración para perder peso. “Ella comía esos tipos de alimentos (ricos) frente a mí en broma, pero ese escepticismo fue el impulso. Quería demostrar que la gente estaba equivocaba”, dijo.
Estaba decidido a no cometer los mismos errores otra vez. Esta vez, iba a enfocarse en perder peso al restringir su dieta primero. Luego, incorporaría el ejercicio poco a poco. Parte de esa decisión se derivó del miedo a hacerse daño luego de pasar años sin hacer ejercicio.
Un compromiso con una alimentación sana
Kirimoto redujo drásticamente su consumo de azúcar y carbohidratos seis días a la semana y tomó el sábado como su día libre para comer lo que él quisiera. Reemplazó su burrito de desayuno por un yogur bajo en calorías y un huevo duro o una manzana. Empezó a llevar una ensalada al trabajo, un cambio drástico comparado con los almuerzos de comida rápida que solía consumir durante su jornada laboral.
Aunque sus cenas en casa siempre habían sido relativamente saludables (verduras salteadas o cocidas con arroz blanco) Kirimoto normalmente comía demasiado; a veces comía el equivalente a dos o tres comidas en una sola sentada.
“Solía comerme un tazón completo de arroz o porciones grandes de salteado. Comía hasta la saciedad, pero luego de cierto modo te insensibilizas a la llenura”, dijo.
Eso cambió cuando comenzó a hacer un esfuerzo consciente por controlar el tamaño de sus porciones.
Recuerda la intensa sensación de abstenerse.
“Mi cuerpo realmente estaba pidiendo alimentos más ricos y con más grasa”, dijo.
Era una lucha resistir las delicias como la pizza y la pasta, o incluso los alimentos básicos de la despensa como el arroz y el pan. Pero los antojos disminuyeron poco a poco y se dio cuenta de que incluso en su día libre consumía porciones más pequeñas.
A principios de 2011, Kirimoto comenzó una rutina de ejercicios. Empezó a levantar pesas tres días a la semana en el gimnasio antes de irse a trabajar. Al inicio se sentía incómodo, mientras trataba de acostumbrarse al ritmo de su cuerpo, pero esos sentimientos se disiparon a medida que ganaba más energía y confianza.
A mediados de año, empezó a correr como parte de su rutina de ejercicios. Ahora corría y levantaba pesas cinco días a la semana. Fue un paso trascendental para Kirimoto, quien dice que solía considerar que correr era una broma.
“A menos que me persiguiera un oso o un asesino con un hacha, era algo que nunca hacía”, escribió en su iReport.
Para diciembre de 2011, había perdido 37 kg. Pero Kirimoto sentía que sus sesiones de ejercicio en la cinta para correr no lo estaban llevando a ningún lado, literalmente. “Me sentía como un hámster en una rueda, lo único que faltaba era la botella de agua”, recordó.
Le habló a su colega Anja Snowden sobre sus frustraciones.
Hacer que alcanzar un buen estado físico sea una aventura
Snowden, quien nació en Alemania e inmigró a Colorado, es una entusiasta del buen estado físico. A ella la conocen en la oficina por usar su hora de almuerzo en el trabajo para escapar hacia los senderos de Colorado a fin de correr brevemente durante 30 minutos. Ella llegó a ser una persona en la que Kirimoto confió durante su proceso para alcanzar un buen estado físico, ya sea que se tratara de sus dificultades en el gimnasio o cuando buscaba consejos de nutrición.
“Creo firmemente que se deben comer los alimentos en su forma más pura”, dijo Snowden. “Él se burlaba de mí cuando comía una manzana o verduras de merienda, pero cuando empezó a perder peso cambió su dieta y también comenzó a comer alimentos puros y naturales”.
Cuando se trataba de correr, Snowden le dijo a Kirimoto: “Vivimos en Colorado. Uno de los estados más hermosos que cuenta con muchos senderos y deberías aprovecharlo”, recordó.
Ese consejo lo inspiró para empezar a correr al aire libre. La primera vez que corrí fue difícil. El terreno no era tan suave como la banda para correr del gimnasio y la gravedad parecía jalarlo hacia abajo, dijo Kirimoto.
Lo que no esperaba de correr al aire libre fue la sobrecarga sensorial. Había vivido en Colorado por más de 25 años y esa fue la primera vez que corrió afuera. Se sintió atraído por los colores vivos de las hojas, el pasto verde y el cielo azul. Tan pronto comenzó Kirimoto a correr por los senderos de Colorado, se enamoró.
Afuera, finalmente podía respirar. Sus salidas a correr de 15 minutos pasaron a 30 minutos y gradualmente empezó a correr más y más rápido.
En febrero de 2012, Kirimoto participó en su primera carrera de 5K. “Nunca antes había participado en una carrera. Estaba solo y nervioso. No tenía idea si iba a terminar”, dijo. Cuando crucé la línea de meta… me sentí estupendo”.
Ese año participó en 10 carreras. A finales de 2012, había perdido un total de 43 kg y ahora corría hasta 9 kilómetros cuando salía a ejercitarse. El año siguiente, llevó sus salidas a correr a un nuevo nivel y se unió a un grupo de corredores locales.
En enero de este año, animó a su esposa e hija para que también participaran en actividades físicas. Tenían un día durante la semana en el que salían a correr recorridos cortos por el vecindario; por lo general, trotaban alrededor de 1,6 kilómetros. Con el tiempo esos recorridos de 1,6 kilómetros con su hija Sara se convirtieron en 3,22 kilómetros; luego, ella corría normalmente casi 5 kilómetros con él.
En marzo, el dúo de padre e hija participó en una carrera de 6,44 kilómetros en Denver. Sara, ahora de 7 años, estaba nerviosa porque nunca antes había corrido más de 4,83 kilómetros. Pero eso no impidió que terminara la carrera, dijo Kirimoto. Sara corrió sin parar, registrando un ritmo de 12 minutos y 39 segundos por milla.
Actualmente, todos los domingos él y su hija salen a correr juntos casi 10 kilómetros. Para ellos, se ha convertido en un tiempo para estrechar el vínculo padre-hija.
“Es un millón de veces más satisfactorio correr con ella. Ver a mi propia hija correr y divertirse es increíble”, dijo.
Para julio, el peso de Kirimoto había bajado a 76 kilos. Él ha perdido un total de 46 kilos desde 2010. Con todos sus logros, Kirimoto ha inspirado a muchos de sus amigos más cercanos y compañeros de trabajo, dijo Snowden.
“Creo que todo el mundo está muy impresionado”, dijo ella. “Él tomó esa decisión no solo por él, sino por su familia”.
Pasar esa inspiración a otras personas es lo que motiva a Kirimoto a seguir manteniéndose en forma. “Mucha gente me apoyó e inspiró al inicio de mi proceso. La inspiración es contagiosa y es un ciclo continuo”.
Para otros que tratan de perder peso, Kirimoto les dice que no olviden disfrutar del proceso en el que se encuentran. “Haz que el ejercicio sea una aventura emocionante”, dijo. “Todo el mundo es diferente. La constancia es la clave tanto para la pérdida de peso como para estar en forma. Podrías no ver los resultados de inmediato, pero persevera y serás recompensado”.